Iglesias Cristianas de Dios

[CB055]

 

 

 

 

 

Jueces para Israel

 

(Edición 2.0 20060313-20061214)

 

Después de la muerte de Josué, los Israelitas otra vez fueron tras dioses extranjeros para adorarles y olvidaron al Único Dios Verdadero, así es que Dios quitó su protección de sobre ellos. Cuando se metían en dificultades se arrepentían y pedían a Dios que los ayudara otra vez. Sobre esta vez Dios levantó Jueces para librar a Israel de sus muchas cautividades. Este papel ha sido adaptado de los Capítulos 59 y 60 del Bible Story Volume III por Basil Wolverton, publicado por Ambassador College Press.

 

 

 

 

 

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(tr. 2009)

 

 

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Jueces para Israel

 


Continuamos aquí del papel El Sol permaneció inmóvil (No. CB53).

 

El descanso de Israel del trabajo de la conquista de Canaán, se desarrolló en un período de varios años. En la prosperidad creciente hubo también un incremento marcado en la población.


Durante ese tiempo, muchos de los cananeos que habían huido a tierras vecinas gradualmente se movían, regresando a algunas de las ciudades y sitios de los cuales Dios los había quitado. Había también algunas ciudades y áreas, especialmente al oeste del Jordán, que no había sido tomada por los Israelitas (Jos.13:1-6). Todo esto quería decir que las guerras de conquista de Israel no estaban aún finalizadas. Si Israel hubiera sido completamente obediente y fiel, Canaán podía haber sido despejado de todo enemigo en sólo un corto tiempo.

 

Cuando por fin Israel decidió otra vez tomar las armas para continuar la derrota de los cananeos, existía la pregunta de cual tribu debería moverse primero. Finees, quien se había convertido en Sumo Sacerdote después de la muerte de Eleazar, le consultó a Dios en el Tabernáculo, y Dios lo dio a conocer que la tribu de Judá debería ir primero, y que él ayudaría  a los soldados de Judá a vencer a sus enemigos.

 

Luego los hombres de Judá les pidieron a los hombres de la tribu de Simeón que fueran con ellos al territorio adjudicado a ellos para pelear con los cananeos. Estuvieron de acuerdo porque los hombres de Judá dijeron que les ayudarían a tomar su territorio cuando su turno llegara. Resulto un ejercito más fuerte y más grande para ser usado en ambos  territorios (Jue. 1:1-3).

 

Sólo algunas millas al suroeste de Silo estaba una ciudad llamada Bezec. Fue aquí que se encontraron a miles de cananeos rearmados. Muchos de estos cananeos le servían a su nuevo rey sin miedo. Él era un tirano cruel que cortaba totalmente los pulgares y dedos gordos de cualquiera de su pueblo que se rehusara a someterse a él. Los Israelitas se acordaron de la promesa de Dios a ellos, y no perdieron tiempo en atacar.

 

En esa batalla diez mil hombres del enemigo cayeron ante Judá y Simeón. Durante la agitación el rey de Bezec, Adoni-Bezec, dirigido a escapar y huyo hacia el sur con algunos asistentes. Habiendo oído que él era un hombre cruel los Israelitas hicieron un esfuerzo especial para capturar Adoni-Bezec. Israelitas montados lograron alcanzarlo en las montañas. En lugar de matarlo, le enseñaron una lección que él nunca olvidó. Siguieron su costumbre de cortarle totalmente los pulgares a sus enemigos y sus dedos gordos, haciéndole lo mismo a él.

 

Adoni-bezec tomó su castigo valientemente, sin embargo, admitió que el Dios de Israel trataba con él como justamente el merecía. ¡Él afirmo que en uno u otro tiempo sus prisioneros habían incluido un total de setenta gobernantes, y que él había cortado los pulgares y dedos gordos de todos ellos!

 

Día tras día los hombres de Judá y Simeón se movían hacia el sur para dejar limpio de toda fuerza enemiga. Ellos se propagaban al oeste hacia  la ciudad de Gaza en el Gran Mar y hacia el este hasta casi la guarnición del sur del Mar de la Sal (Mar Muerto).

