Iglesias Cristianas de Dios

[CB053]

 

 

 

 

 

El Sol Permaneció Inmóvil

(Edición 3.0 20060319-20061212-20080227)

 

Así es que el sol permaneció inmóvil y la luna se detuvo mientras Israel se vengaba el mismo de sus enemigos. Este papel ha sido adaptado de los capítulos 55 y 56 del Bible Story Volumes II e III por Basil Wolverton, publicado por ambassador college press

 

 

 

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El Sol Permaneció Inmóvil

 


Continuamos aquí del papel La caida de las paredes de Jerico (No. CB052).


Un complot en contra de los Heveos

Las noticias de la caída de Jericó y Ai llenaron de miedo a Adonisedec, el gobernante de Jerusalén, especialmente cuando él se enteró del pacto entre Israel y las cuatro ciudades de los Heveos, que estaban a pocas millas de Jerusalén, porque Gabaón era una de las ciudades más fuertes del área – aun más fuerte que Ai (Jos. 10:1-2). Adonisedec pensó que otras ciudades de Canaán debían agruparse rápidamente para hacer frente a los israelitas, o ser derrotados.

 

El orgulloso rey de Jerusalén envió mensajeros a los gobernantes de cuatro ciudades amorreas vecinas. Éstas fueron Hebrón (dónde los exploradores Israelitas pasaron en su viaje de regreso a través de Canaán aproximadamente cuarenta años antes), Jarmut, Laquis y Eglon, y estaban localizadas a pocas millas hacia el sureste de Jerusalén. Adonisedec les propuso unir fuerzas e invadir las ciudades Heveas para castigarlas por hacer las paces con los Israelitas (vv. 3-4).

 

Cuando los reyes de estas ciudades recibieron la súplica de Adonisedec para que sus ejércitos se unieran con el suyo para atacar a Gabaón, acordaron de inmediato enviar todos sus soldados. Sus fuerzas estaban unidas y en camino a Jerusalén, dónde las tropas de Adonisedec se añadieron. Conjuntamente estos miles de guerreros bien entrenados marcharon adelante y tomaron posición en contra de Gabaón y lo atacaron porque los Heveos eran ahora sus enemigos junto con Israel.

 

Los Gabaonitas rápidamente enviaron mensajeros veloces a Gilgal a pedir ayuda de Israel.

 

“Ayúdenos porque todos los reyes Amorreos de las montañas unieron fuerzas contra nosotros. ¡Como sus sirvientes, le rogamos a que envíen a su gran ejército para salvarnos!”(vv. 5-6).

 

Josué aprendió su lección

Josué pudo haberse preguntado si la presencia de tantos hombres guerreros quería decir que Israel podía toparse con un gran problema como castigo por no haber consultado a Dios en lo tocante de haber hecho un pacto con los Gabaonitas, o si Dios le había perdonado a él y a los ancianos cuando se arrepintieron.

 

No deseando otra situación desagradable, Josué sin dudar rogo a Dios para pedirle instrucciones de lo que tenia que hacer.

 

No tengas miedo," vino la respuesta. ¡" Ninguno de esos muchos miles seguirá vivo después de que los castigue!" (v. 8). Ahora Josué supo que Dios le había perdonado a él y a los ancianos.

 

Así con el ánimo arriba, él estaba convencido de que él debía acudir de inmediato en ayuda de los Gabaonitas. Él dio órdenes a sus oficiales de congregar al ejército de Israel para actuar inmediatamente. Después de una marcha que duro toda la noche Josué los cogió por sorpresa (vv. 7, 9).

 

El Señor los confundió e Israel los derrotó en una gran victoria en Gabaón. Los atacantes estaban tan asombrados por esta acometida repentina de los Israelitas, que cambiaron de dirección y escaparon en dirección opuesta. Los Israelitas salieron en persecución de ellos. Como rehuían de Israel el Señor arrojó grandes piedras de granizos hacia ellos desde el cielo. Más de ellos murieron por el granizo que por las espadas de los Israelitas (vv. 10-11).

 

Para cuando el enemigo había sido perseguido en gran parte de esa distancia, sin embargo, la mañana estaba medio gastada. Josué fue consciente acerca de que el debía destruir a sus enemigos antes que obscureciera, después de lo cual los que hubieran quedado tendrían éxito al escapar .

