Iglesias Cristianas de Dios
[CB053]
El Sol Permaneció Inmóvil
(Edición 3.0 20060319-20061212-20080227)
Así es que el sol permaneció
inmóvil y la luna se detuvo mientras Israel se vengaba el mismo de sus
enemigos. Este papel ha sido adaptado de los capítulos 55 y 56 del Bible
Story Volumes II e III por Basil Wolverton, publicado por ambassador
college press
Christian Churches of God
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(Derechos reservados ã 2006, 2008 Christian Churches of God, ed. Wade Cox)
(tr. 2009)
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El Sol Permaneció Inmóvil
Continuamos aquí del papel La caida de las paredes de Jerico (No. CB052).
Un complot en contra de los Heveos
Las noticias de
la caída de Jericó y Ai llenaron de miedo a Adonisedec, el gobernante de
Jerusalén, especialmente cuando él se enteró del pacto entre Israel y las
cuatro ciudades de los Heveos, que estaban a pocas millas de Jerusalén, porque
Gabaón era una de las ciudades más fuertes del área – aun más fuerte que Ai
(Jos. 10:1-2). Adonisedec pensó que otras ciudades de Canaán debían agruparse
rápidamente para hacer frente a los israelitas, o ser derrotados.
El orgulloso
rey de Jerusalén envió mensajeros a los gobernantes de cuatro ciudades amorreas
vecinas. Éstas fueron Hebrón (dónde los exploradores Israelitas pasaron en su
viaje de regreso a través de Canaán aproximadamente cuarenta años antes),
Jarmut, Laquis y Eglon, y estaban localizadas a pocas millas hacia el sureste
de Jerusalén. Adonisedec les propuso unir fuerzas e invadir las ciudades Heveas
para castigarlas por hacer las paces con los Israelitas (vv. 3-4).
Cuando los
reyes de estas ciudades recibieron la súplica de Adonisedec para que sus ejércitos
se unieran con el suyo para atacar a Gabaón, acordaron de inmediato enviar
todos sus soldados. Sus fuerzas estaban unidas y en camino a Jerusalén, dónde
las tropas de Adonisedec se añadieron. Conjuntamente estos miles de guerreros
bien entrenados marcharon adelante y tomaron posición en contra de Gabaón y lo
atacaron porque los Heveos eran ahora sus enemigos junto con Israel.
Los Gabaonitas
rápidamente enviaron mensajeros veloces a Gilgal a pedir ayuda de Israel.
“Ayúdenos
porque todos los reyes Amorreos de las montañas unieron fuerzas contra
nosotros. ¡Como sus sirvientes, le rogamos a que envíen a su gran ejército para
salvarnos!”(vv. 5-6).
Josué pudo
haberse preguntado si la presencia de tantos hombres guerreros quería decir que
Israel podía toparse con un gran problema como castigo por no haber consultado
a Dios en lo tocante de haber hecho un pacto con los Gabaonitas, o si Dios le
había perdonado a él y a los ancianos cuando se arrepintieron.
No deseando
otra situación desagradable, Josué sin dudar rogo a Dios para pedirle
instrucciones de lo que tenia que hacer.
No tengas
miedo," vino la respuesta. ¡" Ninguno de esos muchos miles seguirá
vivo después de que los castigue!" (v. 8). Ahora Josué supo que Dios le
había perdonado a él y a los ancianos.
Así con el
ánimo arriba, él estaba convencido de que él debía acudir de inmediato en ayuda
de los Gabaonitas. Él dio órdenes a sus oficiales de congregar al ejército de
Israel para actuar inmediatamente. Después de una marcha que duro toda la noche
Josué los cogió por sorpresa (vv. 7, 9).
El Señor los
confundió e Israel los derrotó en una gran victoria en Gabaón. Los atacantes
estaban tan asombrados por esta acometida repentina de los Israelitas, que
cambiaron de dirección y escaparon en dirección opuesta. Los Israelitas
salieron en persecución de ellos. Como rehuían de Israel el Señor arrojó
grandes piedras de granizos hacia ellos desde el cielo. Más de ellos murieron
por el granizo que por las espadas de los Israelitas (vv. 10-11).
