Iglesias Cristianas de Dios
[CB56]
Gedeon
(Edición 1.0 20060422-20060422)
Cuando el ángel del Señor se apareció ante Gedeón le dijo, “El Señor
está contigo, guerrero poderoso. Ve con la fuerza que tienes y salva a Israel
de la mano de Madian.” Este papel ha sido adaptado de los capítulos 61-63 de Bible
Story Volume III por Basil Wolverton, publicado por Prensa de la Ambassador
college press. Algunas de las Sagradas Escrituras ha sido tomadas de Santa
biblia nueva versión Internacional, Derechos de Autor 1973, 1978,1984
Sociedad Bíblica Internacional. Usado
bajo permiso de Zondervan Bible Publishers.
Christian Churches of God
E-mail: secretary@ccg.org
(Derechos reservados ã 2006 Iglesias Cristiana de Dios, ed. Wade Cox)
(tr. 2009)
Este documento puede copiarse libremente y
distribuirse con tal de que se copie en su totalidad sin alteraciones o
tachaduras. Debe incluirse el nombre del editor y dirección y el aviso de
derechos de propiedad literaria. Ningún cargo puede realizarse a los
destinatarios de copias distribuidas. Las citas breves pueden ser incluidas en
artículos críticos y revisiones sin interferir en los derechos de propiedad
literaria
Este papel está
disponible de la página del World Wide Web:
http://www.logon.org
y http://www.ccg.org
Gedeón
Continuamos aquí del papel Jueces para Israel (No. CB055)
Por cuarenta
años más, después del derrocamiento de Jabín, Israel estuvo libre de enemigos
(Jue. 5:31). Pero antes de que muchos años hubieran pasado, otra generación de
Israelitas nació, y una gran parte de Israel volvió a caer en una vida
desordenada e ilegal, cada hombre siguiendo su propia conciencia – haciendo lo
que el creía qué era mejor – permitiendo que su propia opinión, en lugar que la
Ley de Dios, le dijera cómo vivir.
Los Madianitas
otra vez
Aproximadamente
doscientos años antes, cuándo Moisés era el líder, Israel casi había arrasado
con la nación idólatra de Madian en su frontera Este con el Mar de la Sal (Mar
Muerto). Desde esa vez los Madianitas habían aumentado grandemente en número y,
aunque varias generaciones habían pasado desde la guerra fatal con Israel, un
profundo odio en contra de sus vencedores todavía existía en los Madianitas.
En este punto
Dios entró para usar a los Madianitas para castigar a Israel. ¡El resultado fue
que los Madianitas acabaron con cuarenta años de libertad, placer y pecados de
Israel!
Los Israelitas
se habían vuelto tan desorganizados y débiles que los feroces Madianitas los
echaron fuera de sus ciudades y de sus granjas. Por millares, los Israelitas
corrieron por sus vidas hacia las montañas. Se escondieron en cuevas y aun en
cañones estrechos, aislados – dondequiera que se pudieran esconder (Jue.
6:1-2).
Los Madianitas
se mantuvieron en movimiento, hacia atrás y hacia adelante a través de todas
las áreas para derrotar a los Israelitas y despojarlos de su ganado y sus
cultivos. En su regreso para cada área conquistada, los Madianitas atacaban a
cualquier Israelita que había tratado de regresar a su casa.
Viviendo como
animales
A pesar de todo
esto, los Israelitas tercamente continuaron viviendo a su propia manera, aunque
tuvieron que vivir en cuevas como animales, en vez de arrepentirse y obedecerle
a Dios y tener Su protección divina.
Las ciudades
tomadas, las granjas fueron despojadas de su producto y los invasores agarraron
a los rebaños y las manadas que pastaban en los valles antes de que los
Israelitas los pudieran esconder en las montañas. El número de enemigos eran
esta vez tan grande y se esparcía tanto que los Israelitas tenían poca o
ninguna oportunidad para ir a conseguir comida. Se vieron forzados a quedarse
en sus refugios en las montañas al borde de la inanición (Jue 6:3-6).
Para cuando
siete años habían pasado, Israel estaba en una condición desesperada, media
muerta de hambre.
