Iglesias Cristianas de Dios

[CB56]

 

 

 

Gedeon

 

(Edición 1.0 20060422-20060422)

 

Cuando el ángel del Señor se apareció ante Gedeón le dijo, “El Señor está contigo, guerrero poderoso. Ve con la fuerza que tienes y salva a Israel de la mano de Madian.” Este papel ha sido adaptado de los capítulos 61-63 de Bible Story Volume III por Basil Wolverton, publicado por Prensa de la Ambassador college press. Algunas de las Sagradas Escrituras ha sido tomadas de Santa biblia nueva versión Internacional, Derechos de Autor 1973, 1978,1984 Sociedad Bíblica Internacional. Usado bajo permiso de Zondervan Bible Publishers.

 

 

 

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(Derechos reservados ã 2006 Iglesias Cristiana de Dios, ed. Wade Cox)

(tr. 2009)

 

 

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Gedeón

 


Continuamos aquí del papel Jueces para Israel (No. CB055)

 

Por cuarenta años más, después del derrocamiento de Jabín, Israel estuvo libre de enemigos (Jue. 5:31). Pero antes de que muchos años hubieran pasado, otra generación de Israelitas nació, y una gran parte de Israel volvió a caer en una vida desordenada e ilegal, cada hombre siguiendo su propia conciencia – haciendo lo que el creía qué era mejor – permitiendo que su propia opinión, en lugar que la Ley de Dios, le dijera cómo vivir.

 

Los Madianitas otra vez

Aproximadamente doscientos años antes, cuándo Moisés era el líder, Israel casi había arrasado con la nación idólatra de Madian en su frontera Este con el Mar de la Sal (Mar Muerto). Desde esa vez los Madianitas habían aumentado grandemente en número y, aunque varias generaciones habían pasado desde la guerra fatal con Israel, un profundo odio en contra de sus vencedores todavía existía en los Madianitas.

 

En este punto Dios entró para usar a los Madianitas para castigar a Israel. ¡El resultado fue que los Madianitas acabaron con cuarenta años de libertad, placer y pecados de Israel!

 

Los Israelitas se habían vuelto tan desorganizados y débiles que los feroces Madianitas los echaron fuera de sus ciudades y de sus granjas. Por millares, los Israelitas corrieron por sus vidas hacia las montañas. Se escondieron en cuevas y aun en cañones estrechos, aislados – dondequiera que se pudieran esconder (Jue. 6:1-2).

 

Los Madianitas se mantuvieron en movimiento, hacia atrás y hacia adelante a través de todas las áreas para derrotar a los Israelitas y despojarlos de su ganado y sus cultivos. En su regreso para cada área conquistada, los Madianitas atacaban a cualquier Israelita que había tratado de regresar a su casa.

 

Viviendo como animales

A pesar de todo esto, los Israelitas tercamente continuaron viviendo a su propia manera, aunque tuvieron que vivir en cuevas como animales, en vez de arrepentirse y obedecerle a Dios y tener Su protección divina.

 

Las ciudades tomadas, las granjas fueron despojadas de su producto y los invasores agarraron a los rebaños y las manadas que pastaban en los valles antes de que los Israelitas los pudieran esconder en las montañas. El número de enemigos eran esta vez tan grande y se esparcía tanto que los Israelitas tenían poca o ninguna oportunidad para ir a conseguir comida. Se vieron forzados a quedarse en sus refugios en las montañas al borde de la inanición (Jue 6:3-6).

 

Para cuando siete años habían pasado, Israel estaba en una condición desesperada, media muerta de hambre.

 

A este tiempo un hombre cuyo nombre no es mencionado en las Sagradas Escrituras fue escogido por Dios para recordarles a los Israelitas que habían traído esta calamidad sobre ellos mismos por su desobediencia a Dios. El pueblo ya le había estado suplicando a Dios por perdón y ayuda (vv. 6-10).