 

Un milagro poderoso

En el día que el Señor entrego a los Amorreos a Israel, Josué dijo al Señor en presencia de toda la gente, “Sol, detente en Gabaón, y tu luna, en el Valle de Ajalon ”. Así es que el sol permaneció inmóvil y la luna se detuvo hasta Israel se había vengado a sí mismo de sus enemigos (vv. 12-13).

 

El sol se detuvo en medio del día y atrasó su puesta cerca de un día completo. Detuvo Dios realmente la Tierra de girar por doce horas? No nos lo relata. Sin embargo, con Dios todas las cosas son posibles. Si este planeta en pocos minutos dejo de girar, Dios ha de haber realizado un milagro. Recuerde, la superficie de la Tierra gira a una velocidad de mil millas por hora en el ecuador y más lentamente cerca de los polos. No ha habido nunca otro día como este. Muchos líderes religiosos han mantenido la opinión que el tiempo se perdió de regreso, en la batalla cerca de Gabaón, y que como resultado el Sabbat cambio de sábado a domingo. No es así! ese día no se convirtió en otro día. Era meramente un día extra largo de 36 horas

 

El día alargado fue una razón de maravilla y de miedo para Israelitas y cananeos. Aquí vemos que Dios honró una oración sobresaliente en una forma sobresaliente porque él peleaba la batalla de Israel (v. 14).

 

Josué luego regresó con todo Israel al campamento en Gilgal (v. 15).

 

Cinco reyes Amorreos muertos

Sin embargo, los cinco reyes Amorreos habían escapado y se habían escondido en una cueva en Maceda. Cuando Josué fue informado, El les dijo a sus hombres que rodaran grandes rocas hacia la entrada de la cueva y dejaran algunos hombres allí para protegerla. Lo qué el enemigo no pensó fue que Dios no tuvo la intención de permitirles escapar.

 

Entretanto, a la orden de Josué, los Israelitas se movieron hacia el sur para ir a buscar y matar a las pocas tropas enemigas que no murieron por la tormenta de granizos gigantescos. Los siguieron bastante lejos, hacia el sur, como la ciudad de Maceda, dónde acamparon temporalmente (vv. 16-21).

 

Luego Josué envió a sus hombres a la cueva donde los cinco reyes estaban atrapados. Los hombres quitaron las piedras amontonadas allí, agarraron a los prisioneros y les llevaron a un lugar muy cerca, entre la caverna y la ciudad de Maceda. Había un buen número de árboles allí, y cinco de ellos fueron escogidos para un propósito grotesco. Los cinco reyes fueron asesinados y sus cuerpos fueron colgados en los árboles hasta la puesta del sol. Luego fueron bajados y llevados de vuelta a la cueva donde habían tratado de esconderse. Por segunda vez piedras grandes fueron amontonadas contra la entrada de la cueva, esta vez para formar una horrible cripta de entierro para los cinco hombres que habían hecho el intento de guiar a sus ejércitos en contra de Israel (vv. 22-27).

 

Mientras los cinco reyes estaban colgados en los cinco árboles, Josué y sus tropas avanzaron contra Maceda y mataron a todas las personas y dispusieron del rey de esa ciudad de la misma manera  que con el gobernante de Jericó (v. 28; 6:21).

 

Más ciudades conquistadas

En los días que siguieron, Josué y sus tropas avanzaron contra la región sureña de Canaán a atacar y demoler un número de ciudades. Los habitantes adoradores de ídolos fueron asesinados y los líderes asesinados y colgados  – todo según las instrucciones de Dios. Dios quería que la idolatría y el sacrificio de niños fuese completamente eliminada de la tierra de Israel. Incluido en estas ciudades estaba Hebrón, el lugar donde los exploradores Israelitas habían pasado cuatro décadas antes.

 

La campaña que había comenzado como un movimiento para defender a los Gabaonitas se convirtió en una victoria tremenda para Israel. Exitosos por la ayuda de Dios, los soldados regresaron a Gilgal con un gran tesoro de los despojos de la guerra – artículos de uso doméstico, herramientas, implementos, ganado y productos agrícolas (Jos. 10:29-43; 11:14).

 

La derrota de los ejércitos de estas ciudades no significo que toda la parte sureña de Canaán fue conquistada. Había todavía más ciudades y tribus  en esa región, de las que debían asumir el control. Aun después de muchos operativos militares más, de parte del ejército de Israel durante uno o dos años siguientes, allí había todavía algunas fortalezas y áreas armadas por vencer.