A este tiempo
un hombre cuyo nombre no es mencionado en las Sagradas Escrituras fue escogido
por Dios para recordarles a los Israelitas que habían traído esta calamidad
sobre ellos mismos por su desobediencia a Dios. El pueblo ya le había estado
suplicando a Dios por perdón y ayuda (vv. 6-10).
El arrepentimiento
trae ayuda divina
El ángel del
Señor vino y se sentó debajo del roble en Ofra que pertenecía a Joas, donde su
hijo Gedeón un día trillaba el trigo en un lagar para esconderlo de los
Madianitas. Cuando el ángel del Señor se apareció ante Gedeón le dijo, “El
Señor está contigo, guerrero poderoso.”
Gedeón
contestó, " Pero si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha
sobrevenido todo esto? ¿Dónde están todas sus admiraciones sobre las que
nuestros padres nos contaron? Ahora el Señor nos ha abandonado y nos ha metido
en la mano de Madian” (vv. 11-13).
El ángel del
Señor dijo, “Ve con la fuerza que tienes y salva a Israel de la mano de Madian.
¿No te envió yo?” (v. 14).
La comisión
divina de Gedeón
¿"cómo es
esto posible para mí, de ayudar a rescatar a Israel, Mi señor"? Gedeón
pregunto. " Mi clan es el más débil en Manases, y soy el menor de mi
familia.”
El ángel
contestó, " Yo estaré contigo, y tu derribarás a golpes a todos los
Madianitas juntos”
(Jue. 6:15-16).
Gedeón sintió
que no podía aceptar tal responsabilidad sin tener certeza de que este hombre
era realmente un ser divino en forma humana. Por otra parte, él no podía
arriesgarse a rehusar una comisión de
Dios.
Él le pidió al
hombre que continuara descansando bajo el roble, se excusó y se apresuró a su
casa, no muy lejos, para preparar rápidamente una ofrenda sacrificial de
comida. Cuando regresó le presentó las tortas sin levadura, el caldo y una
cabra hervida al ángel del Señor.
Éste era el
tiempo para la Pascua, la cuál los Israelitas no celebraban porque rendían
culto a dioses paganos siguiendo las costumbres de las naciones alrededor de
ellas.
"Coloca la
carne y las tortas en esta roca plana y derrama el caldo sobre ellas, “el Ángel
le dijo a Gedeón, y él lo hizo.
El ángel del
Señor luego tocó la ofrenda con la punta de su bastón. ¡Abruptamente salió
fuego de la roca, rápidamente consumiendo la comida! ¡Cuando Gedeón bajo su
mirada del espectáculo, el ángel había desaparecido! (vv. 17-21).
Por medio de
esta acción el ángel del Señor (quien más tarde se convirtió en la persona de
Jesucristo) restablecía la Pascua y las Leyes.
¡La idolatría
debe irse!
Fue entonces
que Gedeón comprendió que fue el ángel del Señor que le había visitado. Sintió
temor de que podía morir porque había confrontado al ángel del Señor.
No tengas
miedo," escucho que la voz decía. "no vas a morir".
Gedeón estaba
tan agradecido e impresionado que construyó un altar allí y lo dedicó a Dios
(vv. 22-24). Esa misma noche el Señor le dijo a Gedeón que derribara el altar
de su padre del dios pagano Baal y construyera un altar apropiado para Dios en
la parte superior de este y que ofreciera un toro como sacrificio por fuego.
Porque temía de
su familia y de los hombres del pueblo, Gedeón espero hasta la noche, luego
tomó a diez de sus sirvientes e hicieron como el les dijo. En la mañana los
hombres del pueblo vieron el altar de Baal y sus otros objetos de culto
demolidos y un toro sacrificado en el altar nuevo. (Diez es el número de
personas requeridas por grupo familiar para el sacrificio de la Pascua.)
Cuando la
multitud enojada oyó que Gedeón había hecho esto exigieron a su padre (Joas)
que lo sacara. ¡" Él es culpable de la demolición de nuestro altar!
Debemos matar a Gedeón porque ha destruido el altar de Baal”.
Joas estaba
irritado por lo que probablemente Gedeón había hecho, pero no quería ver a su
hijo caer en las manos de estas personas iracundas.