 

El arrepentimiento trae ayuda divina

El ángel del Señor vino y se sentó debajo del roble en Ofra que pertenecía a Joas, donde su hijo Gedeón un día trillaba el trigo en un lagar para esconderlo de los Madianitas. Cuando el ángel del Señor se apareció ante Gedeón le dijo, “El Señor está contigo, guerrero poderoso.”

 

Gedeón contestó, " Pero si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Dónde están todas sus admiraciones sobre las que nuestros padres nos contaron? Ahora el Señor nos ha abandonado y nos ha metido en la mano de Madian” (vv. 11-13).

 

El ángel del Señor dijo, “Ve con la fuerza que tienes y salva a Israel de la mano de Madian. ¿No te envió yo?” (v. 14).

La comisión divina de Gedeón

¿"cómo es esto posible para mí, de ayudar a rescatar a Israel, Mi señor"? Gedeón pregunto. " Mi clan es el más débil en Manases, y soy el menor de mi familia.”

 

El ángel contestó, " Yo estaré contigo, y tu derribarás a golpes a todos los Madianitas juntos” (Jue. 6:15-16).

 

Gedeón sintió que no podía aceptar tal responsabilidad sin tener certeza de que este hombre era realmente un ser divino en forma humana. Por otra parte, él no podía arriesgarse a rehusar  una comisión de Dios. 

 

Él le pidió al hombre que continuara descansando bajo el roble, se excusó y se apresuró a su casa, no muy lejos, para preparar rápidamente una ofrenda sacrificial de comida. Cuando regresó le presentó las tortas sin levadura, el caldo y una cabra hervida al ángel del Señor.

 

Éste era el tiempo para la Pascua, la cuál los Israelitas no celebraban porque rendían culto a dioses paganos siguiendo las costumbres de las naciones alrededor de ellas.

 

"Coloca la carne y las tortas en esta roca plana y derrama el caldo sobre ellas, “el Ángel le dijo a Gedeón, y él lo hizo.

 

El ángel del Señor luego tocó la ofrenda con la punta de su bastón. ¡Abruptamente salió fuego de la roca, rápidamente consumiendo la comida! ¡Cuando Gedeón bajo su mirada del espectáculo, el ángel había desaparecido! (vv. 17-21).

 

Por medio de esta acción el ángel del Señor (quien más tarde se convirtió en la persona de Jesucristo) restablecía la Pascua y las Leyes.

 

¡La idolatría debe irse!

Fue entonces que Gedeón comprendió que fue el ángel del Señor que le había visitado. Sintió temor de que podía morir porque había confrontado al ángel del Señor.

 

No tengas miedo," escucho que la voz decía. "no vas a morir".

 

Gedeón estaba tan agradecido e impresionado que construyó un altar allí y lo dedicó a Dios (vv. 22-24). Esa misma noche el Señor le dijo a Gedeón que derribara el altar de su padre del dios pagano Baal y construyera un altar apropiado para Dios en la parte superior de este y que ofreciera un toro como sacrificio por fuego.

 

Porque temía de su familia y de los hombres del pueblo, Gedeón espero hasta la noche, luego tomó a diez de sus sirvientes e hicieron como el les dijo. En la mañana los hombres del pueblo vieron el altar de Baal y sus otros objetos de culto demolidos y un toro sacrificado en el altar nuevo. (Diez es el número de personas requeridas por grupo familiar para el sacrificio de la Pascua.)

 

Cuando la multitud enojada oyó que Gedeón había hecho esto exigieron a su padre (Joas) que lo sacara. ¡" Él es culpable de la demolición de nuestro altar! Debemos matar a Gedeón porque ha destruido el altar de Baal”.

 

Joas estaba irritado por lo que probablemente Gedeón había hecho, pero no quería ver a su hijo caer en las manos de estas personas iracundas.

 

¿"Porque deben ustedes exigir algo para vengar a Baal "? Joas le preguntó a la multitud. “Si Baal es un dios verdadero, seguramente él se vengará a sí mismo antes de que otro día haya pasado. ¡Si mi hijo es culpable, Baal no le dejará vivir "! Por esto es que Gedeón fue también llamado Jerobaal – que quiere decir, dejen a Baal defenderse a si mismo (Jue. 6:28-32).