 

Dios les ayudó a tener un éxito casi completo en su campaña. Sin embargo, algunos cananeos lograron escapar y refortificar algunas de las ciudades conquistadas, como Jerusalén (v. 21). Estas pocas excepciones fueron únicamente porque los Israelitas no fueron enteramente obedientes o no tuvieron suficiente fe en Dios (Jue. 1:4-20).

 

Acerca de esa vez, la tribu de Efraín (algunas veces llamada la casa de José), se puso en camino hacia su territorio, especialmente hacia el sudoeste, que incluyó Silo y el área alrededor de ella. Efraín se encontró con que la ciudad de Betel obviamente había sido provista de una fortaleza fuerte, si bien Josué y sus tropas habían matado violentamente a los soldados de Betel durante la captura de la ciudad cercana de Ai.

 

No conociendo como estaba Betel ahora o cuántos soldados estaban dentro de los muros, los oficiales de Efraín enviaron algunos exploradores para tratar de descubrir estas cosas. Los exploradores se escondieron en la noche a prudente distancia, pero lo suficientemente cerca como para mantener una vigilancia cuidadosa, para tratar de determinar donde estaban las entradas de la ciudad y cómo podían usarlas para entrar a Betel.

 

La ayuda inesperada

La oportunidad vino en una forma inesperada una tarde. Un hombre hitita salía de la ciudad y ellos le dijeron a él, “Muéstranos cómo podemos entrar a la ciudad y nosotros te trataremos bien.” Así es que él les mostró, y tomaron la ciudad a filo de espada pero tuvieron piedad del hombre y su familia. Quizá Dios a propósito había enviado al hitita a informarles a los Israelitas.

 

Luego, el hombre fue a la antigua tierra de los hititas al norte; Él fundó una ciudad y la llamó Luz, lo cual había sido el nombre antiguo de Betel (Jue. 1:21-26).

 

Lo que las tribus de Judá, Simeón y Efraín hicieron por su parte de tomar Canaán fue un ejemplo bastante bueno para las otras tribus. Pero aunque los Israelitas tenían la promesa infalible de Dios de ejercer su tremendo poder para ayudarles, algunas de las tribus fallaron en vencer a sus enemigos en varias áreas.

 

En lugar de eliminar a los cananeos de algunas regiones, Israel les permitió a los cananeos quedarse. Y cuando Israel se hizo fuerte presionaron a los cananeos en labores forzadas pero nunca les ahuyentaron completamente (vv. 27-33).

 

En otras áreas algunos Israelitas se cansaron de pelear en contra de sus enemigos. Decidieron integrarse con ellos (vv. 34-36). A través de los años esto significo que muchos Israelitas se casaron y se hicieron parientes de los cananeos. Esto es siempre el resultado de la integración. Así es que Israel empezó a adorar dioses paganos e ídolos de Canaán. Dios repetidamente les había advertido a ellos que no se integraran por esta misma razón (Ex. 20:3-7; Ex. 23:31-33; Deut.12:29-32; 6:4-7,14; 7:1-11; Jos. 23:6-8; Jue. 3:1-7).

 

¡Para cuando otra generación se había añadido desde la muerte de Josué, muchos de Israel habían tomado ligeramente la integración y habían caído en pecado! El propósito de conquistar las últimas partes de Canaán se había detenido. La prosperidad declinaba poco a poco cuando los Israelitas comenzaron a vivir más y más, como los cananeos alrededor de ellos.

 

El máximo número de Israelitas en un área, estaba alrededor de Silo y el Monte de Efraín. A pesar de la condición degenerada de las tribus en conjunto, existían  personas qué todavía iban al Tabernáculo para ofrecer sacrificios y consultar al Sumo Sacerdote y sus asistentes. Silo era todavía el centro de la nación, y fue allí que una cosa peculiar e impresionante ocurrió.

 

La visita del Ángel

Un día un hombre extraño se vio caminando hacia Silo desde Gilgal. Resulto que éste era el ángel de Jehová.

