Iglesias Cristianas de Dios

[CB94]

 

 

 

 

Problemas en la Familia de David

 

(Edición 1.0 20061214-20061214)

 

Incluso aunque David reconoció su pecado y se arrepintió y Dios lo perdonó, sin embargo, aún tenía que sufrir las consecuencias de romper la ley de Dios según lo anunciado por el profeta Natán. Este papel ha sido adaptado de los capítulos 102 y 103, Volumen IV y capítulo 104, volumen V de The Bible Story por Basil Wolverton, publicado por Ambassador College Press.

 

 

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(Derechos Reservados © 2006 Iglesias Cristianas de Dios, ed.  Wade Cox)

(tr. 2012)

 

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Problemas en la Familia de David

 


Continuamos aquí del papel Las Conquistas de David (No. CB93).

 

Amnón y Tamar

Las cosas fueron bastante bien para David durante los siguientes meses. Luego, un evento desagradable se desarrollo. Como de costumbre, fue a causa de romper algunas de las leyes de Dios - y formaba parte de la pena que Natán había predicho. Amnón, uno de los hijos de David, se enamoró de Tamar, una de las hijas de David, pero de otra madre. Tamar era por lo tanto una media hermana de Amnón. Era una relación de sangre tan cercana que era un pecado para cualquiera de ellos pensar en el matrimonio o en cualquiera de sus privilegios. Sin embargo, Amnón tenía un gran deseo de su media hermana, y estaba tan atormentado que se enfermó.

 

Amnón tenía un amigo con el nombre de Jonadab, que también era su primo. Jonadab era un hombre muy astuto y cuando se enteró de lo que estaba molestando a Amnón, sugirió un esquema con el cual el hijo de David podía estar a solas con Tamar.

 

"Ve a la cama y finge estar enfermo", dijo Jonadab. "Cuando tu padre venga a verte, probablemente te pregunte qué puede hacer por ti. Dile que te gustaría que tú hermana Tamar viniera y prepare algo de comida para ti. Él, sin duda, le pedirá a Tamar que lleve a cabo tu deseo "(2Samuel 13:1-5).

 

El deseo de Amnón por estar con Tamar era tan grande que ansiosamente puso en acción la sugerencia de Jonadab. Cuando el rey entró para ver a su hijo Amnón le dijo: "Me gustaría que mi hermana viniera e hiciera algún pan especial delante de mí, así que yo coma de su mano."

 

David aceptó y envió a decir a Tamar que fuera a los cuartos de Amnón y preparara algo de comida para él. Así que Tamar fue a casa de su hermano, donde tomó un poco de masa, la amasó, hizo el pan delante de él y lo coció.

 

Cuando la comida estuvo lista, la sacó de la bandeja para hornear y la coloco en un plato de servir. Y Amnón rechazo la comida.

 

Él dijo furioso: "Quiero que Tamar venga aquí y me sirva, todo el mundo salga de la casa" (v. 6-9).

 

Tamar entró en la habitación de su medio hermano con la comida. Al colocar el plato delante de él, Amnón la agarró y le dijo: "Ven a la cama conmigo, hermana mía."

 

"No me obligues, hermano", le dijo ella. "¿Sabes que esto es un delito grave en Israel? ¿Dónde podre deshacerme de mi vergüenza? Y serás llamado uno de los más grandes perversos en Israel. Si me quieres para tu esposa, habla con el rey, y él arreglara nuestro matrimonio "(v. 10-13).

 

Tamar sabía que David no haría eso. Pero era lo único que se le ocurrió decir en esos momentos frenéticos para tratar de persuadir a Amnón a soltarla.

 

Pero él no le hizo caso, y puesto que él era más fuerte que ella, la violó. Entonces, de repente su amor se convirtió en odio, y ahora él la odiaba más de lo que la había amado.

 

Para agregar insulto a la injuria, le exigió que se fuera de inmediato.

 

"¡No!", Dijo. "Echarme fuera es un delito aun mayor del que ya me has hecho."

 

Pero Amnón no le hizo caso, y le gritó a su criado que echara fuera a Tamar y cerrara la puerta detrás de ella.