 

La Tierra prometida ocupada

En aquel entonces Josué se devolvió y capturó Hazor y pasó a cuchillo a su rey; Y todo el mundo allí fue también puesto a espada. Destruyeron completamente cualquier cosa que respiraba.

 

Bajo la dirección de Josué, los soldados Israelitas le prendieron fuego a Hazor. No fue la voluntad de Dios que esta ciudad, capital de los adoradores de ídolo, hogar de gobernantes paganos continuara existiendo como una tentación en la tierra donde las personas escogidas de Dios morarían (Jos. 11:1-11). Dios supo que los idólatras pronto corromperían los principios morales de los Israelitas (Num. 25:1-3; 31:14-16).

 

De Hazor, las fuerzas de Josué avanzo hacia el oeste, norte y el sur para conquistar las ciudades de los reyes que se le habían unido a Jabín en contra de Israel. Mataron violentamente a estos reyes y todos sus sujetos y tomaron botín de todo, excepto esas cosas usadas en el culto de dioses paganos (Jos. 11:12-14).

 

Aunque Canaán no era una tierra extensa, se requirió mucho tiempo para conquistar bastante de ella, a fin de que las doce tribus de Israel pudieran ocupar las áreas respectivas de las que debían asumir el control. El ejército avanzó lentamente porque iban a pie. La planificación cuidadosa a menudo les tomó días y semanas. Los exploradores eran enviados fuera para traer información. A menudo no regresaban por semanas. Fue una tarea larga e interminable tomar Canaán (vv. 15-23). Así es que Josué tomó la tierra entera, tal como el Señor le había ordenado Moisés y Moisés a su vez le había dicho a Josué. Él la dio como una herencia a Israel según las divisiones de las tribus.

 

Después de que seis años habían pasado, Israel había asumido el control de las ciudades y reinos pequeños de aproximadamente treinta y tres gobernantes enemigos (Jos. 12). Luego la tierra descanso de la guerra.

 

Aun más tierra por tomar

Cuando Josué era viejo el Señor le dijo que había todavía más lugares por ser conquistados, y dio a conocer a Josué donde estaban ubicadas esas áreas y ciudades (Jos. 13:1-6). Por ejemplo, allí estaba la tierra de los filisteos, lo cual estaba en la costa del gran Mar, y al suroeste de Canaán. Cuándo Israel había salido de Egipto, Dios a propósito causo que su pueblo bordeara esta región porque las personas eran guerreras, y los Israelitas esa vez, estaban recién liberados de la esclavitud, no estaban adiestrados o preparados para resistir a un ejército grande por medios físicos (Ex. 13:17-18).

 

La tierra dada al pueblo

Para cuando la mayor parte de Canaán había sido conquistada, Dios le dijo a Josué que había llegado el tiempo de dividir en partes la tierra a las diversas tribus, aunque existía mucha gente por expulsar de Canaán (Jos. 13:7).

 

Una reunión fue celebrada en la cuál Josué, Eleazar el sacerdote, y los jefes de las tribus de Israel, para saber que parte de las muchas áreas de Canaán deberían ser ocupadas por las diversas tribus. Moisés ya había indicado cual era la manera de repartir la tierra. Echar suertes haría francamente lo que había planificado Dios.

 

La suerte debería ser echa de varias maneras, pero este tema de escoger áreas para las tribus de Israel, probablemente fue cuestión de escribir los nombres de las tribus en pedazos de madera o piedra y estremecerlos conjuntamente en un envase. Los nombres o números de las secciones diversas de Canaán estaban escritos en otros pedazos. Luego, si Josué extraía un nombre de la tribu de un envase, y si Eleazar extraía del otro envase un número para indicar una sección de Canaán, y así sucesivamente, las localizaciones futuras para las tribus podrían así ser resueltas.

 

Como se haya hecho, Dios causó que la suerte cayera según la forma en la cual él ya había decidido estos temas. Dos tribus y media ya habían recibido sus áreas al este del Jordán, así nueve tribus y media ya recibirían su herencia (Jos. 13:7-33; 14:15).