¿"Porque
deben ustedes exigir algo para vengar a Baal "? Joas le preguntó a la
multitud. “Si Baal es un dios verdadero, seguramente él se vengará a sí mismo
antes de que otro día haya pasado. ¡Si mi hijo es culpable, Baal no le dejará
vivir "! Por esto es que Gedeón fue también llamado Jerobaal – que
quiere decir, dejen a Baal defenderse a si mismo (Jue. 6:28-32).
Este consejo
aquietó a la multitud. Ninguno de los adoradores de Baal quería decir que su
dios pagano carecía de la habilidad de tratar con sus enemigos el solo.
Gradualmente el gentío se disperso.
Los paganos con
miedo
Entretanto, la
palabra se había filtrado hacia los enemigos que un campeón estaba a punto de
conducir a Israel a luchar en contra de
Madian. Los Madianitas les pidieron a los Amalecitas y algunas tribus árabes
que vinieran y los apoyaran en contra de Israel.
Pronto miles tras
miles de soldados se movilizaron al valle de Jezreel, el lugar donde las
fuerzas del rey Jabín habían encontrado una miserable derrota varios años
antes.
Gedeón sopló
una trompeta para congregar al pueblo de Abiezer, y envió mensajeros a las
tribus de Manases, Aser y Neftalí a pedir hombres para venir y pelear contra
los Madianitas (Jue. 6:33-35).
Cuando Gedeón
se dio cuenta de cuantos hombres estaban bajo su mando, él comenzó a
preguntarse si podría cumplir a cabalidad con la tremenda tarea que le había
sido dada. Preocupado e incierto, él fue a un lugar privado para rogar a Dios.
"necesito
una promesa de ti," Gedeón rogo. “Por favor muéstrame otra vez que soy el
mismo que has escogido para guiar a Israel en contra de Madian. Esta noche
esparciré un vellón de lana en el suelo de la era. Mañana por la mañana, si la
lana está mojada con rocío y la tierra esta seca, luego sabré con toda certeza
que me has escogido para ayudar a
salvar Israel”.
Temprano la
mañana siguiente Gedeón salió corriendo para examinar el vellón. Estaba pesado
con rocío. De hecho, Gedeón lo levanto y estrujó bastante agua para llenar un
tazón de buen tamaño. Al mismo tiempo él no encontró signo de humedad sobre el
terreno o el pasto cercano.
Luego Gedeón
dijo a Dios, "confío que no te enojaras si pido una señal más. Déjame
tener una prueba más con el vellón. Esta vez este la lana seca y la tierra
cubierta de rocío.” Esa noche Dios hizo eso. Sólo la lana estaba seca mientras
la tierra estaba cubierta de rocío (Jue. 6:36-40).
Gedeón derrota
a los Madianitas
Gedeón ya no
tuvo ninguna duda. La mañana siguiente él les ordenó a todos los soldados
Israelitas marchar hacia el valle de Jezreel. Fueron y acamparon esa noche en
el lado sur del valle en las laderas del Monte Gilboa. El campamento de Madian
estaba al norte de ellos en el valle cerca de More. La dirección de los dos
campamentos tiene similitud con los Reyes del norte y del sur en las guerras de
los últimos Días (vea Daniel 11).
Cuándo fueron
numerados y organizados en unidades militares, fue encontrado que había treinta
y dos mil de ellos.
Dios estaba
listo para enseñarle a Gedeón una muy necesitada lección de fe.
¡Demasiados
soldados Israelitas!
El ángel del
Señor dijo a Gedeón, “tienes demasiados hombres para yo poder entregar a Madian
en tus manos. Para que Israel no pueda jactarse en contra de mí de que su
propia fuerza la ha salvado, anuncia a las personas que cualquier que tenga
miedo de combatir contra los madianitas tienen libertad para dejar este lugar”.
Así es que
veintidós mil hombres se retiraron del ejército. Esto dejó a Gedeón con sólo
diez mil hombres. Eso significaba un soldado Israelita poco entrenado por al
menos trece soldados enemigos bien entrenados en batalla (Jue. 7:1 - 3).