 

Dios puso esta experiencia en la Biblia como una lección para todos los jóvenes para que nunca se involucren en la fornicación.

 

Tamar llevaba una túnica ricamente ornamentada, como era costumbre en aquellos días para las hijas vírgenes del rey. Ahora ella rasgó la túnica y echó ceniza sobre su cabeza y se fue llorando a gritos con sus manos en la cabeza.

 

El hermano de Tamar, Absalón, le preguntó: "¿Amnón tu hermano, te violó?" No te preocupes por esto, dijo Absalón. "Y no se lo digas a nadie. Si lo hace, el escándalo te haría daño, así como a nuestra familia." Así que Tamar vivió como una mujer desconsolada en casa de Absalón (v. 14-20).

 

Un complot para tomar venganza

Su padre, David, era la última persona que Absalón hubiera querido que se enterara de este asunto. Pero las cosas más secretas tienen una manera de llegar a la luz. No pasó mucho tiempo antes de que el rey se enterara de lo que Amnón había hecho. Estaba dolido y enfadado, pero imprudentemente no le aplicó ninguna sanción a Amnón porque Amnón era su primer hijo, y él tenía un gusto especial por él. Una de las debilidades de David fue su fracaso en disciplinar adecuadamente a sus hijos (1Reyes 1:6).

 

En cuanto a Absalón, tampoco le dijo nada a Amnón, aunque lo odiaba por lo que había hecho. Sentía que una oportunidad llegaría en la cual podía causar que Amnón pagara por el crimen contra su hermana (v. 21-22).

 

Esperó dos años por esa oportunidad. Era temporada de esquila, un tiempo en que había reuniones especiales de amigos y familiares para celebrar la cosecha de lana. Absalón quería hacer de esto una ocasión muy especial, por lo que invitó a su padre y a todos sus hermanos a que vinieran a una fiesta para celebrar la ocasión. David se negó con la explicación de que sería demasiada carga sobre Absalón si todos iban.

 

Absalón insistió, pero su padre no asistiría, aunque envió su agradecimiento.

 

"Si no puedes estar aquí, entonces me gustaría que Amnón fuera mi invitado especial", dijo Absalón.

 

"¿Por qué Amnón?" David preguntó con suspicacia, recordando lo que le había sucedido a Tamar.

 

Absalón le insistió al rey y finalmente accedió a que todos sus hijos asistieran, incluyendo a Amnón (v. 23-27).

 

Más tarde, cuando todos los invitados se reunieron en su casa, Absalón emitió una orden terrible a sus siervos.

 

Absalón dijo a sus hombres: "Esperen hasta que Amnón se emborrache, entonces cuando les dé la señal, mátenlo. No tengan miedo. Voy a asumir la responsabilidad. Yo doy las órdenes aquí, y esta esta es mi orden. ¡Ánimo y háganlo!”

 

Así asesinaron a Amnón. Los otros hijos estaban tan sorprendidos y asustados por su asesinato que huyeron de la casa de Absalón (v. 28-29).

 

La Biblia no revela si Amnón fue asesinado por una lanza, una daga o una espada, pero murió repentinamente en la mesa mientras estaba demasiado aturdido como para estar al tanto de sus agresores.

 

Mientras que los hijos de David iban huyendo, un rumor salvaje de alguna manera llegó a David diciendo que Absalón había masacrado a todos sus hijos. No había manera de probar o refutar este informe. David se sentía inclinado a temer lo peor. Entró en un estado de luto, que incluyó romper sus ropas y tenderse en el suelo y todos sus siervos estaban con la ropa desgarrada.

 

Justo en ese momento Jonadab (el hijo de Simea, hermano de David) llegó y dijo: "No, no todos sus hijos están muertos. Sólo es Amnón. Absalón ha estado planeando esto desde que Amnón violó a Tamar (v. 30-33).

 

Mientras tanto, Absalón huyó (v. 34). Sabía que no sería seguro para él permanecer en casa, ni que sería bienvenido por mucho tiempo en cualquiera de las ciudades de refugio en Israel. La única seguridad posible era en la tierra de Gesur, un área al noreste de Siria. (2Samuel 15:8.) Talmai, rey de Gesur, era el abuelo de Absalón por parte de su madre. El no era demasiado amistoso con Israel, sin embargo, dio la bienvenida a Absalón ya que estaban relacionados. Durante los siguientes tres años el estuvo complacido de proteger a su nieto de aquellos que trataban de vengar la muerte de Amnón.