 

Como resultó, determinar a que tierra iría cuál tribu no progresó mucho (Jos. capítulos 14; 15; 16; 17). En primer lugar, había murmuración y descontento de parte de la gente de las tribus de José – Efraín y la media tribu de Manases. Sus ancianos reclamaban que por ser ellos dos tribus grandes y poderosas, deberían recibir cuotas de tribus individuales. Entonces Josué les dio una cuota adicional en una región montañosa enmaderada (Jos. 17:14-15).

 

¿"por qué hemos nosotros, dos tribus principales, recibido una cadena de montañas arboladas en el norte, en un valle donde los cananeos enemigos tienen terribles carrozas armadas de hierro equipadas con cuchillos enormes"? Los ancianos de estas tribus le preguntaron a Josué. “todavía seremos muchos para este espacio".

 

"Puesto que ustedes son un gran pueblo, ustedes pueden despejar la tierra y sus límites más lejanos serán suyos,” fue la respuesta de Josué. “También, puesto que ustedes son tribus lideres, ustedes tendrán el poder de vencer a los cananeos que tienen carrozas. Para cuando ustedes despejen la montaña de bastante madera y destierren a los cananeos del valle, sus dos cuotas de tierra serán suficientes. Es una feria y simplemente Dios ha decidido donde morara cada tribu” (vv. 16-18).

 

En ese tiempo la suerte cayo sólo para dos tribus y media – Efraín, Judá y la media tribu de Manases. Las diversas materias que consumían tiempo continuaron surgiendo. Uno de esas tuvo que ver con la petición de un hombre que había sido uno de los doce exploradores Israelitas que había sido enviado a Canaán cuarenta y cinco años antes. Este hombre era Caleb, quien había sido la mano derecha de Josué en esa excursión. Cuando diez de los exploradores habían dicho mentiras acerca de la fuerza y el tamaño de la gente de Canaán, solo Josué y Caleb insistieron en la verdad y alentaron al pueblo a entrar audazmente y conquistar  Canaán, confiando en Dios para obtener victoria (Num. 13; 14:1-10).  

 

Caleb recompensado por su fidelidad

Por su honradez y su lealtad, a través de Moisés Dios había prometido a Caleb una herencia de primera calidad en Canaán. No fue demasiado acometedor de él, por consiguiente, recordarle a Josué que él y su familia deberían recibir la tierra que Dios había prometido en el área montañosa de Hebrón (Num. 13:22; El 14:24; Deut. 1:35-36).

 

Aunque Caleb tenia ochenta y cinco años de edad, él era todavía vigoroso y saludable, y prometió que él y sus parientes que compartirían su herencia, conquistarían a los hombres gigantes que permanecían alrededor de Hebrón (Jos. 14:6-12). Josué honró la petición de Caleb y le dio lo que él deseaba en el territorio dado a la tribu de Judá (vv. 13-15).

 

Más tarde, cuándo Caleb y su familia se movieron hacia el área de su herencia, él le prometió una de sus hijas a cualquier hombre que condujera un ataque exitoso en contra de los enemigos que estaban allí. Uno de los sobrinos de Caleb llevo acabo un ataque que venció a los cananeos locales, y a él le fue dada la hija de Caleb para convertirse en su esposa (Jue. 1:12-15). Sin embargo, su matrimonio no fue un arreglo sin amor. Estaban tan enamorados que ella inspiró a su marido a lograr grandes cosas. Muchos años más tarde él se convirtió en el primer héroe en salvar a Israel de la opresión extranjera (Jue. 3:7-11).

 

Otras tribus Israelitas que más tarde establecieron su residencia en sus respectivos dominios no fueron  tan valientes y entusiastas como el sobrino de Caleb y sus soldados, y vergonzosamente le permitieron a algunos de los cananeos compartir sus tierras. Esto no le gusto a Dios, quien quiso que ellos gradualmente desterraran a todos los cananeos, y repetidamente y explícitamente le había dado a Israel instrucciones de librar completamente la tierra del enemigo que adora ídolos paganos (Num. 33:50-56; Deut. 7:1-6). La única posible excepción que Dios consintió fue la de los Gabaonitas. Habían pedido en pro de la paz, y hubieron al menos  mencionado a Dios como el ser Gobernante Supremo, y habían demostrado alguna voluntad de vivir bajo Sus Leyes (Jos. 9:24-25).