Pero el ángel
dijo a Gedeón, “Todavía hay demasiados hombres. Llévalos a todos ellos a beber
agua. La manera en la cual beban determinará cuántos hombres tomarás contigo.
Te diré más tarde a cuál has escoger”.
Gedeón condujo
a sus diez mil hombres al agua. Allí el ángel dijo “Separa a esos que lamen el
agua con sus lenguas como un perro, de esos que se arrodillan para beber”.
Trescientos hombres bebieron el agua a lengüetadas con sus manos en la boca.
Todos los demás se arrodillaron para beber.
Luego el ángel
le dijo a Gedeón que con los trescientos hombres que lamieron el agua el
salvaría a Israel y entregaría a los Madianitas en sus manos (Jue. 7:4-6). El
agua es un símbolo del Espíritu Santo y estas aguas vivas manan de Cristo (Jn.
4:10-11,14).
¡Todos los
demás soldados – casi diez mil – fueron despedidos a sus casas! Dios sabia que
era difícil para Gedeón entender cómo podrían vencer unos meros trescientos
hombres a una multitud tan grande (Jue. 7:7-8; Zac. 4:6). Israel era la
herencia de Cristo y aunque la fuerza fue congregada y preparada para la
batalla, él eligió usar sólo trescientos para ir a la batalla con él. Esto es
como el pequeño ejército de la Iglesia de los último Días que esparce la
palabra de Dios y le advierte a las naciones de la segunda venida del Mesías.
El campamento
de Madian yacía abajo en el valle. Durante esa noche el Señor dijo a Gedeón,
“Levántate y baja contra el campamento, porque voy a darlo en tus manos. Si tienes temor en atacar, baja al
campamento con tu criado Fura y escucha lo que dicen. Cuando te enteres del
estado de ánimo del enemigo, te animaras”. Así que en la noche Gedeón fue con
Fura, su criado, al campamento de los Madianitas (Jue. 7:9-11).
Pasando por una
de las tiendas de campaña, su atención fue atraída por una conversación entre
dos soldados Madianitas que estaban dentro.
"Tuve un
extraño sueño anoche," oyeron decir a uno de los hombres. “Soñé que un
pedazo enorme de pan de cebada vino rodando hacia el campamento de Madian.
Golpeó la tienda de campaña con tanta fuerza que se volcó y colapsó.”
Su amigo
contestó, “Eso sólo puede ser la espada de Gedeón hijo de Joas, el Israelita.
Dios le ha dado a los Madianitas y el campamento entero en sus manos"(Jue.
7:12-14).
Gedeón no se
quedó a oír más. Ahora él estaba totalmente convencido de que Dios cumpliría su
promesa de destruir a los invasores. Él dio gracias a Dios por la seguridad que
había recibido. Ahora que Gedeón se había arrepentido de su débil fe, Dios pudo
usarlo.
¡Él regresó con
su criado al campamento de Israel y gritó, “Levántense! El Señor ha dado el
campamento Madianita en sus manos.”
¡Dios lucha las batallas de Israel!
Según las instrucciones de Dios, Gedeón dividió a
los hombres en tres grupos. Silenciosamente se expandieron alrededor del
campamento, pero en lugar de llevar armas en sus manos, cada hombre llevaba una
trompeta y un jarro, con una antorcha escondida en cada jarro (vv.15-16).
Tan pronto como sus hombres estuvieron en posición,
Gedeón sopló su trompeta. Esa era la señal para que todos los hombres soplaran
sus trompetas. Luego Gedeón rompió su jarro y sujetó su antorcha en lo alto
para que todos vieran. Rápidamente los trescientos hombres también rompieron
sus jarros. ¡La luz de trescientas antorchas resplandecientes fue
repentinamente revelada! (Jue. 7:16-20).
El ruido y la luz abrupta de todas direcciones,
confundió y sobresalto a los Madianitas. Aun los guardas fueron tomados por
sorpresa. En la oscuridad parecía que un vasto ejército los rodeaba
completamente. Para acrecentar su alarma, una multitud de voces gritando, vino
de los alrededores.
¡" LA ESPADA DEL SEÑOR Y DE GEDEON!"
fueron las palabras fuertes de los hombres de Gedeón que sonaron por toda la
llanura.
