Iglesias Cristianas de Dios
[012]
Un Pan, Un Cuerpo
(Edición 3.0 19940402-19991125-20070119)
Este
artículo examina el concepto de Cristo como Pan de la Vida y el Pan de Dios,
empezando por Juan 6:24-63.
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Un Pan, Un Cuerpo
Juan 6:24-27 Cuando vio, pues, la gente que Jesús no
estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaum, buscando a Jesús. 25 Y hallándole al otro lado del mar, le
dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? 26 Respondió Jesús y les dijo:
De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las
señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. 27 Trabajad,
no por la comida que perece, sino por la comida que la vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque
a éste señaló Dios el Padre. (RV)
Éstas fueron
ciertas personas que siguieron a Jesús para entretenerse, no se enfocaron en
las señales que él los daba, sino en la comodidad física que los daba. Esta
visión permanece hasta la fecha en la gente que participa en el cuerpo por
razones sociales, especialmente por las comodidades físicas que están a su alcance.
Juan 6:28-33
Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de
Dios? 29 Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que
creáis en el que él ha enviado. 30 Le dijeron entonces: ¿Qué señal,
pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces? 31
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del
cielo les dio a comer. 32 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os
digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan
del cielo. 33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo
y da vida al mundo. (RV)
Para mucha gente,
esto era un concepto difícil. ¿Cómo podría Jesús, un hombre, ser el Pan de
Dios? Pensaban, como muchos lo hacen ahora, en términos físicos, no
espirituales.
Juan 6:41-55
Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que
descendió del cielo. 42 Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de
José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo
he descendido? 43 Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre
vosotros. 44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no
le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. 45 Escrito está
en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó
al Padre, y aprendió de él, viene a mí. 46 No que alguno haya visto
al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre. 47 De
cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. 48
Yo soy el pan de vida. 49 Vuestros padres comieron el maná en el
desierto, y murieron. 50 Este es el pan que desciende del cielo,
para que el que de él come, no muera. 51 Yo soy el pan vivo que
descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el
pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. 52
Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a
comer su carne? 53 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si
no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en
vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida
eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. 55 Porque mi carne es
verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. (RV)
Los judíos
entendieron esto sólo en un nivel físico. La terminología parece indicar que
Jesús se refería a algún tipo de canibalismo. Pero todos entendemos a través de
las actividades posteriores que Jesús no hablaba de canibalismo.
Juan 6:56-63 El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí
permanece, y yo en él. 57 Como me envió el Padre viviente, y yo vivo
por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. 58
Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el
maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente. 59
Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum.
60 Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta
palabra; ¿quién la puede oír? 61 Sabiendo Jesús en sí mismo que sus
discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende? 62 ¿Pues
qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero? 63
El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que
yo os he hablado son espíritu y son vida. (RV)
Jesús se refería
al acto de compartir en el Reino de Dios y de participar en sus misiones y
trabajo, lo cual tiene como símbolo el comer y beber de su vida y el mensaje
que es de Dios (Juan 4:34).
Juan 4:34 Jesús les
dijo: Mi comida es que haga la voluntad de Él que me envió, y que acabe su
obra. (RV)
Tal y como el
alimento de Cristo es hacer la voluntad del Padre, entonces nosotros también
comemos del cuerpo de Cristo al hacer su trabajo.
Debemos absorber
continuamente la vida de Cristo – su mentalidad, palabras, actitud y sus
ejemplos – porque así participamos en la naturaleza divina de Dios, como Cristo
lo hizo (2Pedro 1:4). Así nos convertimos en piedras vivas, desechados por los
hombres, pero elegidos por Dios y preciosos, formando parte de una casa
espiritual, como un sacerdocio santo para ofrecer sacrificios espirituales que
Dios acepta por medio de Jesucristo (1Pedro 2:4).
Nuestras vidas
espirituales deben estar entrelazadas a la vida del Mesías como gente especial,
como una generación elegida y un sacerdocio de sangre real. Cada uno de los elegidos
forma parte de este sacerdocio real.
Jesús mencionó en
Juan 6:63 que la carne no aprovecha nada. Nuestra existencia humana es cosa
pasajera y sólo existe para educarnos en la responsabilidad del Reino de Dios.