 

Este consejo aquietó a la multitud. Ninguno de los adoradores de Baal quería decir que su dios pagano carecía de la habilidad de tratar con sus enemigos el solo. Gradualmente el gentío se disperso.

 

Los paganos con miedo

Entretanto, la palabra se había filtrado hacia los enemigos que un campeón estaba a punto de conducir a Israel a luchar  en contra de Madian. Los Madianitas les pidieron a los Amalecitas y algunas tribus árabes que vinieran y los apoyaran en contra de Israel.

 

Pronto miles tras miles de soldados se movilizaron al valle de Jezreel, el lugar donde las fuerzas del rey Jabín habían encontrado una miserable derrota varios años antes.

 

Gedeón sopló una trompeta para congregar al pueblo de Abiezer, y envió mensajeros a las tribus de Manases, Aser y Neftalí a pedir hombres para venir y pelear contra los Madianitas (Jue. 6:33-35).

 

Cuando Gedeón se dio cuenta de cuantos hombres estaban bajo su mando, él comenzó a preguntarse si podría cumplir a cabalidad con la tremenda tarea que le había sido dada. Preocupado e incierto, él fue a un lugar privado para rogar a Dios.

 

"necesito una promesa de ti," Gedeón rogo. “Por favor muéstrame otra vez que soy el mismo que has escogido para guiar a Israel en contra de Madian. Esta noche esparciré un vellón de lana en el suelo de la era. Mañana por la mañana, si la lana está mojada con rocío y la tierra esta seca, luego sabré con toda certeza que  me has escogido para ayudar a salvar Israel”.

 

Temprano la mañana siguiente Gedeón salió corriendo para examinar el vellón. Estaba pesado con rocío. De hecho, Gedeón lo levanto y estrujó bastante agua para llenar un tazón de buen tamaño. Al mismo tiempo él no encontró signo de humedad sobre el terreno o el pasto cercano.

 

Luego Gedeón dijo a Dios, "confío que no te enojaras si pido una señal más. Déjame tener una prueba más con el vellón. Esta vez este la lana seca y la tierra cubierta de rocío.” Esa noche Dios hizo eso. Sólo la lana estaba seca mientras la tierra estaba cubierta de rocío (Jue. 6:36-40).

 

Gedeón derrota a los Madianitas

Gedeón ya no tuvo ninguna duda. La mañana siguiente él les ordenó a todos los soldados Israelitas marchar hacia el valle de Jezreel. Fueron y acamparon esa noche en el lado sur del valle en las laderas del Monte Gilboa. El campamento de Madian estaba al norte de ellos en el valle cerca de More. La dirección de los dos campamentos tiene similitud con los Reyes del norte y del sur en las guerras de los últimos Días (vea Daniel 11).

 

Cuándo fueron numerados y organizados en unidades militares, fue encontrado que había treinta y dos mil de ellos.

 

Dios estaba listo para enseñarle a Gedeón una muy necesitada lección de fe.

 

¡Demasiados soldados Israelitas!

El ángel del Señor dijo a Gedeón, “tienes demasiados hombres para yo poder entregar a Madian en tus manos. Para que Israel no pueda jactarse en contra de mí de que su propia fuerza la ha salvado, anuncia a las personas que cualquier que tenga miedo de combatir contra los madianitas tienen libertad para dejar este lugar”.

 

Así es que veintidós mil hombres se retiraron del ejército. Esto dejó a Gedeón con sólo diez mil hombres. Eso significaba un soldado Israelita poco entrenado por al menos trece soldados enemigos bien entrenados en batalla (Jue. 7:1 - 3).

 

Pero el ángel dijo a Gedeón, “Todavía hay demasiados hombres. Llévalos a todos ellos a beber agua. La manera en la cual beban determinará cuántos hombres tomarás contigo. Te diré más tarde a cuál has escoger”.

 

Gedeón condujo a sus diez mil hombres al agua. Allí el ángel dijo “Separa a esos que lamen el agua con sus lenguas como un perro, de esos que se arrodillan para beber”. Trescientos hombres bebieron el agua a lengüetadas con sus manos en la boca. Todos los demás se arrodillaron para beber.