 

¡" Oye Israel! los traje de Egipto a esta tierra que les ofrecí a sus padres. Hice un convenio con ustedes que les ayudaría a conquistar esta tierra si hacían su parte obedeciéndome (Ex. 23:23-28). Ustedes destruirían todos los altares paganos. Ustedes tenían prohibiciones de hacer un acuerdo de cualquier clase con sus enemigos o integrarse con ellos. ¡Pero ustedes no me han obedecido! ¿Por qué? ¡Recuerden, también dije que si ustedes fallaban en expulsar a los cananeos, ellos vendrían a ser  como espinas en sus lados y sus dioses serían como redes mortíferas! (Jue. 2:1-3; Ex 23:31-33; Deut. 7:16; Sal.106:34-40; Jos. 23:12-13). ¡Ahora, porque ustedes ha quebrantado mi convenio y se han hecho parientes con los cananeos, no esperen más ayuda de mí para sacarlos! ¡Al contrario, les permitiré triunfar sobre ustedes "! (Jue. 2:1-3).

 

Cuando el ángel del Señor terminó de hablar todo el pueblo lloro en voz alta; Después llamaron ese lugar Boquim. Luego ofrecieron sacrificios al Señor (Jue. 2:4-5).

 

Las expresiones de arrepentimiento no duraron mucho. Cuando los días pasaron y nada impresionante ocurrió, muchas personas empezaron a regresar a sus formas equivocadas. De hecho, se resbalaron todavía más allá en las prácticas idólatras de los cananeos con quienes continuaron casándose. Muchos fueron los dioses que tontamente adoraron junto con sus enemigos paganos (vv. 11-13).

 

En su enojo en contra de Israel el Señor les entregó a invasores que los saquearon. Él los entrego en las manos de sus enemigos por todas partes, y ellos ya no podían resistir. Cada vez que Israel salía a pelear, la mano del Señor estaba en contra de ellos para derrotarlos, tal como él les había jurado. Estaban en una gran angustia (vv. 14-15).

 

Entonces el Señor levantó Jueces, quienes los salvaban de las manos de estos invasores. Pero no escuchaban a los Jueces y continuaban adorando dioses falsos. Cada vez que tenía un Juez el Señor estaba con él y salvaban a Israel de sus enemigos. Cuando el Juez moría el pueblo regresaba a sus malos caminos y adoraban dioses falsos. El Señor estaba muy enojado con Israel y dejó algunas naciones para probar la obediencia de estos Israelitas que no había estado en ninguna de las guerras en Canaán (vv. 16-23). Esto era para mostrarles la guerra, pues había más tierra por conquistar (Jue. 3:1-2).

 

Los Israelitas continuaron casándose con las naciones alrededor de ellos. Hicieron malas cosas y olvidaron a su Dios y les sirvieron a los dioses paganos de las otras naciones. Otra vez el Señor ardió en cólera y los entregó en las manos del rey de Aram. La vida fácil de Israel fue transformada en solo unas semanas en una de sufrimiento y servidumbre. La perspectiva fue desierta para Israel por los siguientes ocho años (Jue. 3:5-8).

 

El arrepentimiento trae liberación

Después de un tiempo, cuando no pudieron ver salida a su problema, los Israelitas se pusieron sinceramente arrepentidos. Para muchos, la vida se convirtió en una rutina de trabajo forzado, lágrimas y oraciones. Todavía los años de servidumbre transcurrían.

 

Otoniel

Entonces el Señor levantó a un hombre con el nombre de Otoniel. Él era de la tribu de Judá, sobrino y yerno de Caleb. Años antes, él se había distinguido por conducir a las tropas a vencer a muchos cananeos (Jue. 1:12-13; 3:9).

 

El Espíritu del Señor vino a Otoniel y él se convirtió en el Juez de Israel y fue a la guerra (3:10). A fin de cuentas, después de ocho largos años como una nación cautiva, Israel abruptamente emergió a la libertad. Dios había escuchado las oraciones de arrepentimiento. Él había escogido a Otoniel para conducir al pueblo a la victoria y a la libertad. De hecho, Dios escogió a Otoniel como el primero de una línea del jueces honestos que fueron inspirados para liderar y guiar a Israel por muchos años venideros.

 

La actitud de la gente había cambiado mucho durante sus ocho años de servidumbre, que muy anuentemente le obedecieron a Dios ahora. Cooperaron con Otoniel en las reformas que él requirió en bien de la nación. El matrimonio entre parientes con los cananeos y el culto a dioses extraños fueron prohibidos. Esos que continuaban haciendo estas cosas eran severamente castigados. Regresaron a vivir según las Leyes de Dios. El resultado fue un Israel más feliz y más próspero que la nación que había sido por mucho tiempo.