Debemos entender que Dios desea que nos enfoquemos en lo espiritual. Debemos
entender que nuestras vidas físicas, nuestra carne, en términos espirituales, no nos dan provecho alguno.
Romanos 8:6, 12,13 El
ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz, 12
Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a
la carne, 13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; pero si
por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. (RV)
Tener la
inclinación hacia los placeres carnales significa morir. Por el poder del
espíritu de Dios, nos dan la muerte. No
solamente debemos superar las actitudes carnales – sino que debemos morir de
ellas.
Romanos 8:16-17 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro
espíritu, de que somos hijos de Dios. 17 Y si hijos, también
herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos
juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. (RV)
Para superar el
pecado se requiere una auto-abnegación.
El proceso de auto-abnegación no es el ascetismo. Cristo dejó su vida para
obedecer a Dios.
1Pedro 2:21-23 Para
esto fuisteis llamados, porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos
ejemplo para que sigáis sus pisadas. 22 Él no cometió pecado ni se
halló engaño en su boca. 23 Cuando lo maldecían, no respondía con
maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino que encomendaba la causa al que
juzga justamente. (RV)
Cristo nunca
denunció. Cristo no disculpó su comportamiento debido a las carnalidades de
otros. Esto fue claro entre los hijos de Dios. Miguel el arcángel no se hubiera
atrevido a acusar al adversario cuando luchó con el
para obtener el cuerpo de Moisés (Judas 9). Cristo cargó con nuestros pecados
para que muriéramos del pecado y viviéramos en lo justo.
1Pedro 2:24 Él mismo
llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando
muertos a los pecados, vivamos a la justicia. ¡Por su herida habéis sido
sanados! (RV)
Además, por medio
de su ejemplo, nos mostró que el acto de vivir justamente requiere e implica la
posibilidad del sufrimiento. Este sufrimiento es en el proceso de trabajar con
y para el cuerpo de Cristo.
1Pedro 2:25 Vosotros
erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de
vuestras almas. (RV)
La curación que
Cristo nos trae es la de reconciliarnos con Dios.
Cuando Israel fue
liberado de Egipto, salieron como pueblo unido. Los extranjeros que se juntaban con Israel también los
acompañaron. Estos extranjeros también fueron protegidos dentro del cuerpo,
bajo Cristo, en el desierto, y se les dio maná de comer, como a Israel. Distinguieron al cuerpo de Israel y
trabajaron con Israel para adquirir la salvación como ellos la veían, la cual,
en aquel entonces, era una salvación física. Una de las lecciones que nos
enseña la temporada de la Pascua es lo que significa estar reconciliado con
Dios y reconciliado con nuestra hermandad y el estar unidos los unos con los
otros. En otras palabras, estos días nos enseñan acerca de la unidad que sigue
después de conocer el cuerpo y de participar en el pan y el vino como el cuerpo
y la sangre de Cristo (1Cor. 11:18-34).
Para causar la
unión entre nosotros se requiere del
auto-sacrificio en nuestras vidas; en otras palabras, olvidarnos de
nuestros prejuicios – olvidarnos de nuestros deseos y nuestras ambiciones
propias. Tenemos una misión de Jesucristo de ir a formar discípulos de todas
las naciones. No tenemos voz sobre quién entra en el cuerpo. Sólo podemos
discernir los que están en el cuerpo por el hecho de que hablan según la ley y
el testimonio (Isaías 8:20).
El
pan de la Cena del Señor representa el cuerpo del Mesías y la copa de vino
representa la sangre del Mesías.
1Corintios 10:16-17
La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo?
El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? 17
Siendo uno solo el pan, nosotros, con
ser muchos, somos un cuerpo; pues
todos participamos de aquel mismo pan. (RV)
1Corintios 10:16-17
La copa de bendición que bendecimos para dar las gracias, ¿no es acaso la
comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es acaso la comunión
del cuerpo de Cristo? Porque hay un solo pan, nosotros, quienes somos muchos, somos un pan, ya que todos
compartimos el único pan, (NIV)
1Corintios 10:16-17
Estaréis de acuerdo que la copa de bendición que usamos para agradecer es la
forma de compartir en la sangre de Cristo. Estaréis de acuerdo que el pan que
partimos es una forma de compartir el cuerpo de Cristo. Como sólo hay un
pan, y porque todos recibimos una parte del pan, aunque seamos muchos, somos un
cuerpo. (Barclay)
1Corintios 10:16-17
La copa de la bendición la cual bendecimos, ¿no es acaso el mismo compartir de
la sangre de Cristo? Cuando partimos el pan, ¿no es acaso el compartir en el
cuerpo de Cristo? El hecho de que nosotros, que somos muchos, compartimos un
solo pan nos hace a todos, parte de un cuerpo. (Phillips).