 

Los israelitas se mueven al corazón de la tierra prometida

En la inspiración de Dios, Josué le dijo al pueblo que el tiempo de levantar el campamento había llegado y tenían que seguir adelante hacia un punto más central localizado en Canaán. Ese lugar fue Silo, cerca de veinte millas al norte de Jerusalén (Jos. 18:1). Había montañas en esa área, pero había también un valle y regiones planas en las cuales Israel tendría suficiente espacios para establecer sus campamentos y áreas de alimentación.

 

Había emociones mezcladas entre los Israelitas cuando se enteraron de que viajarían adelante. Algunos se habían cansado de vivir en Gilgal, y le había dado la bienvenida a la oportunidad de moverse. Otros consideraron a Gilgal como un área confortable y les desagrado salir.

 

En seis años el cuerpo principal de Israel casi había olvidado que tenia la intención estar en movimiento. Fue considerablemente más difícil para las millones de personas emprender la marcha con sus millones de animales de lo que había sido cuando estaban más acostumbrados a moverse. No obstante, lograron estar listos a salir para Silo a la hora que Josué ya les había indicado a ellos con bastante anticipación.

 

Cuando el pueblo llego a la región de Silo, la mayor parte de ellos se contentaron con sus alrededores. El Tabernáculo fue puesto de inmediato en el área media del campamento. Allí quedó por muchos, muchos años mientras las tribus se pasaron sus formas respectivas y se subdividieron en toda clase de problemas por su desobediencia.

 

Algunos días después de que el pueblo se asentó y la vida en el campamento en el sitio nuevo se había vuelto más fácil, Josué llamó a los ancianos para una reunión.

 

“yo estoy comenzando a admirar cómo esta de ansioso el pueblo de recibir sus herencias," Josué les dijo. “Es cierto que a siete tribus aún no se les ha mostrado la tierra de la que asumirá el control. Pero pocos parecen interesados en hacer nada excepto acampar conjuntamente como hemos estado haciendo por tantos años. ¿Es  que ustedes temen que si ustedes dividen las tribus sus enemigos los vencerán "? (Jos. 18:2-3).

 

" nos gustaría saber más acerca de las áreas a las que tenemos que ir," algunos ancianos comentaron. "Las cuatro tribus y dos medias tribus que ya han recibido sus tierras ha tenido que una buena idea de adónde marcharan, pero es poco conocido acerca de la tierra que  aún debe ser dividida entre las siete tribus restantes".

 

Los inspectores trazan un mapa de la tierra

“todavía pienso que la mayor parte de nosotros nos quedaríamos conjuntamente antes que separarnos como Dios desea," Josué contestó. “Pero su punto no debe ser descuidado. Podría ser bueno nombrar hombres capaces para examinar la tierra para determinar cómo puede dividirse mejor”.

 

Los planes rápidos estaban hechos para mirar sobre las áreas poco conocidas de Canaán para encontrar simplemente como era la tierra y cómo podría ser más sabiamente dividida. Tres hombres prominentes de cada tribu fueron escogidos por su habilidad en topografía y en geometría simple. Una fuerza militar relativamente pequeña fue enviada junto con estos hombres para protegerles de cualquier soldado cananeos que los podrían atacar.

 

Semanas más tarde los topógrafos Israelitas regresaron a Silo con un libro de mapas y la información acerca de la parte de Canaán que debía ser dividida entre los Israelitas (vv. 4-9).

 

Josué se encontró con los jefes de las siete tribus y Eleazar el sacerdote para estudiar la información y marcar el territorio del que se  trazó un mapa en siete partes. No hubo conjeturas. Las fronteras, ciudades, corrientes, los valles, las montañas, las llanuras y elevaciones estaban explícitamente marcados.

 

Otra vez, ante el Tabernáculo en la presencia de Dios, echaron suertes para las siete porciones de tierra, y las siete tribus por fin supieron cuales eran sus herencias y donde irían (Jos. 18 y 19). La tribu de Levi, siendo mantenido por los diezmos, ofrendas y sacrificios de la gente, no recibieron tierra (Jos. 18:7), aunque fueron más tarde les fue dadas ciudades para morar y campos anexados para apacentar a sus manadas (Jos. 21).