 

Ahora, los atalayas en la muralla de Jerusalén vieron una gran multitud que venía hacia la ciudad a lo largo del camino al lado de la colina.

 

"Mira", dijo Jonadab al rey. "Tus hijos vienen tal como he dicho."

 

Los hijos del rey pronto llegaron llorando en voz alta y el rey y sus funcionarios lloraron con ellos (v. 35-36).

 

Durante ese tiempo, David nunca se recupero totalmente de la pérdida de su hijo primogénito. Pero a medida que disminuyo su dolor, pensó más y más acerca de Absalón, finalmente lo perdono por lo que le había hecho a Amnón, y aún espero desesperadamente que Absalón regresara a Jerusalén (v. 37-39).

 

Absalón regresa a Jerusalén

Joab, leal general de David, se dio cuenta de que el rey deseaba ver a Absalón. Sintió que David quería enviar a Gesur por su hijo, pero que temía cual sería reacción del público al perdonar a un asesino en la familia real. Joab tenía un plan con el que esperaba persuadir a David para que se decidiera a que Absalón regresara a Jerusalén. El arreglo para que una sabía viuda anciana, una forastera en Jerusalén, tuviera una audiencia con el rey, y le dio instrucciones de lo qué tenía que decir. Cuando ella se presentó ante David, le dijo que ella era una viuda, madre de dos hombres que habían caído en una pelea en la que uno murió. Ella dijo que los familiares enojados estaban exigiendo que les entregara a su único hijo para que pudieran tomar su vida por lo que le había hecho a su hermano.

 

"Si matan al único hijo que me queda, entonces el nombre de mi marido muerto y la familia llegará a su fin", murmuró la mujer con tristeza.

 

"No te preocupes por este asunto", le dijo David. "Veré que tu hijo sea perdonado y que nadie le haga daño" (2Samuel 14:1-10).

 

La mujer fingió que estaba muy aliviada y agradecida. Luego dijo que le gustaría que David le explicara algo.

 

"Si tan fácilmente puedes perdonar a mi hijo, ¿por qué no has hecho lo mismo con tu hijo, que ha estado desterrado por tanto tiempo? Salvar mi hijo es algo vital sólo para mí y la familia de mi marido, pero salvar a tu hijo es importante para el bienestar de todo Israel. "

 

David finalmente dijo: "¿Tiene Joab algo que ver con tu presencia aquí?"

 

"Si", dijo la mujer. "Fue él quien me dijo lo qué tenía que decir, así tu puedes decidir tomar medidas para que tu hijo regrese a casa. Pero eres tan sabio como un ángel de Dios, y sabes todo lo que pasa" (v. 11-20).

 

Entonces el rey mandó llamar a Joab y le dijo que fuera y trajera de regreso a Absalón.  

 

Unos días más tarde Absalón volvió a su casa en Jerusalén, pero no fue llevado a ver a su padre. David sintió que era suficiente, por el momento, para que fuese perdonado. A pesar de que quería ver a su hijo, él no eligió permitir una gran reunión feliz que pudiera parecer indicar a la gente que Absalón estaba siendo considerado como libre de culpa porque era el hijo del rey (v. 21-24).

 

Absalón era un hombre muy bien parecido, cuya inusual apariencia le ganó la reputación de ser el hombre más guapo de Israel. No tenía manchas en la piel. Su pelo era tan excepcionalmente grueso y pesado y tan admirado que se hizo muy vanidoso al respecto. Lo dejó crecer muy largo y luego cada año tendría que recortarlo porque era demasiada carga para transportar. Tuvo tres hijos y una hija. Llamó a su hija Tamar, por su hermana que había estado involucrada en la razón para su complot en contra de Amnón (v. 25-27).