Hay un mensaje en
las actividades que emprendemos durante la Pascua. Por medio de compartir el
pan, representamos que somos un cuerpo. Cuando compartimos el pan, decimos que:
El discernimiento
del cuerpo es la identificación del cuerpo de Cristo, al discernir la doctrina
y lo que es la verdad. En tu participación de la Pascua, estás identificándote
con el cuerpo de Jesucristo. En efecto, estás diciendo que las personas con
quienes compartes la Cena del Señor son el cuerpo identificado de Cristo, como
el Israel verdadero espiritual. Si no estás de acuerdo con sus doctrinas
fundamentales, entonces no tienes razón para estar con ellos en la Cena del
Señor.
El pan representa
el cuerpo de Cristo, el cual no es simplemente el cuerpo físico que Cristo tuvo
como hombre, sino también el organismo espiritual que encabeza, la Iglesia.
Como cada uno de nosotros compartimos un pedazo de pan de la misma fuente,
entonces compartimos como participantes del mismo organismo espiritual, la Iglesia
a través del Espíritu Santo.
Cuando comemos
del pan, nos comprometemos a formar parte el uno del otro en una hermandad, así
como el pan es una sola entidad.
Cristo dio su
vida como sacrificio para nosotros, para que fuéramos uno (Juan 17:21). Del mismo modo, nosotros también debemos
comprometernos para ser uno. El objetivo de Dios es el de formar una
familia, todos unidos. Sin embargo, ese objetivo requiere que formemos una
unidad entre nosotros. Dios no es
parcial ante la gente. No le conciernen nuestros niveles económicos,
nuestra educación, nuestra raza, o nuestra cultura. Él ve más allá de estas
cosas y desea que tengamos el mismo amor el uno por el otro, como Él lo tiene
hacia nosotros. Por lo tanto, compartir la Cena del Señor significa que reconocemos
a Dios, que Cristo no está dividido.
Reconocemos la unión común e igualdad de los elegidos como los sacerdotes del
reino (Apoc. 5:10).
El pan de la Cena
del Señor tiene lecciones específicas con respecto a la unión que Dios quiere
formar en nosotros.
1. Cristo escogió el
pan como símbolo de su cuerpo y la Iglesia
El Mesías no
escogió la carne como símbolo de la Iglesia a pesar de que su mismo cuerpo era
carne. La analogía del vino también es para determinar las lecciones de la
alianza con Dios. Esto se cubre en el artículo El Pacto de
Dios [152]. En la Cena del Señor, cuando quiso representar su
cuerpo y el cuerpo espiritual de la Iglesia, él escogió pan. ¿Qué hay del pan
que sirve para instruirnos, que otras cosas no pueden ilustrar?
En el Medio
Oriente, el pan era, y lo sigue siendo, el alimento básico de la dieta de una
persona normal. Varios tipos de granos eran conocidos, el más común siendo el
trigo (ISBE, Vol. 1, pp. 540-543,
art. Pan). La cebada era en segundo
lugar aunque un grano menos popular para preparar pan. El pan era tanto un
alimento básico como un símbolo de la hospitalidad. Se les ofrecía pan y agua a
los desconocidos (Nehemías 13: l y sig.), y no se despedían de nadie sin antes
darles pan (Mateo 14:15-21). El anfitrión rompía un pedazo de pan y se lo daba
a su huésped. De esta manera, también se convirtió en un símbolo de comunidad y
responsabilidad mutua. Al comer el pan, el huésped quedaba entrelazado con su
anfitrión.
