Iglesias Cristianas de Dios
[CB43]
La
Ordenación de Aarón y sus Hijos
(Edición 1.0 08012005-25112006)
Moisés tomó el aceite de la unción y sangre del altar y los roció sobre Aarón y sus hijos y sus vestiduras y así los consagró. Este papel ha sido adaptado de los capítulos 32-34 de The Bible Story Volume II por Basil Wolverton, publicado por Ambassador College Press, y cubre desde el capítulo 8 de Levítico hasta el capítulo 25 en la Biblia.
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La Ordenación de Aarón y sus Hijos
Continuamos aquí del papel de estudio Rebelión Contra las Leyes
de Dios (No. CB41).
Aarón y sus hijos consagrados
Después de que Moisés había establecido el tabernáculo en el desierto,
el Señor le dijo a Moisés, “Toma a Aarón y sus hijos, sus vestiduras, el aceite
de la unción, el becerro de la expiación, los dos carneros y la canasta con pan
hecho sin levadura, y reúne a toda la asamblea en la Tienda del Encuentro (Lev.
8:1-3 NIV).
Moisés hizo como le fue dicho. Puso delante a Aarón y a sus hijos y los
lavó con agua. Puso la túnica sobre Aarón, lo ciño con el cinto, lo vistió con
la túnica y puso el efod sobre él. Luego le puso el pectoral y metió a Urim y
Tumim en el pectoral. Luego colocó la mitra en la cabeza de Aarón y colocó la
lámina de oro, la diadema santa, en frente de ella como el Señor le había
ordenado a Moisés. (V. 4-9 NIV).
Luego Moisés tomó el aceite de la unción y ungió el tabernáculo y todo
en él, y así también lo consagró. Roció aceite en el altar siete veces,
ungiendo el altar y todos sus utensilios para consagrarlos. Vertió una parte
del aceite en la cabeza de Aarón para consagrarlo. Luego puso delante a los
hijos de Aarón, les puso las túnicas, los ciño con cintos y les coloco tiaras,
como el Señor le ordenó a Moisés (v. 10-13 NIV).
El servicio de consagración incluía una ofrenda por el pecado para la
expiación, un holocausto para la adoración (v.18) y un “carnero para la
ordenación” (v. 22) cuya sangre fue aplicada al sumo sacerdote (Aarón) en su
oreja derecha, pulgar de la mano derecha y pulgar del pie derecho (v. 23).
Después de que esto fue hecho Aarón ofreció sacrificios por el pueblo (Lev.
9:15-21). Luego bendijo al pueblo en su capacidad como sacerdote, y el Señor
tomó su ministerio con la señal del fuego milagroso (v. 23-24). Vea las notas
en Levítico 8:14 Biblia de Estudio NIV.
“Dios les permitirá entrar completamente en Su servicio del tabernáculo
sólo hasta después que hayan pasado siete días y siete noches en sus deberes en
la puerta,” Moisés le dijo a Aarón y a sus hijos. “Hagan como les ha sido
informado, o tendrán que pagar con sus vidas” (Lev. 8:31-36).
En el octavo día (después de los siete días de ordenación) Moisés les
dijo a Aarón, sus hijos y los ancianos sobre Israel que trajeran ofrendas para
los primeros servicios en el uso del altar. Toda la gente también recibió
instrucciones de estar presentes. Después de que las primeras reses muertas
fueron colocadas en el altar, Moisés, Aarón y sus hijos salieron delante del
pueblo mientras Moisés le informaba a la multitud que Dios estaba satisfecho
con las ofrendas.
Un fuego del Dios de Israel
El primer fuego que encendió el altar fue suministrado sobrenaturalmente
por fuego del cielo (Lev. 9:24; 1Rey. 18:38,39; 2Cro. 7:1-3). La ofrenda fue
consumida rápidamente por una energía más similar a un relámpago que a las
llamas comunes. Este despliegue cercano de poder de Dios sobresaltó tanto a las
personas que se postraron con temor (Lev. 9:22-24).