Creyendo que un número increíble de Israelitas
armados se cerraba alrededor de ellos, los Madianitas salieron precipitadamente
de sus tiendas de campaña. Estaba tan oscuro que en su frenesí los hombres
chocaban entre si. Pensando que los Israelitas habían entrado rápidamente entre
ellos, ellos se atacaron el uno al otro. Dentro de los siguientes minutos miles
de Madianitas murieron por las manos de sus propios hermanos. ¡Dios había
intervenido otra vez por Israel! (vv. 21-22).
Un poco más tarde, cuando fue evidente que los
Madianitas, en su pánico, corrían rápidamente hacia el Este con rumbo a su
tierra natal, Gedeón envió mensajeros a diversas partes de la tierra ocupada
por los Efraimitas. Los mensajeros les dijeron a los hombres de esa tribu lo
que había sucedido, y que los Madianitas posiblemente podrían ser interceptados
para que no escaparan sobre el Jordán si los Efraimitas ascendían rápidamente
para encontrarles.
Al mismo tiempo que Gedeón envió un mensajero a lo
miles de hombres que él había descartado para ir a la batalla sólo algunas
horas antes, informándoles que el enemigo escapaba hacia el Este, y que los
Israelitas podrían ser de gran servicio por ahí persiguiéndolos (vv. 23-24).
Así todos los hombres de Efraín fueron llamados a
salir y tomaron las aguas del Jordán hasta Bet-Bara. También capturaron y
mataron a dos de los líderes Madianitas, Oreb y Zeeb. Sus cabezas fueron más
tarde traídas a Gedeón como señal de victoria (Jue. 7:25).
"Una respuesta suave se lleva la cólera"
Los ancianos de la tribu de Efraín vinieron a
Gedeón airadamente para preguntarle por qué los soldados Efraimitas no habían
sido llamados durante el primer encuentro con los Madianitas.
"Si ustedes consideran que su tribu no tuvo
chance de hacer bastante en esta campaña," Gedeón les dijo. "Entonces
les debo recordar que sus soldados fueron los únicos que llegaron justo a
tiempo para derrotar a la mayor parte de los Madianitas que escapaban sobre el
rio Jordán. ¿Sin sus hombres allí, qué hubiéramos hecho? Fue allí que Dios
entrego en las manos de sus soldados a los dos poderosos príncipes Madianitas,
Oreb y Zeeb. ¡Solo esto fue un gran logro comparado con lo que mis hombres y yo
hicimos!
Gedeón eligió apaciguar sus ofendidos sentimientos
con una respuesta suave como Dios les ordena a Sus sirvientes que hagan (Pro.
15:1). Cuando oyeron a Gedeón alabando a sus soldados, estaban realmente
encantados, y se fueron en un estado de ánimo muy amistoso (Jue. 8:1-3.)
Escape temporal para algunos
¡"no hemos ganado completamente la batalla
aún"! Gedeón gritó a los Israelitas. “Una gran parte del enemigo nos ha
evadido. No los podemos dejar ir, libremente. No les pido que todos vayan tras
ellos, pero mis trescientos hombres escogidos y yo cruzaremos el Jordán para
seguir a las tropas del enemigo que escapan”.
Los hombres de Gedeón estaban exhaustos, pero continuando
la persecución vinieron al Jordán y lo cruzaron. Pero se estaban cansando por
la falta de comida y de descanso (Jue. 8:4).
¡"no se desalienten, hombres"! Gedeón
gritó. ¡"nuestros hermanos Israelitas en el pueblo que sigue, deben ser
capaces de darnos bastante comida para restaurar nuestra fuerza"!
Cuando llegaron a Sucot, Gedeón le dijo a la gente
del pueblo lo que había sucedido, por qué estaban de paso y que necesitaban
desesperadamente comida (v. 5).
Los líderes de Sucot dijeron: ¿" Esperas tu
que nosotros creamos que has echado fuera a la mayor parte del ejercito
Madianita como tu dices, y que esos miles que pasaron realmente huyen de
ustedes? ¿Esperas tu que nosotros arriesguemos nuestras vidas dándole comida a
tus tropas mientras los Madianitas todavía dominan el país "? ¡Qué
desprecio a la segura promesa de Dios! (Compare Lev. 26:3, 7-8).