Si eras el
sirviente de alguien y tu amo o ama te daba pan, entonces quedabas entrelazado con sus palabras (1Reyes
18:19, ver 1Reyes 13:9). Los sacerdotes que comieron a la mesa de Jezebel fueron entrelazados
al sistema religioso falso de ella y enseñaban por dinero, lo cual Dios
condena (Miqueas 3:11). Le hicieron la guerra a aquellos que no quisieron les
dar alimento (Miqueas 3:5).
Cuando Cristo usó
pan como símbolo de su cuerpo y de la Iglesia, el pan ya tenía una historia
simbólica abundante.
2. Las Primicias de las
Cosechas son utilizadas para el Pan del Tabernáculo
Como hemos visto,
el pan podía ser preparado con trigo o grano de cebada, y ocasionalmente con
mijo. En tiempos muy duros, las lentejas y frijoles (judías o poroto) podían añadirse a la mezcla, pero
normalmente el pan era con base de grano. El grano es a menudo usado como el
símbolo de humanos en el plan de Dios de la salvación. En Santiago 1:18, de la traducción de Barclay, dice:
Santiago 1:18 Por un acto de su propia voluntad, a
través de la palabra verdad, nos creó, como las primicias de la cosecha son
dedicadas especialmente a Él, también tuvo el propósito de que tengamos el primer y lugar más alto en toda creación.
(Barclay)
El término primicias, usado aquí proviene del
griego aparche y el léxico de Thayer lo define como:
Recolectar los primeros frutos del producto agrícola los cuales se ofrecieron a Dios; la primera porción de la masa, para
preparar los panes sagrados.
Las primicias se
desarrollan de Cristo como la Gavilla Mecida de la cosecha de cebada. Los
elegidos, en Pentecostés, simbolizan la cosecha de trigo.
La Biblia nos
muestra que el mundo se describe como un campo de trigo (Mateo 13:24-51).
Verdaderos Cristianos son semejantes a los granos de trigo que crecen entre
cizañas. El grano también se usaba para representar la resurrección de los
muertos, lo cual es la esperanza de los Cristianos.
1Corintios
15:35-38,42 Pero tal vez alguien pregunte, "¿Cómo se alcanza una
resurrección? ¿Con qué tipo de cuerpo llegan los muertos?" ¡Ahora eso sí
es una pregunta tonta! En tu experiencia personal sabes que una semilla no
germina sin "morirse". Cuando siembras una semilla, no siembras el
"cuerpo" que eventualmente producirá, sino el grano puro, de trigo,
por ejemplo, o alguna de las otras semillas. Dios le da a la semilla un
"cuerpo" según Sus leyes – un
"cuerpo" distinto para cada tipo de semilla. ... Hay
representaciones aquí sobre cómo nacen los muertos. El cuerpo es
"sembrado" con corrupción; y brota fuera del alcance de la
corrupción. Es "sembrado" con deshonor; y brota con esplendor. Es
sembrado con debilidad; y brota con poder. Es sembrado como un cuerpo natural;
brota como cuerpo espiritual. Igual como hay un cuerpo natural, también habrá
un cuerpo espiritual. (Phillips)
Se requiere que
molamos varios granos de trigo para preparar harina para un pan. La Iglesia, el
cuerpo de Cristo, está formada de varios Cristianos; vidas cosechadas por Dios
como primicias de Su gran cosecha de la humanidad. Se refinan en la recolección
y el proceso de moler para que se conviertan en una masa fina para las ofrendas
del templo. De esta forma, se convierten en panes de la proposición. Estos
panes de la proposición fueron resguardados a Leví, pero David, a través de su
consumo, mostró que los panes de la proposición iban a extenderse de su linaje
en Judá, como parte del sacerdocio Mesiánico del orden de Melquisedec (Mateo
12:4; Marcos 2:26; Lucas 6:4). Los panes de la proposición permanecieron afuera
del Lugar Santísimo con el candelabro y la mesa, mientras que en el Lugar
Santísimo se guardaba el incensario de oro y el Arca del Pacto. Esta arca tenía
la olla de oro de maná, la vara de Aarón que reverdeció y las tablas del pacto
o de la alianza (Hebreos 9:2-5).