 

Dos años pasaron y Absalón no vio a su padre. El consideraba a Joab un amigo que podía ayudarlo a construir relaciones entre él y su padre. Así que envió un mensaje pidiéndole que tratara de ponerse en contacto con el rey. Joab no respondió. Después de enviar un segundo mensaje y de nuevo no recibir respuesta, Absalón decidió recurrir a un método más eficaz de llamar la atención de Joab.

 

Absalón dijo a sus siervos: "Id y prended fuego a ese campo de cebada de Joab que esta junto al mío", y lo hicieron.

 

Entonces Joab dijo a Absalón: "¿Por qué tus siervos prendieron fuego a mi campo?" (V. 28-31).

 

Absalón respondió. "Tuve que hacer esto para que vinieras a mí. Por favor, ve a mi padre y pregúntale por qué me trajo de Gesur. Dile que yo preferiría estar todavía allá si no se me permite verlo. Si todavía me considera un criminal, debería matarme. Tal vez sería mejor que vivir aquí como un forastero en mi propia familia".

 

Entonces Joab dijo al rey lo que Absalón le había dicho. Entonces David fue movido a enviar por su hijo inmediatamente. Absalón felizmente llegó al palacio. Cuando vio a su padre, él se puso de rodillas y se inclinó ante el rey, y David le dio un beso (v. 32-33).

 

No mucho tiempo después que Absalón fue recibido en el palacio, él comenzó a cambiar. Debido a que Absalón no había sido disciplinado, era obstinado y egocéntrico. Él empezó a codiciar el trono de su padre. La muerte de Amnón llevo a Absalón a creer que él sería el sucesor de su padre en el trono de Israel. La sola idea de entrar en ese rango y poder lo impulsó con ambición para intentar acelerar el momento en que iba a suceder.

 

La vanidad de Absalón aumentó con su ambición. El mismo contaba con un carro y caballos y con cincuenta hombres que corriesen delante de él. Se levantaba temprano y estaba al lado del camino que conducía a la puerta de la ciudad, y cuando la gente venía con una queja para presentarla al rey por una decisión, Absalón los llamaba. Cuando respondían les decía que se acercaran y expresaba interés en su problema.

 

Trataba de tomar las decisiones a favor de las partes en las que podía buscar apoyo el día en que pudiera necesitar el apoyo de tanta gente como fuera posible. Estaba acumulando seguidores que serían necesarios en el futuro próximo.

 

Pronto el hijo de David llegó a ser muy popular en Israel. Al mismo tiempo, el estaba tan impresionado con la popularidad y la forma en que fue capaz de influir en las personas, que pronto decidió que era el momento para tratar de arrebatar el reinado de Israel, de su padre David (2Samuel 15:1-6).

 

Absalón lidera una rebelión

Para ello, tuvo que irse a organizar sus fuerzas políticas y militares. Como una excusa para salir de Jerusalén, le dijo a su padre que él había hecho un voto, cuando estaba en Gesur, que si alguna vez podía volver a Jerusalén haría una ofrenda de agradecimiento especial, y posteriormente serviría a Dios.

 

"Quiero ir a Hebrón, la antigua ciudad sagrada de los sacerdotes, a ofrecer un sacrificio de acción de gracias", dijo a Absalón a David.

 

David estuvo de acuerdo, complacido de que su hijo tuviera esas inclinaciones. "Vete en paz", le dijo el rey. Doscientos hombres de Jerusalén acompañaron a Absalón a Hebrón.

 

Sin saberlo el rey, Absalón tomó muchos conspiradores con él, además de los 200, que no eran conscientes de que iban a llegar a ser algo más que simples guardias impresionantes para el hijo del rey. Absalón ya había dispuesto secretamente enviar hombres a todas las partes de la nación para ayudar a balancear a las personas para que lo apoyaran como rey. Debido a que David estaba haciéndose viejo y porque había hecho lo que la gente pensaba que eran movimientos imprudentes y poco populares, los ayudantes de campaña de Absalón tenían algunas herramientas eficaces para utilizar en la promoción del hijo de David como rey. El pueblo se volvió cada vez más agitado día a día, y mucho más de lo que se sospechaba o se le dijo David (v. 7-11).