 

La última parcela para dar como herencia fue a Josué y su familia. Éste no fue un resultado de alguna demanda hecha por Josué, pero era de acuerdo a una promesa no registrada de Dios como había sido hecha con Caleb. Josué pudo elegir su área. Él escogió Timnat-Sera, una ciudad pequeña en la tierra de Efraín, a una corta distancia al oeste de Silo. Allí, Josué más tarde planificó y supervisó la reconstitución de su ciudad (Jos. 19:49-51

 

La justicia para los indefensos

Dios ya le había hablado a Moisés concerniente seis ciudades de refugio que debía ser escogido cuando Israel hubiera tomado Canaán. Estas ciudades eran lugares de seguridad para alguien que matara a otro accidentalmente o sin plan o malicia, aunque era posible que un asesino culpable también obtenga seguridad temporal en estos lugares.

 

En aquellos tiempos era legal para parientes vengar el asesinato deliberado de cualquier de su pariente asesinado violentamente al mismo obviamente responsable. A algunos, claro está, les gustaba tomar venganza aun cuando el asesinato fue accidental. Para librarse de tal vengador, uno podía escapar a la ciudad próxima de refugio, dónde él podía pretextar su caso con los ancianos en las portillas y admitir quedarse al menos hasta que pudiera haber una audición completa por los magistrados de la ciudad. Si un hombre era encontrado culpable, Él debía ser expulsado de la ciudad o entregado al vengador. Si era encontrado inocente, él debía tener la protección de la ciudad con tal de que él permanezca dentro de ella.

 

Tres de las ciudades de refugio fueron escogidas del lado este del Jordán. Fueron Beser, Ramot y Golán. Los otros tres fueron escogidos en la tierra al oeste del Jordán. Fueron Cedes, Siquem y Hebrón (Jos. 20).

 

Estando de acuerdo con los planes revelados a Moisés, los Levitas recibieron ciudades en las cuales vivirían, y en los alrededores cercanos áreas en las cuales conservar su ganado. Este asunto fue después tratado por Josué, Eleazar y los jefes de tribu. Las suertes se echaron teniendo que ver con el área de todas las doce tribus. La suerte determinó cuáles ciudades y cómo debían ser dadas de las tribus a los Levitas. De todas las tribus las ciudades para los Levitas totalizaron cuarenta y ocho, incluyendo las seis ciudades de refugio. Los Levitas recibieron estas ciudades como centros de vivir, junto con los pastizales rodeando las ciudades con una extensión de menos de una milla (Num. 35:1-5).

 

Durante los seis años desde que Israel había cruzado el Jordán, los soldados de las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Manases fielmente habían cumplido con su obligación (Num. 32:1-22; Jos. 4:12-13; 22:1-3). Había todavía cerca de 40,000 de ellos porque ni uno de los enemigos de Israel pudo oponerse a ellos (Jos. 21:43-45).

 

El pecado de la autosuficiencia

Ahora que las guerras principales habían pasado, Josué tuvo una sorpresa agradable para los soldados de la tribu de Rubén, la tribu de Gad y la media tribu de Manases: " Ustedes han sido fieles permaneciendo para trabajar y pelear con el resto de ejército Israelita estos seis años, si bien sus familias están a sólo algunas millas al este del Jordán.”

 

"Ahora que Canaán es nuestro, a ustedes es dado el permiso para salir del servicio con el ejército de Israel" (Jos. 22:1-7). “Ustedes han obtenido tesoros del enemigo, y ahora ustedes deberán regresar a compartir a estos rebaños, este oro, esta plata, este latón, este hierro y esta ropa con sus hermanos que se quedaron atrás para cuidar de sus familias. Tal vez las bendiciones de nuestro Dios vayan con ustedes y sus familias, y pueden que ustedes sirvan a Dios diligentemente conservando todos Sus mandamientos " (v. 8).

 

Los soldados cansados de la guerra se dirigen a casa

Los felices miles de guerreros se movieron hacia el este de Silo con los vítores de sus compañeros Israelitas sonando en sus oídos (v. 9).

 

En su segunda o tercera noche después de dejar a Silo, los soldados de Rubén, Manases y Gad acamparon en el lado este del Jordán. Allí construyeron un altar grande (Jos. 22:10).

 

Cuando los Israelitas oyeron que construyeron un altar en el borde de Canaán la congregación entera se reunió en Silo para ir a la guerra en contra de ellos. Así es que enviaron a Finees, el hijo de Eleazar, el sacerdote, y diez príncipes, uno de cada una de las tribus, a ver que sucedía (vv. 11-14).