 

Bajo el liderazgo de Otoniel, siervo escogido por Dios, Israel disfruto de cuarenta años de paz. Durante esos cuarenta años Otoniel fue el primero de los líderes – desde el tiempo de Josué – conocido como Jueces. No eran el tipo de Jueces que estaban instituidos sólo como hombres para decidir casos de justicia; Eran gobernantes más análogos, y dirigieron a Israel desde el tiempo de Josué hasta el tiempo de Samuel (Jue. 3:11).

 

Las lecciones pronto olvidadas

Otoniel mantuvo la ley y el orden en Israel. Pero al poco tiempo de su muerte el pueblo no tenía un líder fuerte y otra vez comenzaron a caer en error, de vuelta a sus formas pecaminosas. La cólera de Dios se encendió otra vez en contra de ellos. Otra vez cayeron bajo una maldición, aunque no tenían idea de cómo Dios pensaba castigarlos.

 

La nación de Moab era entonces gobernada por un hombre llamado Eglon. Mucho del territorio ocupado por Israel al este del Jordán fue una vez parte de Moab, y Eglon se determinó a recuperarlo. Él no comprendió que su ardiente deseo había sido plantado firmemente en su mente por Dios, quien pensó en usarle para castigar a Israel.

 

Además de construir su propio ejército en un frente muy fuerte de lucha, Eglon enlistó la ayuda de miles de tropas de los Amonitas y Amalecitas, dos naciones pequeñas que odiaban a Israel por las victorias previas de esa nación sobre ellos (Jue. 3:12-13).

 

Por dieciocho años los Israelitas fueron esclavos de Eglon (v. 14).

 

Ehud

Como era de esperarse, los Israelitas otra vez se arrepintieron. Ellos se lamentaron, como siempre, haber caído en una condición tan pecaminosa. Sus sufrimientos, sus lágrimas y sus oraciones tocaron el corazón siempre compasivo del Creador, quien esta vez escogió a un robusto, zurdo Benjaminita llamado Ehud para ayudar a cambiar el curso de las cosas (v. 15).

 

La parte de Ehud en liberar a Israel empezó cuando él fue escogido para dirigir a un grupo de mensajeros para llevarle un tributo valioso al rey de Moab. En esta ocasión, Ehud, quien tenía una gran fuerza y gran habilidad en el uso de su mano izquierda, escondió una daga afilada bajo sus ropas en su cadera derecha. Después de que el tributo había sido presentado a Eglon, Ehud y sus portadores salieron y se regresaron hacia Silo. Ehud regreso solo hasta el borde cercano que había sido marcado por las imágenes de piedra. Allí él les dijo a los demás que regresaran a Silo sin él. Él rápidamente regresó al palacio del rey con la excusa que él tenia un mensaje secreto para Eglon. Cuando los guardas le dijeron al rey, él invitó a Ehud a pasar a sus habitaciones privadas y despidió a sus sirvientes (Jue. 3:16-20).

 

¿"ahora cual es este mensaje secreto que  tienes para mí"? El rey preguntó.

 

¿"le asombrara  saber que es de Dios"? Ehud dijo.

 

¿"Que quiere decir, de Dios"? Eglon demandado, levantando su grasoso cuerpo de su silla y moviéndose agitadamente hacia Ehud.

 

¡" quiero decir ESTO"! Ehud exclamó. Su mano izquierda se deslizo bajo su capa y saco su daga con tal velocidad que el gobernante Moabita no tuvo tiempo de pedir ayuda a gritos. Ehud rápidamente metió la daga a la fuerza en el cuerpo de Eglon, entonces precipitadamente dejó el cuarto y cerró las puertas detrás de él. La justicia se había hecho.

 

Más tarde, cuándo los sirvientes vinieron a cuidar de su rey y encontraron las puertas cerradas, creyeron que Eglon no quería ser perturbado. Esperaron un rato pero cuando el rey no abrió las puertas tomaron una llave y las desenllavaron. Para su horror encontraron a su gobernante muerto con una daga que había sido metida a la fuerza en su cuerpo obeso (Jue. 3:21-26).

 

Mientras los sirvientes del rey esperaron Ehud escapó hacia Seirat.  

 

Dios es sabio y justo

En este punto, como en otros casos en episodios pasados de La Historia de la Biblia, algunos lectores se estremecerán un poco. Se preguntarán por qué Dios le permitiría a uno de sus siervos ejecutar a alguien, y por qué la historia debería ser incluida en una versión escrita especialmente para personas menores.