 

Incluso Ahitofel, consejero jefe de David, se pasó al lado de Absalón (v. 12). Tal vez su razón para desertar al servicio del rey fue que él era el abuelo de Betsabé (2Samuel 11:3; 23:34). Tanto el padre de Betsabé Eliam, hijo de Ahitofel gilonita, y su esposo Urías, el heteo eran de los treinta, los valientes que fueron líderes de guerra de Israel.

 

Él pudo haber albergado alguna mala voluntad secretamente contra David por la forma en que había tratado a Betsabé y a su esposo.

 

David forzado a huir de Jerusalén

Fue una gran sorpresa para David cuando una persona leal le informo que el estado de cosas en Israel había cambiado de un día para otro. Sólo entonces se enteró de que Absalón buscaba el trono y que estaba planeando hacer un ataque sorpresa a Jerusalén en un esfuerzo repentino de obtener el control de la nación, al hacerse cargo de la sede del gobierno (2Samuel 15:13).

 

David pudo haber ordenado a los soldados que ocuparan cada pie de la muralla alrededor de Jerusalén, pero él no quería hacer de la ciudad el sitio de una posible batalla que echaría a perder la capital. En lugar de tomar medidas defensivas, llamó solo a su familia, los criados y los guardias de palacio.

 

"Prepárense para salir todos de Jerusalén" advirtió. "Absalón se ha vuelto contra mí, y podría atacarnos aquí con un ejército que ha levantado"

 

Los funcionarios declararon su lealtad a David, y le aseguraron que estaban dispuestos a ir con él a cualquier lugar.

 

Dejando diez mujeres para cuidar el palacio, David y su familia, sirvientes y guardias salieron. La parte incluía a los seiscientos hombres que David había traído de la ciudad filistea de Gat años antes, y que seguían fielmente unidos a él.

 

David estaba muy emocionado de que estas personas tuvieran la intención de permanecer con él en un momento en que muchos en Israel estaban cambiando su devoción y lealtad al rey por Absalón. David sugirió a Itai, quien ordenaba a los guardias de palacio y a otros de Gat, que él y sus hombres y sus familias permanecieran en Jerusalén, pero Itai hizo evidente que él quería quedarse con el rey pasara lo que pasara. Así que David consintió a Itai que fuera con él.

 

El país entero lloró en voz alta mientras todas las personas pasaban. Cruzaron el valle del Cedrón, y todo el pueblo se dirigió hacia el desierto (v. 14-24).

 

Abiatar y Sadoc y los levitas tomaron el arca de la alianza y la pusieron al lado del camino hasta que todo el mundo hubo pasado.

 

Agente secreto del Rey David

David se molestó cuando vio el Arca y dijo: "Regresen el Arca a donde estaba. Debemos confiar en Dios, no en el Arca. Si el Señor cree oportuno, me traerá de nuevo a ver el Arca y el Tabernáculo. Pero si él está tratando conmigo entonces haga lo que mejor le parezca."

 

Sadoc y Abiatar obedecieron con el entendimiento de que al permanecer en Jerusalén también podían observar lo que sucedería allí e informar a David de las circunstancias. David no sabía en quién más podía confiar en esa época en la que muchos de sus hombres fueron desertando (v. 24-29).

 

David fue por el camino que conducía al monte de los Olivos a orar a Dios. Esto lo hizo de una manera arrepentida, cubriendo su cabeza y no llevaba calzado. Muchos otros lo acompañaron, llorando a su paso. A David le fue dicho que Ahitofel, su consejero, estaba con Absalón. David oró para que Dios entorpeciera el consejo de Ahitofel.

 

Cuando David llegó a la cima del Monte de los Olivos, donde la gente adoraba a Dios, David encontró a Husai que le esperaba con su túnica rasgada y tierra sobre su cabeza (v. 30-32).

 

"En lugar de ir conmigo", David le dijo: "Me podrías ayudar más si regresas a Jerusalén y te unes a Sadoc y Abiatar para que me mantengas informado, a través de sus hijos, de cómo se llevan a cabo los asuntos de Jerusalén, cuando Absalón llegue allí. Tal vez incluso puedas ser de confianza para Absalón y sabiamente anular cualquier consejo que pueda ser dado por Ahitofel, que me abandono por mi hijo." Husai obedientemente regreso a la ciudad, llegando en el momento en que Absalón llego a la ciudad (v. 33-37).