“Este es el fuego santo de Dios,” Moisés le dijo a Aarón. “Tus hijos
nunca deben dejar que se apague” (Lev. 6:12-13). “Dos veces al día las brasas
deben ser tomadas del altar y llevadas en un incensario al lugar santo donde
quemaras incienso en el altar de oro” (Ex. 30:1-9). Por consiguiente, era el
trabajo del sacerdote asegurar que el fuego no se apagara.
El fuego es una representación del Espíritu Santo que necesitamos
mantener ardiendo, o aumentando en nosotros. Tal como el fuego puede apagarse,
el Espíritu Santo puede ser extinguido (1Tes. 5:19), o atribulado (Efe. 4:30),
lo que puede resultar en el Espíritu Santo siendo removido de un individuo. Es
el trabajo del sacerdote enseñarle a las personas cómo obedecer las Leyes de
Dios, y por lo tanto conservar el Espíritu Santo de Dios.
Desde entonces el tabernáculo estaba en
constante uso. Temprano cada mañana los hijos de Aarón venían a cumplir con sus
deberes de preparación. Luego los animales eran matados, preparados y ofrecidos
por todo Israel. Esto era hecho nuevamente por la tarde, de modo que una
ofrenda estaba todo el tiempo sobre el altar (Lev. 6:9,12-13). Los animales sin
defecto usados para las ofrendas encendidas caracterizaban al Mesías que más
tarde vendría a morir por los pecados del mundo.
¿Por qué el sacrificio de animales?
Aarón y sus hijos tenían que cumplir con sus deberes correctamente. Había
varias clases de ofrendas planificadas por Dios para recordarles claramente a
los Israelitas sus pecados, y darles una oportunidad de adorarle con un
sentimiento de contacto cercano. Estas ofrendas enseñaban a Israel el hábito de
obedecerle a su Dios (Gal. 3:24). También enseñaban la necesidad de que un
Salvador debía venir para pagar por los pecados del mundo. Las ofrendas no eran
para pagar por el pecado. La salvación nunca vino a través de sacrificios de
animales. Fueron dados a Israel hasta la llegada del Salvador (Gal. 3:19), y le
recordaba a las personas que vendría uno a despojarse de su sangre por sus
pecados (Heb. 10:3, 4,18).
Había ofrendas encendidas, ofrendas de comida, ofrendas de paz, ofrendas
de traspaso, ofrendas por pecados de ignorancia y otros. Para cada tipo había
una ceremonia especial trazada por Dios (Lev. 1-5). Por ejemplo, si un hombre tenía
el deseo de hacer un holocausto personal como un regalo para Dios, debía traer
una de tres cosas. Tenia que ser un macho saludable, sin defecto de su ganado,
oveja, cabras, tórtolas o palomas. Había una ceremonia para cada clase de
criatura. Algunas ceremonias eran más complejas que otras, pero cada una
terminaba con la carne del animal siendo quemada.
La mayoría de las personas no comprendieron que sus sacrificios
señalaban un tiempo cuando el Ser en la nube (el ángel de Yahovah) más tarde
vendría en forma humana como Jesús el Cristo, y sería martirizados por los
pecados de los habitantes de todo el mundo.
Las ceremonias sacrificatorias incluían más que animales. El aceite de
oliva, la harina de granos, el vino y el incienso también eran usados. Algunos
eran usados en combinaciones, como panes sin levadura no endulzados por miel.
Cual fuese el ritual o sus necesidades, todo tenia que hacerse exactamente
según cómo Dios le había dicho a Moisés. Nada debía cambiar, ser añadido u omitido.
Ya no hay necesidad de sacrificios
Los sacrificios de animales ya no eran necesarios después que Jesucristo
fuese sacrificado muchos siglos más tarde, como el Cordero de Dios a morir por
los pecados de este mundo (Heb. 10:4, 10-12,18). Cuando Jesucristo se sacrificó
allí ceso cualquier necesidad de sacrificar animales como un recordatorio del
pecado (Heb. 10:3).
Dos sacerdotes rebeldes
Dos de los hijos de Aarón, Nadab y Abiu, tomaron sus incensarios,
pusieron fuego e incienso en ellos; y ofrecieron fuego desautorizado delante
del Señor, en contra de Su orden. Así que salió fuego de la Presencia del Señor
y los consumió, y murieron delante del Señor (Lev. 10:1-2).