Los querubines que la cubrían eclipsaban todo (ver el estudio El Arca del
Pacto [196]). Los panes de la proposición fueron los precursores
del maná celestial, que no podían tocarse hasta que el Espíritu Santo pudiera
abrir el camino por la muerte de Cristo. Por lo que los panes terrenales eran
el símbolo precursor de los panes celestiales. Entonces lo físico precedía y
daba paso a lo espiritual.
3. El pan es una
estructura compuesta
De la misma
manera en que se usan variedades de harinas de granos y hasta harinas de
vegetales para preparar buenos panes, así lo es con la Iglesia. Los Cristianos
varían igual como varían los tipos de granos y como varían las primicias.
El pan de buena
nutrición requiere tres partes importantes de cada grano: el salvado, el
endospermo y el germen. Una vez más, esto es un símbolo de la Iglesia. Requiere
varios tipos de gentes unidas para formar un solo cuerpo de Cristo. La
diversidad de la membresía del cuerpo de
Cristo no debe distinguirse. La diversidad debe fortalecer el cuerpo y agregar
el discernimiento – como el hierro forja el hierro – y añadirle salud al
cuerpo.
Romanos 12:4-5 De la
manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros
tienen la misma función, 5 así nosotros, siendo muchos, somos un
cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. (RV)
Romanos 12:4-5
Dentro de un cuerpo único, hay muchas partes y cada parte tiene su propia
función. De la misma manera, bien que seamos muchos, nuestra unión con Cristo
hace de nosotros un cuerpo y nosotros somos individualmente las partes
vivientes del uno y del otro. (Barclay)
Pablo usa la
analogía de un cuerpo humano con sus diversas partes para mostrarnos cómo,
aunque seamos distintos, somos siempre miembros o partes vivientes
indispensables de cada uno, bajo la dirección de Cristo, quien está la cabeza.
Romanos 12:6-8
Tenemos, pues, diferentes dones, según la gracia que nos es dada: el que tiene
el don de profecía, úselo conforme a la medida de la fe; 7 el de
servicio, en servir; el que enseña, en la enseñanza; 8 el que
exhorta, en la exhortación; el que reparte, con generosidad; el que preside,
con solicitud; el que hace misericordia, con alegría. (RV)
Romanos 12:6-8 Por
la gracia de Dios tenemos diferentes talentos. Si nuestro talento es predicar,
entonces prediquemos hasta el límite de nuestra visión. Si es el de servir a
otros, hay que concentrarnos en nuestro servicio; si es enseñar, hay que dar
todo lo que tenemos a la enseñanza; y si nuestro talento es el de estimular la
fe en otros, emprendamos ese camino. Dejen que el hombre que sea llamado para
dar, dé libremente; dejen que el hombre con la autoridad trabaje con
entusiasmo; y dejen al hombre que siente simpatía por la gente en apuros los
ayude con entusiasmo. (Phillips)
Entonces, debemos
usar nuestros talentos y aquellos que Dios crea dentro de nosotros para ayudar
a entrelazar el cuerpo de Cristo, el pan de Cristo, juntos. El hecho de que
seamos diferentes no nos distingue, sino por lo contrario, debería de
estimularnos para crear unión en nuestras relaciones con los demás. Aquellos
quienes encomiendan una oficina a él o a ella, deben apoyar a cada persona que
sirve, con entusiasmo. A través de esta conducta en la oficina y las
diferencias de las operaciones y administraciones, debemos mostrar quién tiene
la aprobación de Dios (1Cor. 11:18-19; 12:5).
4. Ser un pan sin levadura
Muchos creen que
Cristo usó panes sin levadura en la Última Cena como símbolo de su cuerpo.
Deuteronomio 16:6 muestra que el periodo de la Pascua, el cual se extiende del
14 de Nisan hasta el día 15 de Nisan,
debe pasarse en alojamientos temporales. Los judíos ya no hacen esto. Algunas
personas creen incorrectamente que los judíos también tienen el día incorrecto
y que el 14 de Nisan es la Pascua verdadera, y por lo
tanto el primer día de los Panes sin Levadura. Ambas opiniones están
equivocadas. Los judíos quitan la levadura el día 14 de Nisan.
Sin embargo, los textos piden que se evacuara la casa entera desde el 14 de Nisan, como Cristo hizo con sus acciones el 14 de Nisan. Entonces, es muy probable que el grupo no haya
cargado la levadura el 14 de Nisan y que de hecho, se
quitó la levadura a partir del 13 de Nisan.