 

La Biblia debería ser leída por jóvenes y viejos por igual. Es una descripción franca de la historia de Israel, en parte, describiendo las muchas aflicciones causadas por la naturaleza humana. Quiere decir que no existe tolerancia para los sentimientos delicados de los individuos

 

Dios específicamente escogió a Israel para cierto propósito, y una parte de ese propósito incluía  liberar a Canaán de las personas paganas que vivían allí. En un juicio posterior Dios les dará a estas personas que una  vez fueron paganas la oportunidad de  salvarse (Mat.12:41-42; Apo.20:11-12; Isa. 65:19-25). En cuanto a que Dios estaba preocupado, no era diferente que un Israelita ejecutara a un rey pagano idólatra, era un soldado Israelita matando violentamente a un soldado enemigo en combate.

 

Israel, recuerde, era una nación carnal, no convertida – excepto por unos pocos, como los Profetas y los Jueces. Sólo Dios tiene autoridad para decirle a alguien de matar. Es la responsabilidad de Dios, como esta determinado en su Ley, decidir cuando una persona malvada debería ser ejecutada para su bien y el bien de esos alrededor de él. No obstante, hoy no es el deber de un cristiano ejecutar esta clase de justicia. Son usualmente los inconversos los que dominan este mundo. Jesús dijo que Su reino no es de este mundo (Jn.18:36), de otra manera sus sirvientes pelearían. Cuando una nación es gobernada por cristianos debe ser gobernada según las Leyes de Dios. Israel era de este mundo. Pero el Reino de Dios es del mundo de mañana. Y Cristo peleará por establecerlo cuándo venga otra vez.

 

Para continuar la historia: Ehud no perdió tiempo en alcanzar el Monte de Efraín, donde él convoco a muchos Israelitas para decirles lo que sucedió.

 

"Estos soldados Moabitas situados aquí para mantenernos cautivos son los guerreros escogidos de esa nación," Ehud les dijo. “Pero cuando escuchen que su líder esta muerto, perderán su deseo de mantenerse vigilándonos, y querrán escapar a través del Jordán hacia su país. ¡ Es de acuerdo a la voluntad de Dios que ustedes levanten sus armas ahora y me sigan "! (Jue. 3:27).

 

Así es que le siguieron y tomaron posesión de los vados del Jordán que conducen a Moab. No le permitieron a nadie cruzar al otro lado. A esa hora ellos mataron aproximadamente a diez mil Moabitas y ni un hombre escapó. Israel era ahora libre de la opresión de Moab y la tierra tuvo paz por ochenta años.

 

Por su habilidad en el liderazgo, Ehud se convirtió en el segundo gobernante Israelita conocido como un Juez. Él se quedó en el poder en Israel por muchos años de paz y prosperidad, la cual fue dada porque el pueblo fue obediente, en la mayoría de los casos, a las Leyes de Dios (Jue. 3:28-30).

 

Samgar

Jueces 3:31 menciona a un hombre por el nombre de Samgar como otro hombre de liderazgo. Él fue posiblemente un Juez inferior en Canaán occidental durante el tiempo de Ehud. Los filisteos, una nación de ciudades-estados a orillas del Gran Mar, se le habían unido a Moab para atacar a los Israelitas en esa región y los habían mantenido en servidumbre por largos años como agricultores.

 

La servidumbre fue abruptamente destruida cuando los agricultores se volvieron en contra de sus conquistadores con sus implementos de labrar la tierra. Un resultado inusual de este encuentro fue que Samgar empuño un chuzo de buey (Una barra larga de madera con una punta de metal destinado para conducir a los animales) tan velozmente y expertamente que mató a seiscientos filisteos, aunque posiblemente parte de ese número incluía los esfuerzos de los agricultores asociados con Samgar (v. 31).