Después de la esplendida cooperación que él había
recibido de las otras tribus, Gedeón se ofendió por esta falta de fraternidad y
fe en Dios.
“Ustedes se rehúsan a ayudar a la gente de su
propia nación que están jugándose la vida luchando por su libertad. ¡Esto es un
desafío a Dios – y todo porque ustedes tienen miedo de lo que los Madianitas le
puedan hacer a ustedes, en lugar de temerle a Dios "! Gedeón dijo.
¡"su mayor miedo debe ser el castigo que recibirán de Dios por nuestras
manos, por su egoísmo, cuando regresemos victoriosos"! (Jue. 8:6-7).
Otro pueblo se rebela
El pequeño ejército de Gedeón cansadamente siguió
adelante hacia la subida nordeste del valle del rio Jaboc para seguir las
huellas del enemigo. Algunas millas más allá las huellas los condujeron hacia
el pueblo de Peniel, donde había una torre de piedra algo inusual, que había
sido construida por los Moabitas mucho tiempo atrás como lugar de observación y
como una fortaleza. Los Gaditas que vivían allí estaban realmente orgullosos de
que ellos eran el único pueblo en el territorio con una torre como esta.
Gedeón llamó a los líderes del pueblo, relatando su
situación a ellos e hizo una súplica desesperada por comida para sus hombres.
Pero contestaron igual que los hombres de Sucot.
"estaremos de regreso después de que nos
hayamos encargado de los Madianitas," Gedeón airadamente les dijo a los
Gaditas congregados alrededor de él. “Entonces ustedes perderán esa torre de la
cual están tan orgullosos. ¡Lo que es más, es muy probable que pierdan la vida
"! (Jue. 8:8-9).
Dios lucha otra batalla
Como en Sucot, Gedeón y sus hombres cansadamente
partieron en medio de expresiones hostiles y murmullos poco amistosos de sus
hermanos Israelitas. Luego subieron por la ruta de los nómadas al este de Noba
y Jogbeha y se toparon con el ejército confiado.
Zeba y Zalmunna, los dos reyes de Madian estaban
allí con aproximadamente quince mil hombres – todos los que quedaban de los
ejércitos de la gente del oriente. Los reyes trataron de escapar pero Gedeón
fue tras ellos y los capturo, derrotando al ejército entero. Dios otra vez
había intervenido en nombre de los Israelitas grandemente excedidos en número.
(Jue. 8:11-12)
La destrucción de los Madianitas se había
consumado, Gedeón y sus hombres luego regresaron de la batalla por el Paso de
Heres. Los dos reyes Madianitas iban con ellos.
Gedeón atrapó a un joven de Sucot y después de
preguntarle el joven puso por escrito los nombres de los setenta y siete
oficiales de Sucot. Luego Gedeón vino y dijo a estos hombres, “Aquí están Zeba
y Zalmunna acerca de quien ustedes se burlaron de nosotros y se rehusaron a
darle pan a mis hombres exhaustos.” Gedeón luego tomó a los ancianos del pueblo
y les enseñó una lección castigándoles con abrojos y espinas desérticas. Él
también echó abajo la torre de Peniel y mató a los hombres del pueblo (Jue.
8:13-17).
La justicia rápida
de Dios
Gedeón y su grupo luego siguieron
adelante hacia el oeste, cruzaron el rio Jordán y entraron en la parte central
de su país. Allí Zeba y Zalmunna fueron enjuiciados como los dos líderes
principales de la opresión Madianita sobre Israel en estos últimos años.
En el transcurso del interrogatorio,
Zeba y Zalmunna admitieron que habían asesinado a varios de los hermanos de Gedeón.
"Si ustedes hubieran tenido
piedad de mis hermanos, ahora yo tendría piedad de ustedes," Gedeón les
dijo. "Puesto que ustedes despiadadamente mataron a muchos Israelitas,
incluyendo a mis hermanos de sangre, ustedes apenas pueden esperar librarse de
la pena de muerte por asesinato" (vv. 18-19).