 

Luego el ángel le dijo a Gedeón que con los trescientos hombres que lamieron el agua el salvaría a Israel y entregaría a los Madianitas en sus manos (Jue. 7:4-6). El agua es un símbolo del Espíritu Santo y estas aguas vivas manan de Cristo (Jn. 4:10-11,14).

 

¡Todos los demás soldados – casi diez mil – fueron despedidos a sus casas! Dios sabia que era difícil para Gedeón entender cómo podrían vencer unos meros trescientos hombres a una multitud tan grande (Jue. 7:7-8; Zac. 4:6). Israel era la herencia de Cristo y aunque la fuerza fue congregada y preparada para la batalla, él eligió usar sólo trescientos para ir a la batalla con él. Esto es como el pequeño ejército de la Iglesia de los último Días que esparce la palabra de Dios y le advierte a las naciones de la segunda venida del Mesías.

 

El campamento de Madian yacía abajo en el valle. Durante esa noche el Señor dijo a Gedeón, “Levántate y baja contra el campamento, porque voy a darlo en tus manos.  Si tienes temor en atacar, baja al campamento con tu criado Fura y escucha lo que dicen. Cuando te enteres del estado de ánimo del enemigo, te animaras”. Así que en la noche Gedeón fue con Fura, su criado, al campamento de los Madianitas (Jue. 7:9-11).

 

Pasando por una de las tiendas de campaña, su atención fue atraída por una conversación entre dos soldados Madianitas que estaban dentro.

 

"Tuve un extraño sueño anoche," oyeron decir a uno de los hombres. “Soñé que un pedazo enorme de pan de cebada vino rodando hacia el campamento de Madian. Golpeó la tienda de campaña con tanta fuerza que se volcó y colapsó.”

 

Su amigo contestó, “Eso sólo puede ser la espada de Gedeón hijo de Joas, el Israelita. Dios le ha dado a los Madianitas y el campamento entero en sus manos"(Jue. 7:12-14).

 

Gedeón no se quedó a oír más. Ahora él estaba totalmente convencido de que Dios cumpliría su promesa de destruir a los invasores. Él dio gracias a Dios por la seguridad que había recibido. Ahora que Gedeón se había arrepentido de su débil fe, Dios pudo usarlo.

 

¡Él regresó con su criado al campamento de Israel y gritó, “Levántense! El Señor ha dado el campamento Madianita en sus manos.”

 

¡Dios lucha las batallas de Israel!

Según las instrucciones de Dios, Gedeón dividió a los hombres en tres grupos. Silenciosamente se expandieron alrededor del campamento, pero en lugar de llevar armas en sus manos, cada hombre llevaba una trompeta y un jarro, con una antorcha escondida en cada jarro (vv.15-16).

 

Tan pronto como sus hombres estuvieron en posición, Gedeón sopló su trompeta. Esa era la señal para que todos los hombres soplaran sus trompetas. Luego Gedeón rompió su jarro y sujetó su antorcha en lo alto para que todos vieran. Rápidamente los trescientos hombres también rompieron sus jarros. ¡La luz de trescientas antorchas resplandecientes fue repentinamente revelada! (Jue. 7:16-20).

 

El ruido y la luz abrupta de todas direcciones, confundió y sobresalto a los Madianitas. Aun los guardas fueron tomados por sorpresa. En la oscuridad parecía que un vasto ejército los rodeaba completamente. Para acrecentar su alarma, una multitud de voces gritando, vino de los alrededores.

 

¡" LA ESPADA DEL SEÑOR Y DE GEDEON!" fueron las palabras fuertes de los hombres de Gedeón que sonaron por toda la llanura.

 

Creyendo que un número increíble de Israelitas armados se cerraba alrededor de ellos, los Madianitas salieron precipitadamente de sus tiendas de campaña. Estaba tan oscuro que en su frenesí los hombres chocaban entre si. Pensando que los Israelitas habían entrado rápidamente entre ellos, ellos se atacaron el uno al otro. Dentro de los siguientes minutos miles de Madianitas murieron por las manos de sus propios hermanos. ¡Dios había intervenido otra vez por Israel! (vv. 21-22).