 

De regreso a los viejos caminos

¡Podría parecer de manera depresivamente repetitiva decir que después de que Ehud murió, Israel otra vez cayó en un estado de rebelión en contra de Dios, pero ocurrió! Otra vez Dios usó a un rey pagano para castigar al pueblo. Esta vez fue Jabín, un gobernante fuerte en el norte de Canaán. Él era descendiente de ese Jabín, quién, muchos años atrás, había intentado atacar al ejército de Israel con carrozas de hierro. Él fue superado por Josué y había perdido su ciudad bajo las llamas. Este siguiente Jabín había reconstruido la ciudad de Hazor, y se había vuelto tan poderoso que venció a los Israelitas en la parte norte de Canaán. Irónicamente, este posterior Jabín usó novecientas carrozas de hierro como medios para la victoria. El general de su ejército era el temido Sisara.

 

Por veinte largos e infelices años, Israel sufrió bajo la terrible dominación de Jabín (Jue. 4:1-3). Como siempre, Israel otra vez alzó la voz a Dios por misericordia. El pueblo demostró como prueba de su arrepentimiento, el separarse de los malos caminos, que sabían estaban prohibidos por Dios

 

Débora

Como una manera de rescatar a Israel, Dios usó a una mujer llamada Débora. Ella vivía en el Monte de Efraín, y era de tan buen juicio y tan justa que muchos Israelitas venían a ella a pedir consejos. Dios escogió a Débora, la profetisa de Efraín para que guiara a Israel en ese tiempo, para ayudar a Israel en muchas formas (vv. 4-5).

 

En primer lugar, Dios dio a Débora el conocimiento de lo qué podía hacer en favor de Israel, pero era necesario un hombre que fuera líder militar para llevar a cabo el plan. Débora conocía a un hombre semejante. Su nombre era Barac. Él vino de su casa en el norte cuando ella envió por él.

 

"Dios me ha revelado a mí que si un hombre capaz como tu pudiera reunir a diez mil Israelitas armados en el Monte Tabor, entonces él les daría la victoria sobre los cananeos que están allí afuera preparándose para la batalla, " Débora le dijo a Barac."Con una promesa como esta de Dios, ¿hay alguna razón por la cual rehusarse a ser el que puede hacer tan gran servicio reuniendo y guiando a esos hombres en contra de los cananeos"? (Jue. 4:6-7).  

 

Barac contestó, " Si vas conmigo, iré; Pero si no vas conmigo, no iré”.

 

Débora estuvo de acuerdo, pero le dijo a Barac que por la forma de ir que el tomo, Dios le permitiría a una mujer destruir al General Sisara.

 

Barac estructuró las tropas necesarias de las tribus del norte de Neftalí y Zabulón y ellas le siguieron. Y Débora también fue con él (vv. 8-10).

 

Cuando Sisara, el general del ejército de Jabín, se enteró que los Israelitas estaban en Monte Tabor, él reunió a sus hombres para ir hacia allá. Incluidos en su fuerza de ataque estaban novecientas carrozas y miles de guerreros adiestrados temidos por Israel (vv. 12-13).

 

La Forma para la paz

¡Sólo la ayuda sobrenatural de Dios podía salvar a Israel ahora!

 

Inspirada por Dios, Débora le informó a Barac que los Israelitas deberían precipitarse sobre la cuesta de inmediato para el ataque, y que tendrían la ayuda sobrenatural de Dios (v. 14). Barac estaba inspirado por el ejemplo de Débora y la fe. Él le ordenó a los hombres a seguirle montaña abajo.

 

En el avance de Barac el Señor hizo pasar a Sisara y todas sus carrozas y ejército por espada, y Sisara abandonó su carroza y escapó a pie. Pero Barac siguió las carrozas y ejército hasta Haroset-goim. Todas las tropas de Sisara cayeron a filo de espada; Ni un hombre quedó. Dios comenzaba a luchar la batalla de Israel como él había prometido (v. 15).

 

Sisara escapó a pie hacia la tienda de campaña de Jael, la esposa de Heber el ceneo, porque había relaciones amistosas entre Jabín rey de Hazor y el clan de Heber el ceneo.

 

Jael salió al ver al cansado general cananeo tambaleándose hacia su tienda de campaña. Ella sabía quién era él, y salió a su encuentro.

 

El destino profetizado de Sisara

"Venga a descansar en mi tienda de campaña," ella le dijo mientras lo ayudaba (Jue. 4:15-18).

 

Dentro de la tienda de campaña, él cansadamente se acostó, exhausto por su carrera a la libertad. Cuando Sisara pidió agua, Jael le dio leche para apagar su sed y hacerle dormir más profundamente, y luego lo cubrió con una manta (Jue. 5:25).