Había una regla entre los
Israelitas que el varón primogénito de una familia debería ser el único para
ejecutar a cualquiera que asesinara a un pariente. Gedeón era el hijo menor de
sus padres (Jue. 6:15), y por consiguiente él consideró que no le correspondía
a el ejecutar personalmente a los dos reyes Madianitas, aunque su destino era
más que una materia familiar.
El hijo mayor de Gedeón, Jeter, era
sólo un muchacho adolescente, pero según el procedimiento Israelita él era el
indicado para vengar la muerte de sus tíos. Cuando su padre le dijo que
desenvainara su espada y matara a los dos reyes, Jeter no desenvainó su espada
– él tuvo miedo.
Zeba y Zalmunna llamaron a Gedeón a
que el mismo tratara con ellos y les diera muerte instantánea – y así lo hizo
(Jue. 8:20-21).
Después de que los cuerpos de los
dos reyes Madianitas habían sido llevados fuera y sus camellos despojados de
sus valiosos ornamentos, los Israelitas sentían que la lucha con su antiguo
enemigo del Este estaba oficialmente terminada. Gedeón comprendió, sin embargo,
que la lucha para mantener a las personas fuera de la idolatría nunca termina,
y él continuó sus esfuerzos en contra del culto pagano.
Un tropezadero parece inocente
No mucho tiempo después de esto, una gran multitud
de Israelitas se reunió frente a la casa de Gedeón. Cuándo Gedeón salió para
saber por qué tantos se habían reunido, hubo fuertes vítores.
"Porque tu nos has salvado de los
Madianitas," un portavoz de la multitud gritó, " hemos venido a
pedirte que Seas nuestro gobernante".
¡" no soy yo el que debe regir sobre
ustedes"! Gedeón exclamó a la gente. “Ni son mi hijo ni su hijo. Si soy
escogido por Dios para ser su líder, así sea. ¡Pero su Líder es DIOS "!
(Jue. 8:22-23).
"Sin embargo, tengo una petición. Muchos
pendientes de oro fueron recientemente tomados de los Madianitas asesinados y
pido que cada uno de ustedes me de un pendiente de su parte del saqueo.”
¡"Voluntariamente te los
daremos!" Contestaron.
Alguien extienda un abrigo sobre el suelo, y cada
hombre tiró un anillo de su saqueo sobre él.
Gedeón convirtió el oro en un efod, el cuál colocó en Ofra, su pueblo.
Desafortunadamente, esta cosa vino a ser tan reverenciada por la gente que
eventualmente se convirtió en un objeto de culto idólatra (Jue. 8:24-27).
Sólo cuarenta años...
Por
los siguientes cuarenta años, mientras Gedeón era su líder e implementador de
ley (referido en las Sagradas Escrituras como Juez), la mayor parte de los
Israelitas disfrutaron las bendiciones de paz y prosperidad (vv. 28-29). Puesto
que la mayoría de la gente no sabe usar sabiamente la paz y la prosperidad, tal
período puede ser peligroso. Durante ese tiempo Gedeón tuvo varias esposas. La
práctica de tener más de una esposa era tolerada en aquellos tiempos,
especialmente por hombres que podían permitirse el lujo de alimentar a muchos
niños. La Biblia no indica cuántos hijos tuvo Gedeón, aunque habla que tuvo al
menos setenta y dos hijos (Jue. 9:5).
Tan
pronto como Gedeón murió, muchos Israelitas comenzaron a abusar de su
prosperidad y recurrieron a la ociosidad y a la facilidad. Inmediatamente
comenzaron a desviarse de adorar a Dios y volvieron otra vez a adorar a Baal y
la Pascua (Istar/Astarte), el dios y la diosa principal de los paganos. Esa
religión falsa había sido desarrollada en formas y nombres diferentes entre
naciones diversas desde las épocas remotas de Nimrod y su esposa madre Semiramis.
Pronto la mayor parte de la nación había perdido respeto a lo que Gedeón había
logrado y lo que Dios le ordenó. Se notó que Israel otra vez se dirigía hacia
una caída, esta vez descendió rápidamente en el sufrimiento de la guerra civil
(Jue. 8:30-35).
Los recursos:
La fuerza de Gedeón y los últimos Días (No. 22)
Siete Grandes Pascuas de la Biblia (No. 107)
q