Las antiguas tradiciones
judías también indican que se trata de ocho días de panes sin levadura, pero su
octavo día es al final, no al principio. Por lo tanto, Judá difiere en sus
actividades. Durante el anochecer del día de la Preparación de la Pascua, con
luz de velas se buscaba la levadura en la casa y se quemaba al día siguiente (Pesahim i-iii). La palabra griega usada en los Evangelios y
en 1Corintios 11 para pan es artos y Josephus (Josefo) la usa para
describir los panes de la proposición sin levadura o panes de la presencia en el Tabernáculo (Josephus,
Antiquities of the Jews (Antigüedades de los judíos), 3.6.6),
lo cual se refiere a un tipo de Israel y de Iglesia. Los comentarios de Pablo
en 1Corintios 5:6-8 también parecen indicar que los panes en la Cena del Señor
eran sin levadura. Pero sin embargo no es seguro que la Última Cena haya sido
sin levadura. Con seguridad no era el alimento de Éxodo 12 que comieron el 15
de Nisan y que representa el cuerpo del cordero
sacrificado, el cual es el Mesías.
Como todos lo sabemos,
el pan con levadura tiene bolsitas de aire entre las partículas que forman el
pan. Si hay demasiado aire en el pan, se desmorona eventualmente y se deshace.
La levadura representa el espíritu. La levadura vieja es la levadura de la
malicia y de la perversidad. Los panes sin levadura representan sinceridad y
verdad (1Cor. 5:8). La nueva levadura es del Espíritu Santo y se representa por
los panes en Pentecostés.
El espíritu
incorrecto, el espíritu de competencia, vanidad y orgullo, divide y separa a
los Cristianos de los otros. Pablo comenta sobre este espíritu dañino.
Romanos 12:3-4 Digo,
pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no
tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con
cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. 4
De la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los
miembros tienen la misma función, (RV)
Romanos 12:3-4 Como
tu maestro espiritual, yo, por la gracia que Dios me dio, les doy este consejo
a cada uno de ustedes. No acaricien las ideas exageradas que tienen de si mismos o su importancia, sino que traten de mantener una
estimación sana de sus capacidades por medio de la luz de la fe que Dios les ha
dado a todos ustedes. (Phillips)
Romanos 12:16
Unánimes entre vosotros; no seáis altivos, sino asociaos con los humildes. No
seáis sabios en vuestra propia opinión. (RV)
Romanos 12:16 No sean presumidos sino que tengan un
interés real por la gente ordinaria. No se arraiguen en sus opiniones
personales. (Phillips)
Romanos 14:13 Así
que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no
poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. (RV)
Romanos 14:13 Por lo
tanto no permitan verse los unos a los otros con ojos críticos. Mejor hay que
ser críticos de nuestra propia conducta y asegurarnos de nunca hacer nada que
logre que un hermano se tropiece o se caiga. (Phillips)
Las ideas
exageradas sobre nosotros mismos nos llevan a criticar a otros y en cambio nos
dividen, como miembros del cuerpo de Cristo. El orgullo y la vanidad son las
causas principales de la división entre nuestra hermandad y nosotros. Debemos
examinar nuestras propias actitudes y vidas en vísperas de la Pascua y
reconciliarnos nosotros mismos con nuestro hermano. Si removemos la levadura de
orgullo y vanidad de nuestras vidas – esas cosas que se inflan y causan grietas
entre la gente – estaremos más cercanos en la Iglesia, con nuestras familias y
también con otras relaciones.
5. El agua del espíritu
de Dios
El agua mezclada
con harina produce una masa. El agua del cuerpo de Cristo es el Espíritu Santo
(Juan 7:37-39; Hechos 2:18). Si bebemos de ese espíritu, si dejamos
que "se remoje" y cambiamos nuestra manera de pensar y nuestra
naturaleza, nos uniremos.