 

"Si alguien viene a preguntar sobre mí, no menciones que me has visto," Sisara le advirtió a Jael. ¡"Serás bien recompensada si me proteges de cualquier Israelita fanático, Temeroso de Dios"!

 

Esas fueron las últimas palabras pronunciadas por el general cananeo pagano. Él estaba tan rendido que se quedó dormido casi inmediatamente. Jael escuchó hasta estar segura de que él estuviera dormido. Luego ella levantó una estaca afilada de la tienda de campaña y tomo un martillo. Cuidándose de no hacer un solo ruido, ella entró en el cuarto dónde Sisara estaba dormido y condujo la estaca hacia la sien de Sisara, luego lo clavo en la tierra, matando al general casi instantáneamente (Jue. 4:19-21; 5:26).

 

Dios le permitió a Jael tomar la vida de Sisara en esta manera a sangre fría como una advertencia a todos nosotros. Esos cananeos estaban mejor muertos. Sacrificaban muchos de sus bebés en los templos de Baal y tenían cementerios contiguos llenos con jarras conteniendo pequeños cadáveres. Al construir una casa nueva, una familia cananea sacrificaba a un bebé y metía su cuerpo en la base de la misma para traer buena suerte al resto de la familia. Los arqueólogos que han encontrado muchos de estos pequeños esqueletos de bebés sacrificados se han preguntado por qué Dios no destruyó a los cananeos más rápido. Él habría hecho eso si Israel hubiera obedecido Su orden de ajusticiar a todos los cananeos idólatras cuando conquistaron la tierra (Deut. 7:1-6).

 

Porque Sisara fue un cananeo idólatra, él era uno más para sacar de la tierra después de que él había usado con el propósito de castigar a los Israelitas y traerles al arrepentimiento. Como alguien que trató de destruir al ejército de Israel, a él le fue negado el mal llamado honor de morir en combate, como un soldado de alto rango ordinariamente hubiera escogido.

 

Sólo poco tiempo después de que este incidente Jael vio hacia afuera para ver a los Israelitas victoriosos trotando a través de la llanura. Ella salió corriendo hacia los hombres, haciendo gestos con las manos frenéticamente para atraer su atención. Cuando la alcanzaron ella les dijo que ella tenia un mensaje importante para su líder, y Barac se acercó a ella oír lo que ella tenia que decir.

 

"Si usted busca al general de Jabín, Sisara, lo puedo llevar a el de inmediato," Jael le dijo a Barac.

 

Así es que él fue con ella, y allí encontró a Sisara con la estaca a través de su sien – muerto. Luego Barac recordó la profecía de Débora que una mujer destruiría a Sisara porque Barac dependió mucho de la fe de Débora. En su humillación, Barac comprendió  que su falta de fe fue un pecado en contra de Dios. Él se arrepintió completamente y fue perdonado por Dios en quien ahora confiaba plenamente  (Heb. 11:13,32,39).

 

Aunque Israel salió victorioso ese día volviendo a ser libres, el que había pensado  en derrotar a Israel estaba todavía seguro en sus tierras hacia el norte. Ese era Jabín, rey de los cananeos del norte. Al escuchar acerca de la derrota de su ejército, él rápidamente buscó refugio, pero dentro de algunos días él cayó en las manos de sus enemigos y perdió la vida (Jue. 4:22-24).

 

El librarse de los cananeos fue considerado un suceso tan feliz que fue motivo de gran celebración en Israel. Canciones fueron compuestas, y Débora y Barac indujeron a las personas a alabar a Dios con entusiasmo fuerte y saludable (Jue. 5:1-31). Muchos mas de ellos comprendieron que su Creador era la fuente de su fuerza y su poder, sin embargo a veces olvidaban ese hecho importante porque cada hombre insistía en hacer lo qué él creía mejor (Jue. 17:6).

 

Dios específicamente le había ordenado a su pueblo que no hiciera como ellos creían mejor (Deut. 12:8) porque esa forma era a menudo mal y conduce a la muerte (Pro.14:12; 16:25). La mayor parte de los Israelitas aún no se habían enterado de que la conciencia del hombre no es una guía confiable para conducirse – todos los hombres necesitan que las Leyes de Dios le expliquen cómo vivir (Deut. 12:32).

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