Moisés luego dijo para Aarón, esto es lo que hablo Jehová, diciendo:
"En los
que a mi se acercan
Me santificare,
Y en presencia
de todo el pueblo
Seré glorificado."
(v. 3)
Los hijos de Aarón murieron porque desobedecieron a Dios ofreciendo
fuego extraño delante de él cuando recibieron órdenes de no hacerlo.
Lección en la obediencia
Aarón estaba sufriendo silenciosamente, contemplando los cuerpos
ennegrecidos de sus hijos. Finalmente se marchó dando media vuelta,
comprendiendo que la desobediencia había traído castigo. A pesar de la sacudida
de las muertes de sus sobrinos, Moisés no perdió el tiempo en hacer los
preparativos para los entierros, y para reemplazos con Eleazar e Itamar, otros
dos hijos de Aarón.
“No tengan luto por Nadab y Abiu,” Moisés les advirtió a Aarón y sus dos
hijos. “Si lo hacen, demostrarían que sienten que Dios ha tratado injustamente
con ellos” (v. 6-7). Sin embargo, sus parientes podían llevar luto por los dos
hombres que el Señor había destruido por fuego.
Las personas se calmaron cuando oyeron que Nadab y Abiu habían muerto
por la mano de Dios. Incluso un entierro no debía interferir con las ceremonias
del tabernáculo. Aarón tenía que cumplir con sus deberes, y Eleazar e Itamar tenían
que comenzar con los de ellos.
Los sacerdotes deben ser santos en el
ejercicio de sus deberes. Para este efecto, es también una regla que los
sacerdotes en servicio deban abstenerse de tomar vino y bebidas alcohólicas
hasta después de que hayan terminado los deberes sacrificatorios del día. El
único vino usado en las ceremonias era la ofrenda de la bebida donde el vino
era vertido como un ofrecimiento a Dios.
Los acontecimientos serios no debían tomarse a la ligera. En un caso una
cabra debió ser utilizada como una ofrenda de pecado por las personas. Cuando
Moisés se entero de la cabra ofrecida y encontró que había sido quemada se
enojo con Eleazar e Itamar, los hijos restantes de Aarón.
¿Porqué dejaron quemar la ofrenda? preguntó coléricamente. ¿Por qué no
la comieron en lugar santo, como carne santa por llevar los pecados de la
gente? (V. 16-18). “Ya que su sangre no paso al lugar santo, ustedes deberían
haberla comido en el área del santuario, como yo les dije”, Moisés dijo.
Aarón le contestó a Moisés, “Hoy sacrificaron su expiación y su
holocausto delante del Señor, pero estas cosas a mi me han ocurrido. ¿El Señor estaría
contento si hubiera comido el pecado ofrecido hoy?” (Lev. 10:19).
Cuando Moisés escucho esto se dio por satisfecho.
El Sacerdocio entonces y ahora
Dios nos dio Leyes y un sacerdocio para proteger el entendimiento de
esas Leyes y transmitir la adoración cotidiana de la nación de Israel.
Este sacerdocio era los hijos de Levi, una tribu de Israel. Esta tribu
misma estaba subordinada al orden mayor de Melquisedec. Se estimaba que Levi había
diezmado a Melquisedec cuando estaba en los lomos de su bisabuelo Abraham. Este
orden de Melquisedec representaba al nuevo sacerdocio de la Iglesia, el cual
estaba abierto a todas las naciones, o los gentiles (significando las personas
de las naciones), a través de la muerte de su Sumo Sacerdote Jesús Cristo.
Levi debía dar paso y convertirse en parte de este orden y muchos serían
añadidos a Levi y las tribus, quiénes proveerían a los sacerdotes en el sistema
nuevo.
Levi debía convertirse en un sacerdocio que fuese santo y dedicado a
Dios, como Israel era una nación santa y dedicada a Dios. Para ser santos y
limpios como siervos de Dios había reglas dadas a ellos para mantener limpios y
saludables sus mentes y cuerpos.