1Corintios 12:12-13
Así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del
cuerpo, siendo muchos, son un solo
cuerpo, así también Cristo, 13 porque por un solo Espíritu fuimos
todos bautizados en un cuerpo, tanto judíos como griegos, tanto esclavos como
libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. (RV)
1Corintios 12:12-13
El cuerpo es una unidad, aunque esté formado de muchas partes; y aunque todas
sus partes sean muchas, forman un
solo cuerpo. Así lo es con Cristo. Porque todos somos bautizados por un
espíritu dentro de un cuerpo – siendo judíos o griegos, esclavos o liberados –
y a todos se nos dio el único espíritu para beber. (NIV)
1Corintios 12:12-13
El cuerpo es una sola unidad, aunque tenga muchas partes, y todas las partes
del cuerpo, que son muchas, son un cuerpo unido. Es exactamente lo mismo con
Cristo. Aunque seamos judíos o griegos, aunque seamos esclavos u hombres
liberados, por medio de la acción de un espíritu, nuestro bautismo nos ha unido
en un solo cuerpo. Estamos todos saturados del mismo espíritu. (Barclay)
Entre más sigamos
la dirección del espíritu de Dios, más nos saturará nuestro ser y más
imitaremos la naturaleza de Cristo y como resultado seremos uno con los otros.
Pero se necesita más. No es suficiente que nosotros tengamos simplemente el
espíritu de Dios para enlazarnos o juntarnos como en la harina del pan. El pan
necesita textura y refinación. Y eso nos lleva al siguiente punto.
6. El aceite del
espíritu de Dios
En casi todas las
recetas, es muy común añadir aceite. El aceite le da textura y refinación al
pan. Otra vez, hay un paralelo con el cuerpo de Cristo, el pan único de la
Iglesia. Tal y como necesitamos juntarnos, también necesitamos cierta
refinación, una armonía en nuestras relaciones con los demás. En la Biblia, el
aceite también se usa para representar al espíritu de Dios. La parábola de las
vírgenes prudentes e insensatas en Mateo 25 es un ejemplo de cómo el aceite se
usa para demarcar el espíritu de Dios. El espíritu de Dios en nosotros, como
todos lo sabemos, produce un fruto (Gál. 5:22-23; Efe. 5:9; Rom.
5:5). El fruto principal del
espíritu de Dios trabajando dentro de nosotros es el amor ágape. El amor Ágape
es tener un interés genuino por los demás, amor de auto-sacrificio por los
demás. Significa tener un afecto genuino y un interés, el uno por el otro, para
olvidarnos
de los defectos y
debilidades que cada uno de nosotros tenemos. Significa tener la buena voluntad
de darle más importancia a las necesidades, cuidados e intereses de los demás
antes que los nuestros. También significa que debemos subyugar nuestros
intereses personales a las necesidades del cuerpo. Debemos trabajar juntos en
el cuerpo para demostrar que somos parte del cuerpo. Si no te juntas con otros
miembros bautizados regularmente, entonces tienes un problema espiritual serio.
No debemos abandonar las reuniones con todos nosotros. Las primeras preguntas
deben ser, ¿creen estas gentes como yo?
Si así lo creen, entonces el Cristiano no tiene derecho de adorar aparte de
ellos. Una divergencia menor de opiniones no puede usarse como pretexto para la
separación.
Filipenses 2:1-4 Por
tanto, si hay algún consuelo en Cristo, si algún estímulo de amor, si alguna
comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, 2
completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes,
sintiendo una misma cosa. 3 Nada hagáis por rivalidad o por vanidad;
antes bien, con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él
mismo. 4 No busquéis vuestro propio provecho, sino el de los demás.