 

David y Siba

Bajando del monte de los Olivos, David fue aclamado por Siba, el administrador de la casa de Mefi-boset. Siba llevaba dos asnos cargados de alimentos. Cuando David le preguntó de dónde lo había tomado. Siba le dijo que los asnos eran para llevar a David y a los miembros de su familia, por turnos, de modo que no se cansaran mucho por caminar.

 

"El pan y la fruta son para mantener la fuerza de los hombres jóvenes, y la piel de cabra de vino es para refrescar a cualquiera que pierda fuerzas, si tiene que ir al desierto", explicó Siba.

 

"¿Dónde está Mefi-boset?" David preguntó. "Me gustaría darle las gracias."

 

"Se quedó en Jerusalén", respondió Siba. "Él siente que él debe ser el nuevo rey, porque es de la familia real de Saúl".

 

David estaba sorprendido y decepcionado al saber que uno de los que había pensado que seguía siendo leal, de repente se hizo casi tan ambicioso como Absalón. Bajo la tensión de su angustia, David cometió un error de percepción. Él fue engañado.

 

"En ese caso", dijo Siba al rey: "Te daré todo lo que le pertenece."

 

"Gracias ", respondió Siba.

 

Siba había mentido acerca de Mefi-boset, que seguía siendo leal a David. Estaba haciendo todo lo posible por obtener la buena voluntad de David y su gratitud. Estaba seguro de que esto tendría merito, porque estaba convencido de que David iba a volver a dirigir Israel (2Samuel 16:1-4).

 

Maldiciones y odio

Más tarde, cuando David y sus seguidores pasaron Bahurim, un hombre de la tribu de Saúl salió corriendo de la aldea tirando piedras a David y a los que iban con él. Era Simei, hijo de Gera. Enfadado grito insultos y maldiciones, y acusó a David de haber matado a Saúl y a su familia y tomar el trono de Israel de Saúl.

 

"Ahora por fin estás pagando por todos los crímenes sangrientos que has cometido" el benjamita gritó. "Tu hijo está tomando de ti lo que tomaste de Saúl ¡Fuera de aquí!"

 

Abisai, segundo al mando de las fuerzas militares de Israel, era uno de los que acompañaban a David. Cuando se dio cuenta de lo que el hombre enojado estaba haciendo, él se enojó también.

 

"¿Por qué este perro miserable debe tratarte así?" -le preguntó a David. "Permíteme enviar hombres para atraparlo y cortarle la cabeza"

 

"¡No!" David respondió rápidamente, extendiendo una mano. "Tu manera no es la manera en que se debe tomar este asunto. ¡Que me maldiga! Dios permite que me maldiga. Dios no ha impedido que mi hijo busque mi vida, así que ¿por qué habría de impedir que este hombre muestre su odio por mí? Podría ser que si yo pacientemente soporto el abuso, Dios tendrá misericordia de mí, y tal vez me libre de este tiempo de angustia. "

 

Así que el rey y sus hombres continuaron al mismo ritmo y Simei con ellos en una colina cercana, maldiciendo y arrojando piedras contra David y lanzando polvo al aire mientras pasaban. Finalmente, el rey y todos sus seguidores llegaron a su destino, muy agotados (v. 5-14).

 

Mientras tanto, Absalón y sus soldados y partidarios se trasladaron a Jerusalén para hacerse cargo de la ciudad indefensa. Entre los que le dieron la bienvenida al hijo del rey estaba Husai, amigo de David, que había accedido a regresar a Jerusalén para tratar de ayudar a David en cualquier forma que pudiera.

 

"¡Larga vida al rey!" Husai seguía gritando mientras Absalón pasaba por una calle con sus guardias.

 

Cuando Absalón reconoció a Husai, que sabía que era un amigo cercano de su padre, le gritó: "¿Qué estás haciendo aquí? ¿Qué ha sido de tu lealtad a mi padre? Me sorprende que no hayas huido con él y sus pocos restantes súbditos"

 

Absalón pide consejo

"El que es elegido por Dios para ser rey, y el que es el preferido por la gente, es el hombre que yo elegiré para servir", declaró Husai. "Serví bien a tu padre, y ahora estoy listo para servir en tu presencia también" (v. 15-19). Husai realmente se refería a que serviría a David en presencia de Absalón.