Esto se aplica a los siervos de Dios como en el antiguo Israel, los
sacerdotes de Levi y las naciones traídas y sirviendo bajo los sacerdotes del
Orden de Melquisedec, de quién Jesucristo es Sumo Sacerdote. Estos aspectos son
cubiertos en el Libro de Hebreos. Vea también el papel Melquisedec (No. 128)
Leyes de salud
Todo el mundo debería ser saludable. Dios intentó que su pueblo no solo debiera
saber la verdad acerca de los alimentos sino también tener vidas radiantes y
saludables.
El alimento que está limpio no siempre significa que este libre de toda
clase de suciedad. Puede ser puro en cuanto a eso, pero al mismo tiempo puede
ser inadecuado para comer. Dios hizo a los animales, las aves y peces en una
clase buena para la alimentación humana, y en otra para clase inadecuada para
la alimentación humana. La Biblia llama a una clase “limpia” y a la otra clase
“impura.”
Esto era conocido desde antes del diluvio. Noé sabia qué hacer cuando
recibió instrucciones de llevar siete parejas de cada clase de aves y animales
limpios al Arca junto con una pareja de cada clase inmunda (Gen. 7:2-3). El
conocimiento detallado de tales cosas había sido comprometido a través de los
siglos ya que los Israelitas se habían mezclado con los egipcios paganos,
quienes no tenían interés de obedecerle a Dios. Las leyes necesitaban ser
dichas con otras palabras.
Lo mismo ocurrió con los Diez Mandamientos. Adán sabía lo que eran. Así
hicieron Noé, Abraham y muchos otros. En el Monte Sinaí fueron dados a los
Israelitas para que pudieran saber, o confirmar, cuál era la voluntad de Dios.
(Vea el papel Los Diez Mandamientos (No.CB17).) A Israel fue dada la
responsabilidad de guardar las Leyes escribiéndolas y cuidando que no se
mezclaran con reglas y creencias paganas.
Dios dio reglas simples por las cuales
los animales limpios podrían ser distinguidos de los inmundos. Vea el papel Las Leyes
Bíblicas de Alimentación (No.CB19)
Dios siempre tiene buenas razones
El Creador nunca hace ninguna cosa sin una buena razón. Su mente es
superior que la del ser humano, que raramente puede entender acciones y
decisiones divinas. No obstante, el hombre intenta resolver por qué Dios le
dice que haga ciertas cosas. Y cuando no puede descubrir las razones de Dios,
generalmente decide que la obediencia es innecesaria.
El hombre debería obedecer por su propio bien, a pesar de lo poco que
entienda. Sólo entonces es bendecido. Infelizmente, millones han decidido que
los animales inmundos son buenos para comer, especialmente si Dios es agradecido
por ellos.
La razón principal de que un animal sea inmundo es que Dios no pretendía
que el hombre lo comiera. Dios hizo algunos animales para la alimentación
humana. Otros eran para trabajo, para mascotas, para consumir desperdicios y
para controlar los números de otras criaturas.
Si el hombre pudiera haber percibido cuáles animales fueron inmundos, no
habría habido necesidad que la Biblia lo dijese.
El cuerpo humano se ha degenerado desde Adán. El hombre no debería
sorprenderse de saber que mucho de esa degeneración ha sido merecido por siglos
de consumir alimentos inmundos.
“No te profanes a ti mismo con estas criaturas inmundas,” Dios advirtió.
“Manténganse limpios y santos, para que sean más aceptables a su Dios
santo” (Lev. 11:44-47).
A pesar de lo que Dios dijo, millones que reclaman ser fieles,
cristianos obedientes consideran que cualquier cosa con alto contenido de
vitaminas debe ser buena para ellos.
Discuten equivocadamente que las leyes de alimentos limpios e impuros,
inspiradas por Dios para todas las personas para siempre, eran solamente
“antiguas leyes judías” que habían sido “clavadas en la cruz” en la muerte de
Cristo.
Algunas personas codician alimentos prohibidos
Para justificar su consumo de alimentos inmundos muchas personas voltean
a 1 Timoteo 4:4-5, y señalan con entusiasmo lo que dijo Pablo:
“Porque todo lo que Dios creo es bueno, y nada es de desecharse, si se toma
con acción de gracias; porque por la palabra de Dios y por la oración es
santificado” (RSV).