(RV)
Filipenses 2:1-4 Si
existe tal cosa como los ánimos Cristianos, si existe tal cosa como el poder
del amor de consuelo, si tú y yo realmente estamos compartiendo una camaradería
que sólo el espíritu santo puede hacer posible, si tú realmente deseas
mostrarme a mí una simpatía genuina
que es como la piedad de Dios, haz que mi alegría sea completa al mantener una
perfecta armonía de pensamiento, al participar en un amor común por Dios y por
cada uno de nosotros, compartiendo una vida común, tomando cada decisión como
una unidad de pensamiento, nunca actuando por motivos de la rivalidad
competitiva o de un deseo vanidoso por un prestigio vacío. Si quieres que mi
alegría sea completa, en lugar de eso, cada uno de ustedes debe pensar con
humildad que los demás son mejor que uno mismo; cada uno de ustedes debe
concentrarse, no en su propio interés, sino también en los intereses de los
demás. (Barclay)
Colosenses
3:12-15 Vestíos, pues, como escogidos de
Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de bondad, de humildad, de
mansedumbre, de paciencia. 13 Soportaos unos a otros y perdonaos
unos a otros, si alguno tiene queja contra otro. De la manera que Cristo os
perdonó, así también hacedlo vosotros. 14 Sobre todo, vestíos de
amor, que es el vínculo perfecto. 15 Y la paz de Dios gobierne en
vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo. Y
sed agradecidos. (RV)
Colosenses 3:12-15
Ustedes son los elegidos de Dios, dedicados y amados por Él. Deben entonces
vestirse de compasión, de bondad, de humildad, de generosidad, de paciencia.
Deben soportarse los unos a los otros, y, si alguien tiene algo de qué quejarse
de otro, deben perdonarse los unos a los otros. Deben perdonarse los unos a los
otros como el Señor los perdonó a ustedes. Y, para colmo, deben vestirse de
amor, lo cual une a todas las demás cualidades y las completan. Sólo Cristo
puede lograr que los hombres vivan en una relación correcta los unos con los
otros. Este poder unificador suyo es el que debe dominar cada una de sus
decisiones, puesto que ustedes nacieron para ser un cuerpo unido. (Barclay)
El agua del
espíritu de Dios engendra en nosotros es vínculo común que nos hace juntarnos, pero el aceite del espíritu
de Dios produce en nosotros los frutos de la naturaleza de Dios que nos ayuda a
vivir juntos en unidad. Cuando nos
importan nuestros hermanos y hermanas y escogemos servirlos con generosidad,
humildad y compasión, seremos un pan.
El último
ingrediente que se añade al pan es la
sal.
7. La sal en el Pan de
Cristo significa entusiasmo
La sal le agrega
sabor al pan. Y de manera semejante, entusiasmo en nuestras vidas, una pasión y
entusiasmo por las cosas de Dios y el propósito por el cual nos ha llamado –
tanto nuestra comisión en esta vida (Mateo 28:19-20) como la gran recompensa y las responsabilidades más allá (Apo. 5:10; 20:4-6) –
agrega sabor a la Iglesia que ocasionará que sea percibida por aquellos
quienes no han sido llamados todavía.
Mateo 5:13 Vosotros
sois la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada?
No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.
(RV)
Marcos 9:50 Buena es
la sal; pero si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en
vosotros mismos, y vivid en paz los unos con los otros. (RV)
Tener sal dentro
de nosotros, o un entusiasmo por las cosas comunes de Dios que compartimos, va
a contribuir en la paz dentro del cuerpo de Cristo. Necesitamos animarnos los
unos a los otros para asegurarnos de nunca perder el entusiasmo o la sal que Dios quiere que tengamos como
parte del pan único de Cristo. De la misma manera que somos la sal de la tierra bajo este contexto de ser
llamados y colocados con moderación, también se le da sabor al pan con este
ingrediente. La Iglesia debe correctamente combinar sus atributos y habilidades
comunes para hacer el trabajo de Dios. Como dijo Pablo, debemos trabajar para
comer. Si no trabajamos para la fe, no comemos del pan.
Conclusión
Este texto se
conecta con los textos de los artículos El
Significado del Pan y el Vino [100] y El
Significado del Lavamiento de Pies [099].
Cuando comemos
del pan de la Cena del Señor, le indicamos a Dios que hemos discernido que la
Iglesia es el cuerpo de Cristo y que, tal y como el pan es uno, nosotros
también nos comprometemos a ser una unidad en la hermandad dentro del cuerpo de
Cristo. Esto, el ser una unidad, es
un proceso por el cual echamos el orgullo y la vanidad a un lado, que nos
dividen, y en vez, trabajamos con Dios para dejar que Su espíritu nos enlace,
dejar que refine nuestras relaciones los unos con los otros en amor, y
desarrollar ese entusiasmo por un propósito común y por la labor que Él nos ha
encomendado. No estamos solos en esto. Estamos juntos en esto. Hay que luchar para convertirnos en un pan, un cuerpo.
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