 

Cuando fueron a Galaad dijeron a las tres tribus, " El pueblo de Israel en Silo han escuchado acerca de este gran altar que ustedes han construido. Consideran que ustedes han erigido esta cosa como un movimiento repentino para apartarse de Dios y convertirse en adoradores de ídolo. ¿Si esto es cierto, ustedes puede hacer tal cosa y todavía recuerdan qué tan cerca nuestro Dios trató de destruir a todo Israel por el pecado en la idolatría de Baal-Peor y en la maldición de Acan "? (Jos. 22:15-17, 20; Num. 25:19; Deut. El 4:1-6; Jos. 7:1-5). ¿"han pensado ustedes en todo lo que Israel soportara mañana por los pecados de algunos cometidos hoy"? (Jos. 22:18). "Si usted considera que esta tierra al este del Jordán no es correcta para ustedes o que la influencia del pagano aquí es demasiado grande para ustedes, no se rebelen en contra de Dios construyendo un altar pagano, sino pásense al oeste del Jordán y nosotros dejaremos campo para ustedes y su pueblo cerca de el Tabernáculo donde esta el altar de Dios (v. 19).

 

La  verdad simple

Los oficiales de los ejércitos de Rubén, Gad y Manases luego contestaron a los jefes de las otras tribus de Israel.

 

"Ha habido un malentendido," explicaron. “Nuestro Dios sabe que rebelarnos en contra de él para construir un altar a cualquier otro dios es algo que aun no ha pasado por nuestras mentes. Sabemos que Dios quiere que los sacrificios sean hechos sólo en el altar que el ordeno fuera hecho delante de Su Tabernáculo, y no construimos este altar para hacer sacrificios. Si esto no es cierto, Dios nos destruya hoy. No construimos el altar para ninguna función religiosa, más bien como un duplicado del altar de Dios, para servir como un monumento por el hecho de que nuestro pueblo al este del Jordán y su pueblo al oeste del Jordán son un pueblo atado conjuntamente por las Leyes sagradas de Dios. Este altar, es un modelo del altar de Dios, será un constante recordatorio que servimos al mismo Dios que ustedes sirven. Esperamos que permanezca como monumento por mucho tiempo a fin de que podamos saber que significa por muchas generaciones venideras (" Jos. 22:21-29).

 

Cuando oyeron esto, complació a Finees y a los diez jefes de tribu.

 

"Ustedes nos han mostrado ahora mismo que Dios está con todos nosotros," Finees finalmente hablo. “Al principio temimos que ustedes se subdividían en idolatría y que Dios castigaría severamente a todo Israel por lo que pensamos que ustedes habían hecho. Ahora sabemos lo que ustedes tenía la intención de hacer, que ustedes son leales a Dios y que sus acciones justas nos han escatimado de cualquier castigo Dios que de otra manera habrían puesto sobre nosotros”.

 

Después de despedirse, Finees, los jefes de las diez tribus y sus asistentes se encaminaron hacia Silo. Cuando llegaron allí con noticias de lo ocurrido, esos que habían estado más preocupados acerca de sus hermanos al este del Jordán extraviándose estaban encantados de enterarse de que las cosas no eran como habían supuesto. Muchos del pueblo se sintieron tan aliviados que bendijeron a Dios y no tuvieron la intención de subir en contra de sus hermanos en combate, a destruir la tierra donde los niños de Rubén y Gad moraban (vv. 30-34).

 

Aunque existían ciertos israelitas que se inclinaron demasiado rápido para señalar a sus hermanos el este del Jordán como pecadores, el asunto real entre la mayor parte de los israelitas era que una parte de ellos pudiera escaparse e iniciarse en la idolatría

 

Josué estaba bien consciente del tipo de personas que estaban todo el tiempo prestos para señalar los defectos de otros a fin de que pudieran parecer más justos en comparación – lo cuál es realmente la autosuficiencia. Esos eran los únicos que a él no le gustaba tener en ninguna parte en la que hubiera propuesta de que una parte de Israel debería levantarse en armas en contra de otra parte. En tratar de hacerse ver más justos, esas personas podían hacer gran daño.