Tomado fuera de su contexto, esta declaración probablemente causaría que
el lector concluya que Pablo no estaba de acuerdo con Dios o que Dios había
cambiado de idea y los humanos podían comer cualquier cosa con tal de que la
bendición de Dios sea pedida. Pero Pablo no estaba en desacuerdo con Dios,
quien jamás cambia (Mal. 3:6; Heb. 13:8). Ni Sus Leyes cambian (Mat. 5:17-18).
En 1 Timoteo 4:4-5, el Espíritu Santo le dice a Pablo que en los Últimos
Días dos doctrinas de demonios serían populares en el planeta Tierra. Los demonios
introdujeron estas doctrinas para engañar a las personas. Algunas personas
tienen ideas incorrectas sobre no casarse y no comer ciertos alimentos.
La primera doctrina de demonios es la enseñanza que las personas no
deberían casarse. Los demonios quieren destruir la unidad familiar que Dios usa
para enseñar su sistema y su Plan de Salvación. La unidad familiar es la
fundación de nuestra sociedad en la cual las naciones se construyen. Muchas
personas viven juntas sin casarse y esto no es correcto. Esto peca contra las
Leyes de Dios y sólo puede conducir al castigo de las naciones.
La siguiente doctrina es no comer las carnes que Dios específicamente
creó para que nosotros comiéramos. Esta doctrina es llamada “vegetarianismo”.
Si no comemos carne careceremos de nutrientes esenciales que necesitamos para
tener un cerebro sano. Ese no es el sistema que Dios estableció desde el
principio cuando creó a Adán. Caín era un agricultor y Abel era un pastor. La
ofrenda de Abel fue más aceptable para Dios que la ofrenda de Caín. Esa es la
razón de la cólera de Caín y la razón por la que mató a su hermano Abel (Gen.
4:1-16). Vea el papel Caín y Abel: Hijos
de Adam (No.CB7) y Las
Doctrinas de Demonios de los Últimos Días (No. 48)
Escoger ciertas palabras y oraciones de
la Biblia y añadirlas para tratar de probar mentiras es un truco antiguo. Tal
engaño generalmente puede ser revelado comparando las Sagradas Escrituras y
leer cuidadosamente los capítulos completos para encontrar los significados
exactos de ciertas palabras, locuciones y frases.
Dios no limpió a las
criaturas inmundas
Otro ejemplo de mala
comprensión se basa en Hechos 10:9-16. Si uno lee sólo esos versos, uno tiene
la impresión que a Pedro le fue dicho que Dios había limpiado las criaturas
inmundas, y que Pedro no debería vacilar en comerlas. Pero el verso 17 muestra
que Pedro supo que Dios no quería decir que comiera carne inmunda. Pedro
comprendió que no había cambiado la naturaleza de ningún animal; ¡Todavía eran
inmundos! Así que comenzó a preguntarse que significaba la visión. Él no tomó
una conclusión precipitada.
Los versos 28 y 29
muestran que la visión era para señalar que Pedro no debería estimar a ningún
hombre, independientemente de su nacionalidad, como un común o un inmundo si
trataba de vivir correctamente. No tenía nada que ver con los alimentos limpios
e inmundos.
No importa lo que se
crea sobre las criaturas limpias e inmundas, las dos clases todavía existen. La
naturaleza de los animales sucios no ha cambiado. Es la misma hoy como era
antes del diluvio, en los días de Moisés y en el tiempo de Pedro. Los que le
obedecen al Creador en estos asuntos reciben bendiciones definitivas.
El
Plan de Salvación
El gran plan de Dios
para el futuro del hombre tiene que ver con la salvación – siendo escatimado
del pecado y la muerte y recibiendo el don de vida eterna. Moisés quiso saber
de esto. Dios se lo explicó para que él pudiera pasar la vital información a
los Israelitas. Vea el papel El Plan de Salvación de
Dios (No.CB30).
Por
qué el hombre necesita salvación
Si no existiera el
pecado, el hombre no tendría que ser salvado de él. Las personas que dicen que
no necesitan salvación no saben que es el pecado o que significa la vida
eterna. El hombre debería saber que es mortal, sujeto a la muerte, y necesita
que el Espíritu de Dios como un don haga posible que viva por siempre. Dios le
aclaro esto a Moisés en la época en que el tabernáculo fue erigido. La mayor
parte del Libro de Levítico (escrito por Moisés) tiene que ver con las reglas
significadas para conservar a Israel la nación más sabia y más limpia sobre la
Tierra. Dios también dio a conocer los rituales requeridos para enseñarles a
los Israelitas la necesidad de un Salvador y el hábito de la obediencia.