 

Absalón entonces dijo a Ahitofel: "Danos tu consejo. ¿Qué debemos hacer?"

 

"Las diez mujeres que fueron dejadas en el palacio de tu padre eran sus concubinas", susurró Ahitofel a Absalón. "Como vencedor, debes tomarlas abiertamente como tus esposas. Veré pronto que el público escuche que tu padre te odia. Cuando todo el mundo lo sepa, la gente tendrá una posición más clara de un lado o el otro. El resultado, sin duda, será a tu favor".

 

Absalón se guio por el consejo de Ahitofel, y tomó las diez concubinas de su padre (v. 20-23). Dios permitió este crimen como el cumplimiento de una profecía hecha a David a través de Natán. El viejo profeta le había dicho al rey que alguien más abiertamente tomaría a sus esposas por haber tomado a Betsabé, esposa de Urías (2Samuel 12:9-12).

Ahitofel así se vengó de David, porque David había tomado a Betsabé, su nieta, de Urías y usó la profecía de Natán para hacerlo.

 

Más tarde, Ahitofel dio más consejos a Absalón. Era un plan sencillo con el que el hijo de David podría rápidamente y seguramente convertirse en el indiscutible rey de Israel.

 

"Yo escogería doce mil de los mejores soldados israelitas disponibles para nosotros", dijo Ahitofel a Absalón. "Yo los llevaría esta noche en busca de David y la gente con él. Me aseguraría de que David muera, pero que nadie resulte perjudicado. Traería a todas las personas de regreso a ti."

 

La idea fue del agrado de Absalón, así como de sus líderes (2Samuel 17:1-4). Sin embargo, Absalón llamó a Husai, le explicó la propuesta de Ahitofel y le preguntó qué pensaba al respecto.

 

"Ahitofel es un consejero sabio", observó Husai, "pero no creo que su plan para esta situación sea bueno." Husai sabía que el plan funcionaria. Así que se dijo que no era bueno.

 

"Tú sabes que tu padre y sus hombres son combatientes. Incluso doce mil hombres probablemente no sean muchos como para encontrar a David, y él tendría que ser encontrado para poder matarlo", dijo Husai, aprovechando la oportunidad para menospreciar la idea de Ahitofel. "David es un veterano estratega de guerra. En su estado de ánimo ahora, probablemente sea especialmente cuidadoso para no ser alcanzado. Él es como una osa a la que le han quitado sus cachorros. Él puede ser furioso y listo a la vez. Sin duda, se esconde en una cueva o un pozo en este momento, separado de su pueblo, con sus soldados ocultos para atrapar a cualquiera que vaya a buscarlo, incluso en mayor número que los tuyos. Si sus hombres matan a algunos de los doce mil tuyos, Israel se reuniría inmediatamente al lado de tu padre, y perderías tu oportunidad en el trono. Serias muy imprudente al seguir el consejo de Ahitofel en este asunto" (v. 5-10).

 

Husai continuó: "Te sugiero que reúnas tropas de todas partes de Israel para formar un ejército poderoso que puedas llevar personalmente a la batalla en cualquier lugar sin temor a la derrota. Entonces puedes estar seguro que capturaras a David y destruirás a todos los que lo defienden. Si se está ocultando en la intemperie, seguramente será encontrado. Si se está ocultando en alguna ciudad, habrá suficientes hombres disponibles para destruir la ciudad. Además, tendrás una gran fuerza de combate para repeler cualquier ataque sorpresa desde fuera del país".

 

Cuando Absalón hizo saber que estaba más a favor de este plan, sus partidarios con entusiasmo estuvieron de acuerdo con él, y eso fue así como Dios sabía que sería porque lo había decidido que de esa manera (v. 11-14).

 

Mientras se estaban haciendo planes para la elaboración de un gran ejército, Husai fue á Sadoc y Abiatar, los sacerdotes, para decirles lo que había pasado.