 

Un poco más tarde, cuando fue evidente que los Madianitas, en su pánico, corrían rápidamente hacia el Este con rumbo a su tierra natal, Gedeón envió mensajeros a diversas partes de la tierra ocupada por los Efraimitas. Los mensajeros les dijeron a los hombres de esa tribu lo que había sucedido, y que los Madianitas posiblemente podrían ser interceptados para que no escaparan sobre el Jordán si los Efraimitas ascendían rápidamente para encontrarles.

 

Al mismo tiempo que Gedeón envió un mensajero a lo miles de hombres que él había descartado para ir a la batalla sólo algunas horas antes, informándoles que el enemigo escapaba hacia el Este, y que los Israelitas podrían ser de gran servicio por ahí persiguiéndolos (vv. 23-24).

 

Así todos los hombres de Efraín fueron llamados a salir y tomaron las aguas del Jordán hasta Bet-Bara. También capturaron y mataron a dos de los líderes Madianitas, Oreb y Zeeb. Sus cabezas fueron más tarde traídas a Gedeón como señal de victoria (Jue. 7:25).

 

"Una respuesta suave se lleva la cólera"

Los ancianos de la tribu de Efraín vinieron a Gedeón airadamente para preguntarle por qué los soldados Efraimitas no habían sido llamados durante el primer encuentro con los Madianitas.

 

"Si ustedes consideran que su tribu no tuvo chance de hacer bastante en esta campaña," Gedeón les dijo. "Entonces les debo recordar que sus soldados fueron los únicos que llegaron justo a tiempo para derrotar a la mayor parte de los Madianitas que escapaban sobre el rio Jordán. ¿Sin sus hombres allí, qué hubiéramos hecho? Fue allí que Dios entrego en las manos de sus soldados a los dos poderosos príncipes Madianitas, Oreb y Zeeb. ¡Solo esto fue un gran logro comparado con lo que mis hombres y yo hicimos!

 

Gedeón eligió apaciguar sus ofendidos sentimientos con una respuesta suave como Dios les ordena a Sus sirvientes que hagan (Pro. 15:1). Cuando oyeron a Gedeón alabando a sus soldados, estaban realmente encantados, y se fueron en un estado de ánimo muy amistoso (Jue. 8:1-3.)

 

Escape temporal para algunos

¡"no hemos ganado completamente la batalla aún"! Gedeón gritó a los Israelitas. “Una gran parte del enemigo nos ha evadido. No los podemos dejar ir, libremente. No les pido que todos vayan tras ellos, pero mis trescientos hombres escogidos y yo cruzaremos el Jordán para seguir a las tropas del enemigo que escapan”.

 

Los hombres de Gedeón estaban exhaustos, pero continuando la persecución vinieron al Jordán y lo cruzaron. Pero se estaban cansando por la falta de comida y de descanso (Jue. 8:4).

 

¡"no se desalienten, hombres"! Gedeón gritó. ¡"nuestros hermanos Israelitas en el pueblo que sigue, deben ser capaces de darnos bastante comida para restaurar nuestra fuerza"!

 

Cuando llegaron a Sucot, Gedeón le dijo a la gente del pueblo lo que había sucedido, por qué estaban de paso y que necesitaban desesperadamente comida (v. 5).

 

Los líderes de Sucot dijeron: ¿" Esperas tu que nosotros creamos que has echado fuera a la mayor parte del ejercito Madianita como tu dices, y que esos miles que pasaron realmente huyen de ustedes? ¿Esperas tu que nosotros arriesguemos nuestras vidas dándole comida a tus tropas mientras los Madianitas todavía dominan el país "? ¡Qué desprecio a la segura promesa de Dios! (Compare Lev. 26:3, 7-8).

 

Después de la esplendida cooperación que él había recibido de las otras tribus, Gedeón se ofendió por esta falta de fraternidad y fe en Dios.