Para cuando el
enemigo había sido perseguido en gran parte de esa distancia, sin embargo, la
mañana estaba medio gastada. Josué fue consciente acerca de que el debía
destruir a sus enemigos antes que obscureciera, después de lo cual los que
hubieran quedado tendrían éxito al escapar .
En el día que
el Señor entrego a los Amorreos a Israel, Josué dijo al Señor en presencia de
toda la gente, “Sol, detente en Gabaón, y tu luna, en el Valle de Ajalon ”. Así
es que el sol permaneció inmóvil y la luna se detuvo hasta Israel se había
vengado a sí mismo de sus enemigos (vv. 12-13).
El sol se
detuvo en medio del día y atrasó su puesta cerca de un día completo. Detuvo
Dios realmente la Tierra de girar por doce horas? No nos lo relata. Sin
embargo, con Dios todas las cosas son posibles. Si este planeta en pocos
minutos dejo de girar, Dios ha de haber realizado un milagro. Recuerde, la
superficie de la Tierra gira a una velocidad de mil millas por hora en el
ecuador y más lentamente cerca de los polos. No ha habido nunca otro día como
este. Muchos líderes religiosos han mantenido la opinión que el tiempo se
perdió de regreso, en la batalla cerca de Gabaón, y que como resultado el
Sabbat cambio de sábado a domingo. No es así! ese día no se convirtió en otro
día. Era meramente un día extra largo de 36 horas
El día alargado
fue una razón de maravilla y de miedo para Israelitas y cananeos. Aquí vemos
que Dios honró una oración sobresaliente en una forma sobresaliente porque él
peleaba la batalla de Israel (v. 14).
Josué luego
regresó con todo Israel al campamento en Gilgal (v. 15).
Sin embargo,
los cinco reyes Amorreos habían escapado y se habían escondido en una cueva en
Maceda. Cuando Josué fue informado, El les dijo a sus hombres que rodaran
grandes rocas hacia la entrada de la cueva y dejaran algunos hombres allí para
protegerla. Lo qué el enemigo no pensó fue que Dios no tuvo la intención de
permitirles escapar.
Entretanto, a
la orden de Josué, los Israelitas se movieron hacia el sur para ir a buscar y
matar a las pocas tropas enemigas que no murieron por la tormenta de granizos
gigantescos. Los siguieron bastante lejos, hacia el sur, como la ciudad de
Maceda, dónde acamparon temporalmente (vv. 16-21).
Luego Josué
envió a sus hombres a la cueva donde los cinco reyes estaban atrapados. Los
hombres quitaron las piedras amontonadas allí, agarraron a los prisioneros y
les llevaron a un lugar muy cerca, entre la caverna y la ciudad de Maceda.
Había un buen número de árboles allí, y cinco de ellos fueron escogidos para un
propósito grotesco. Los cinco reyes fueron asesinados y sus cuerpos fueron
colgados en los árboles hasta la puesta del sol. Luego fueron bajados y
llevados de vuelta a la cueva donde habían tratado de esconderse. Por segunda
vez piedras grandes fueron amontonadas contra la entrada de la cueva, esta vez
para formar una horrible cripta de entierro para los cinco hombres que habían
hecho el intento de guiar a sus ejércitos en contra de Israel (vv. 22-27).
Mientras los
cinco reyes estaban colgados en los cinco árboles, Josué y sus tropas avanzaron
contra Maceda y mataron a todas las personas y dispusieron del rey de esa
ciudad de la misma manera que con el
gobernante de Jericó (v. 28; 6:21).
Más ciudades
conquistadas
En los días que
siguieron, Josué y sus tropas avanzaron contra la región sureña de Canaán a
atacar y demoler un número de ciudades. Los habitantes adoradores de ídolos
fueron asesinados y los líderes asesinados y colgados – todo según las instrucciones de Dios. Dios quería que la
idolatría y el sacrificio de niños fuese completamente eliminada de la tierra
de Israel. Incluido en estas ciudades estaba Hebrón, el lugar donde los
exploradores Israelitas habían pasado cuatro décadas antes.