 

Las personas que consideran que están próximamente a perfeccionar, son a menudo tan malas a la vista de Dios, como esas que se siente en sentido contrario. Tales personas son generalmente incapaces de reconocer sus propios defectos. De otra manera no podrían tener un sentimiento de autosuficiencia y perfección cercana

 

El adiós de Josué

Después de que mucho tiempo había pasado desde los Israelitas conquistaron la mayor parte de Canaán, Josué había llegado a más de cien años de edad, y fue consciente de que su vida se acercaba a su fin (Jos. 23:1).

 

Pensando que sería sabio recordarles a los Israelitas otra vez, como debía ser su actitud hacia Dios, Josué los pidió a los ancianos, a los príncipes, a los jueces y a los oficiales de todas las tribus que se reunieran en el campamento principal de los Israelitas.

 

Dios mantiene sus promesas

"Consideren todas las cosas maravillosas que Dios les ha hecho a ustedes para conquistar esta tierra," Josué les dijo. "Dios ha probado que él hace como él promete. Si ustedes continuarán siendo de fuerte coraje y obedeciendo a Dios, él seguramente les ayudará a desterrar a los habitantes que aún permanecen en las regiones de Canaán, a las cuales ustedes deben trasladarse. ¡De hecho, Dios ha dicho que si ustedes son obedientes, sólo uno de ustedes estará obligado a echar fuera a un mil enemigos! (Jos. 23:2-10).

 

¡" Como uno que está a punto de pasar a mejor vida, yo les advierto en los términos más fuertes que a menos que ustedes se mantengan fieles al convenio hecho con Dios, Israel puede ver hacia delante sólo derrota y  muerte!(" Vv. 11-16).

 

En otro momento Josué llamo otra vez a los ancianos, a los príncipes, a los jueces y a los oficiales de todas las tribus a Siquem, el lugar donde los restos de José estaban sepultados. a algunas millas al norte de Silo (Jos. 24:1,32; Jn. 4:5). Allí Josué le habló a los representantes de todo Israel, brevemente revisando la historia del pueblo desde el tiempo de Abraham, y mostro cómo Dios había tratado con ellos.

 

"Hay en Israel algunos que toman de forma ligera el pecado  y todavía le tienen estima a algunos de los dioses falsos que a nuestros antepasados les competió adorar," Josué les dijo. “Hay otros entre nosotros que en secreto tienden a reverenciar a los dioses paganos de esta tierra. Nadie le puede servir a ambos, al Dios verdadero y a los dioses paganos (Mat. 6:24). Mi Dios (el Dios de Moisés, el Dios de nuestros antepasados Abraham, Isaac y Jacob) es un Dios celoso que consumirá completamente a todo el que falle o se rehúse a permanecer leal a él. Hoy cada Israelita debería decidir a quien adorara, Por lo que respecta a mi familia y yo, le serviremos al Dios verdadero (" Jos. 24:2-15).

 

¡" Dios prohíba que le abandonemos a El, para servirle a los ídolos o los dioses falsos!" La multitud dijo al unisonó con entusiasmo. “ciertamente le serviremos y le obedeceremos al único Dios verdadero porque Sus grandes milagros nos sacaron de esclavitud egipcia, protegiéndonos de más naciones poderosas alrededor de nosotros, y desterrando a las naciones que adoran ídolos de nuestra tierra" (vv. 16-18).

 

¡"luego ustedes son ciertamente testigos en contra de ustedes mismos, que ustedes han escogido servirle a nuestro Creador"! Josué gritó.

 

Así, Josué guió a miles de Israelitas y toda esa generación a renovar el convenio nacional con Dios. Él estaba encantado. Las lecciones de cuarenta años vagando como niños y los jóvenes y las mujeres no habían sido instruidos en vano. Respondieron en una manera tan anuente y sincera que, como él los despidió para devolverlos a sus  diversas tribus, Josué sintió que la reunión había sido bien importante, y un clímax apropiado para su vida (vv. 19-28).

 

No mucho tiempo después Josué murió a la edad de ciento diez años. Él fue sepultado en el Monte de Efraín en la propiedad que le había sido concedida a él. La biblia honra a Josué manifestando que Israel sirvió a Dios durante el tiempo de liderazgo de Josué y para un numero de años después, hasta las muertes de todos esos líderes que habían prestado servicio bajo Josué y que habían sido influenciados por su buen ejemplo y viendo los grandes milagros de Dios (vv. 29-31).

 

Eleazar el sacerdote, el hijo de Aarón, murió poco después la muerte de Josué. Él, también, fue sepultado en el Monte de Efraín (v. 33).

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