El Libro de Levítico
hace obvio que las Leyes de Dios, que explican el bien del mal, son de ayuda
para hacer a todas las personas muy felices. Pero a través del tiempo han
surgido muchas religiones que ignoran esas reglas etiquetándolas de “leyes
judías,” y en lo referente a Levítico como un conteo de las antiguas “leyes de Moisés.”
Muchas personas se
refieren a las palabras ley, judío, Moisés e Israelita con
desprecio. Sus líderes religiosos sin darse cuenta han dejado de enseñarles la
verdad, o deliberadamente han refrenado la verdad de ellos. Los que han traído
la verdad (incluyendo a Jesucristo) han sido asesinados o ridiculizados porque
la verdad que anunciaban estaba en conflicto con las creencias de muchas sectas
religiosas. Los hombres siempre han odiado a los que tienen la verdad absoluta
(Mat. 23:29-35). Los que desdeñan con sarcasmo los mandamientos dados a Israel
se invitan ellos mismos a los resultados más miserables del pecado.
¿Qué
hay de malo con las Leyes de Dios?
No hay nada de malo con
las Leyes dadas a los Israelitas a través de Moisés, pero porque fueron quebrantadas,
Jesús tuvo que morir.
Cuando Moisés les dijo
a las personas las leyes civiles que Dios le dio, los Israelitas recordaron con
vergüenza como se habían ido tras el Becerro De Oro. Vea el papel Rebelión Contra las Leyes
de Dios (No. CB41).
Siete pasos para el Plan de Salvación
El Dios de Israel le dijo a Moisés que el Plan de Salvación para la
humanidad era tan importante que requeriría que las personas observaran ciertos
Días Santos anuales como recordatorios. En resumen, los siete pasos en el Plan
de Dios son figurados por siete especiales y santos periodos de tiempo. Estos
días especiales son: La Pascua, Los Días de Panes sin Levadura, Pentecostés,
Fiesta de Trompetas, Día de Expiación, Fiesta de la Recolecta o los
Tabernáculos, y el Ultimo Gran Día. Vea el papel Días Santos de Dios (No.
CB22).
Todo iba bien en la conservación de estas cosas. A pesar de sus
debilidades, los Israelitas se dieron cuenta de que eran las únicas personas a
quienes Dios revelaba Su Plan (en aquel entonces), el cual era descrito por los
Días Santos. Al escogerlos para guardar Su verdad, él estaba compasivamente
dispuesto a condonar sus pecados aunque no les prometió vida eterna en aquel
entonces.
Las personas que han olvidado estos días han olvidado el verdadero
Plan de Salvación, que estos días figuran. ¡Han venido a creer en un plan
falso! Vea el papel El Plan de Salvación
de Dios (No. CB30).
Hoy la mayoría de personas no observan los Días Santos de Dios. Pero
cada ser humano que alguna vez vivió o alguna vez vivirá debe tener la
oportunidad de aprender del gran Plan de Dios. (2Pe. 3:9; 1Tim. 2:4). Dios
tratara justamente con todo el mundo. Cada persona (Rom. 2:11) tendrá un
entendimiento completo de la manera correcta y deberá hacer su propia decisión
en lo referente a que si el o ella le obedecerá a Dios (Heb. 8:11).
De esta manera las personas del mundo son llamado a salir y ser
preparadas para unirse al cuerpo de Cristo, que es la Iglesia de Dios. Ser
preparados para convertirse en sacerdotes, como fueron los Levitas antes de
ellos. Se convierten en sacerdotes tras el Orden de Melquisedec, y siervos del
Dios Altísimo, trayendo a los elegidos al entendimiento y al bautismo en el
Espíritu Santo para que también puedan convertirse en sacerdotes del Dios Altísimo.
(La Nueva Biblia de Estudio
Internacional fue utilizada como fuente de referencia en varias partes en
este papel)
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