 

Husai dijo: "Envíen un mensaje de inmediato a David para decirle que no pase la noche en los vados del desierto. Dile al rey que lo cruce sin falta o él y sus seguidores serán asesinados."

 

Una sirvienta fue enviada con un mensaje para decirle a Jonatán y Ahimaas lo que iban a transmitir a David.

 

Contactar a David no estaba exento de peligros. Apenas los hijos de los sacerdotes comenzaron su misión, pasaron a un joven que los reconoció. No pasó mucho tiempo antes de que Absalón escuchara que Jonatán y Ahimaas fueron vistos corriendo hacia el norte. Absalón adivinó que algo en contra de su bienestar podría estar teniendo lugar. Envió soldados para encontrar a los hijos de los sacerdotes y traerlos de vuelta para ser interrogados.

 

Jonatán y Ahimaas decidieron retrasar su viaje por un momento, para no ser sorprendidos en campo abierto. Buscaron refugio en la casa de un amigo que era leal a David. Los hombres de Absalón estaban pronto recorriendo el vecindario, e incluso entrando y registrando los hogares. Cuando llegaron a la casa donde los hijos de los sacerdotes se escondían, su búsqueda fue en vano. Después de que los soldados se habían ido, la mujer de la casa salió fuera donde algunos granos estaban extendidos sobre una tela. Ella tomó el manto, descubriendo la boca de un pozo del que Jonatán y Ahimaas salieron y se fueron con seguridad y agradecidos en su camino.

 

Después de que le dijeron a David lo que había estado ocurriendo, él y los que estaban con él, partieron a buen ritmo y cruzaron el río Jordán. Al amanecer todos habían cruzado (v. 15-22).

 

Cuando Ahitofel vio que su consejo fue ignorado, aparejó su asna y se fue para su casa en su ciudad natal. Supo entonces que había sido muy tonto al desertar de David, que no había más futuro político para él, y que pronto sería considerado como un traidor a su país y, probablemente, sería condenado a muerte.

 

Más tarde, alguien lo encontró colgando sin vida de una viga en su casa. Sabía que eso le ocurriría eventualmente, y él prefería que se produjera por su propia mano (v. 23).

 

El grupo de David pronto llegó a la ciudad de Mahanaim y allí les dieron la bienvenida para permanecer leales a Manasés y a Gad. Los jefes leales de los clanes rápidamente comenzaron a reunir apoyo en torno al rey David. Cada día, más y más seguidores se unieron a David de todas partes de Israel, la mayoría de ellos habían llegado para ser voluntarios para un ejército cada vez mayor.

 

Mientras el rey David estaba en Mahanaim, Incluso Sobi, hijo del antiguo rey de Amón, trajo regalos y ayuda para David y el pueblo con él. Lo mismo hicieron dos jefes israelitas, Barzilai y Maquir de la tribu de Manasés. Después de haber escuchado que la ciudad de Manases estaba abarrotada y escaza de alimentos a causa de los muchos invitados, enviaron camas, lavabos de metal, vasijas de barro, granos, frijoles, lentejas, harina, miel, mantequilla, queso y hasta ovejas. El pueblo estuvo hambriento y cansado y sediento en el desierto y David estaba muy agradecido por estas cosas tan necesarias (v. 27-29).

 

Así que muchas personas vinieron a unirse a David, que era necesario para el contarlos y poner a los líderes al mando de un ejército organizado dividido en tres partes. Nombró sobre ellos jefes de millares y de centenas, y envió a las tropas fuera - una tercera parte bajo Joab, una tercera bajo el hermano de Joab, Abisai, y una tercera bajo Itai.

 

David intento ir junto con las tropas, pero los principales hombres bajo su mando señalaron que iba a ser una batalla por la seguridad del rey, y que debía quedarse y darles apoyo desde la ciudad (2Samuel 18:01 -3).

 

"Hare lo que parezca mejor para ustedes", David finalmente estuvo de acuerdo. Luego, dirigiéndose a Joab, Abisai y a Itai, dijo, "Sean amables con el joven Absalón por mí." Y todo el pueblo oyó estas órdenes que el rey dio a los jefes acerca de Absalón (v. 4-5).

 

 

 

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