 

“Ustedes se rehúsan a ayudar a la gente de su propia nación que están jugándose la vida luchando por su libertad. ¡Esto es un desafío a Dios – y todo porque ustedes tienen miedo de lo que los Madianitas le puedan hacer a ustedes, en lugar de temerle a Dios "! Gedeón dijo. ¡"su mayor miedo debe ser el castigo que recibirán de Dios por nuestras manos, por su egoísmo, cuando regresemos victoriosos"! (Jue. 8:6-7).

 

Otro pueblo se rebela

El pequeño ejército de Gedeón cansadamente siguió adelante hacia la subida nordeste del valle del rio Jaboc para seguir las huellas del enemigo. Algunas millas más allá las huellas los condujeron hacia el pueblo de Peniel, donde había una torre de piedra algo inusual, que había sido construida por los Moabitas mucho tiempo atrás como lugar de observación y como una fortaleza. Los Gaditas que vivían allí estaban realmente orgullosos de que ellos eran el único pueblo en el territorio con una torre como esta.

 

Gedeón llamó a los líderes del pueblo, relatando su situación a ellos e hizo una súplica desesperada por comida para sus hombres. Pero contestaron igual que los hombres de Sucot.

 

"estaremos de regreso después de que nos hayamos encargado de los Madianitas," Gedeón airadamente les dijo a los Gaditas congregados alrededor de él. “Entonces ustedes perderán esa torre de la cual están tan orgullosos. ¡Lo que es más, es muy probable que pierdan la vida "! (Jue. 8:8-9).

 

Dios lucha otra batalla

Como en Sucot, Gedeón y sus hombres cansadamente partieron en medio de expresiones hostiles y murmullos poco amistosos de sus hermanos Israelitas. Luego subieron por la ruta de los nómadas al este de Noba y Jogbeha y se toparon con el ejército confiado.

 

Zeba y Zalmunna, los dos reyes de Madian estaban allí con aproximadamente quince mil hombres – todos los que quedaban de los ejércitos de la gente del oriente. Los reyes trataron de escapar pero Gedeón fue tras ellos y los capturo, derrotando al ejército entero. Dios otra vez había intervenido en nombre de los Israelitas grandemente excedidos en número. (Jue. 8:11-12)

 

La destrucción de los Madianitas se había consumado, Gedeón y sus hombres luego regresaron de la batalla por el Paso de Heres. Los dos reyes Madianitas iban con ellos.

 

Gedeón atrapó a un joven de Sucot y después de preguntarle el joven puso por escrito los nombres de los setenta y siete oficiales de Sucot. Luego Gedeón vino y dijo a estos hombres, “Aquí están Zeba y Zalmunna acerca de quien ustedes se burlaron de nosotros y se rehusaron a darle pan a mis hombres exhaustos.” Gedeón luego tomó a los ancianos del pueblo y les enseñó una lección castigándoles con abrojos y espinas desérticas. Él también echó abajo la torre de Peniel y mató a los hombres del pueblo (Jue. 8:13-17).

 

La justicia rápida de Dios

Gedeón y su grupo luego siguieron adelante hacia el oeste, cruzaron el rio Jordán y entraron en la parte central de su país. Allí Zeba y Zalmunna fueron enjuiciados como los dos líderes principales de la opresión Madianita sobre Israel en estos últimos años.

 

En el transcurso del interrogatorio, Zeba y Zalmunna admitieron que habían asesinado a  varios de los hermanos de Gedeón.

 

"Si ustedes hubieran tenido piedad de mis hermanos, ahora yo tendría piedad de ustedes," Gedeón les dijo. "Puesto que ustedes despiadadamente mataron a muchos Israelitas, incluyendo a mis hermanos de sangre, ustedes apenas pueden esperar librarse de la pena de muerte por asesinato" (vv. 18-19).

 

Había una regla entre los Israelitas que el varón primogénito de una familia debería ser el único para ejecutar a cualquiera que asesinara a un pariente. Gedeón era el hijo menor de sus padres (Jue. 6:15), y por consiguiente él consideró que no le correspondía a el ejecutar personalmente a los dos reyes Madianitas, aunque su destino era más que una materia familiar.

 

El hijo mayor de Gedeón, Jeter, era sólo un muchacho adolescente, pero según el procedimiento Israelita él era el indicado para vengar la muerte de sus tíos. Cuando su padre le dijo que desenvainara su espada y matara a los dos reyes, Jeter no desenvainó su espada – él tuvo miedo.

 

Zeba y Zalmunna llamaron a Gedeón a que el mismo tratara con ellos y les diera muerte instantánea – y así lo hizo (Jue. 8:20-21).

 

Después de que los cuerpos de los dos reyes Madianitas habían sido llevados fuera y sus camellos despojados de sus valiosos ornamentos, los Israelitas sentían que la lucha con su antiguo enemigo del Este estaba oficialmente terminada. Gedeón comprendió, sin embargo, que la lucha para mantener a las personas fuera de la idolatría nunca termina, y él continuó sus esfuerzos en contra del culto pagano.

 

Un tropezadero parece inocente

No mucho tiempo después de esto, una gran multitud de Israelitas se reunió frente a la casa de Gedeón. Cuándo Gedeón salió para saber por qué tantos se habían reunido, hubo fuertes vítores.

 

"Porque tu nos has salvado de los Madianitas," un portavoz de la multitud gritó, " hemos venido a pedirte que Seas nuestro gobernante".

 

¡" no soy yo el que debe regir sobre ustedes"! Gedeón exclamó a la gente. “Ni son mi hijo ni su hijo. Si soy escogido por Dios para ser su líder, así sea. ¡Pero su Líder es DIOS "! (Jue. 8:22-23).

 

"Sin embargo, tengo una petición. Muchos pendientes de oro fueron recientemente tomados de los Madianitas asesinados y pido que cada uno de ustedes me de un pendiente de su parte del saqueo.”


 ¡"Voluntariamente te los daremos!" Contestaron.

 

Alguien extienda un abrigo sobre el suelo, y cada hombre tiró un anillo de su saqueo sobre él.  Gedeón convirtió el oro en un efod, el cuál colocó en Ofra, su pueblo. Desafortunadamente, esta cosa vino a ser tan reverenciada por la gente que eventualmente se convirtió en un objeto de culto idólatra (Jue. 8:24-27).

 

Sólo cuarenta años...

Por los siguientes cuarenta años, mientras Gedeón era su líder e implementador de ley (referido en las Sagradas Escrituras como Juez), la mayor parte de los Israelitas disfrutaron las bendiciones de paz y prosperidad (vv. 28-29). Puesto que la mayoría de la gente no sabe usar sabiamente la paz y la prosperidad, tal período puede ser peligroso. Durante ese tiempo Gedeón tuvo varias esposas. La práctica de tener más de una esposa era tolerada en aquellos tiempos, especialmente por hombres que podían permitirse el lujo de alimentar a muchos niños. La Biblia no indica cuántos hijos tuvo Gedeón, aunque habla que tuvo al menos setenta y dos hijos (Jue. 9:5).

 

Tan pronto como Gedeón murió, muchos Israelitas comenzaron a abusar de su prosperidad y recurrieron a la ociosidad y a la facilidad. Inmediatamente comenzaron a desviarse de adorar a Dios y volvieron otra vez a adorar a Baal y la Pascua (Istar/Astarte), el dios y la diosa principal de los paganos. Esa religión falsa había sido desarrollada en formas y nombres diferentes entre naciones diversas desde las épocas remotas de Nimrod y su esposa madre Semiramis. Pronto la mayor parte de la nación había perdido respeto a lo que Gedeón había logrado y lo que Dios le ordenó. Se notó que Israel otra vez se dirigía hacia una caída, esta vez descendió rápidamente en el sufrimiento de la guerra civil (Jue. 8:30-35).

 

Los recursos:

La fuerza de Gedeón y los últimos Días (No. 22)

Siete Grandes Pascuas de la Biblia (No. 107)

 

 

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