La campaña que
había comenzado como un movimiento para defender a los Gabaonitas se convirtió
en una victoria tremenda para Israel. Exitosos por la ayuda de Dios, los
soldados regresaron a Gilgal con un gran tesoro de los despojos de la guerra –
artículos de uso doméstico, herramientas, implementos, ganado y productos
agrícolas (Jos. 10:29-43; 11:14).
La derrota de
los ejércitos de estas ciudades no significo que toda la parte sureña de Canaán
fue conquistada. Había todavía más ciudades y tribus en esa región, de las que debían asumir el control. Aun después
de muchos operativos militares más, de parte del ejército de Israel durante uno
o dos años siguientes, allí había todavía algunas fortalezas y áreas armadas
por vencer.
La Tierra
prometida ocupada
En aquel
entonces Josué se devolvió y capturó Hazor y pasó a cuchillo a su rey; Y todo
el mundo allí fue también puesto a espada. Destruyeron completamente cualquier
cosa que respiraba.
Bajo la
dirección de Josué, los soldados Israelitas le prendieron fuego a Hazor. No fue
la voluntad de Dios que esta ciudad, capital de los adoradores de ídolo, hogar
de gobernantes paganos continuara existiendo como una tentación en la tierra donde las personas escogidas de Dios
morarían (Jos. 11:1-11). Dios supo que los idólatras pronto corromperían los
principios morales de los Israelitas (Num. 25:1-3; 31:14-16).
De Hazor, las
fuerzas de Josué avanzo hacia el oeste, norte y el sur para conquistar las
ciudades de los reyes que se le habían unido a Jabín en contra de Israel.
Mataron violentamente a estos reyes y todos sus sujetos y tomaron botín de
todo, excepto esas cosas usadas en el culto de dioses paganos (Jos. 11:12-14).
Aunque Canaán
no era una tierra extensa, se requirió mucho tiempo para conquistar bastante de
ella, a fin de que las doce tribus de Israel pudieran ocupar las áreas
respectivas de las que debían asumir el control. El ejército avanzó lentamente
porque iban a pie. La planificación cuidadosa a menudo les tomó días y semanas.
Los exploradores eran enviados fuera para traer información. A menudo no
regresaban por semanas. Fue una tarea larga e interminable tomar Canaán (vv.
15-23). Así es que Josué tomó la tierra entera, tal como el Señor le había
ordenado Moisés y Moisés a su vez le había dicho a Josué. Él la dio como una
herencia a Israel según las divisiones de las tribus.
Después de que
seis años habían pasado, Israel había asumido el control de las ciudades y
reinos pequeños de aproximadamente treinta y tres gobernantes enemigos (Jos.
12). Luego la tierra descanso de la guerra.
Cuando Josué
era viejo el Señor le dijo que había todavía más lugares por ser conquistados,
y dio a conocer a Josué donde estaban ubicadas esas áreas y ciudades (Jos.
13:1-6). Por ejemplo, allí estaba la tierra de los filisteos, lo cual estaba en
la costa del gran Mar, y al suroeste de Canaán. Cuándo Israel había salido de
Egipto, Dios a propósito causo que su pueblo bordeara esta región porque las
personas eran guerreras, y los Israelitas esa vez, estaban recién liberados de
la esclavitud, no estaban adiestrados o preparados para resistir a un ejército
grande por medios físicos (Ex. 13:17-18).
Para cuando la
mayor parte de Canaán había sido conquistada, Dios le dijo a Josué que había
llegado el tiempo de dividir en partes la tierra a las diversas tribus, aunque
existía mucha gente por expulsar de Canaán (Jos. 13:7).
Una reunión fue
celebrada en la cuál Josué, Eleazar el sacerdote, y los jefes de las tribus de
Israel, para saber que parte de las muchas áreas de Canaán deberían ser
ocupadas por las diversas tribus. Moisés ya había indicado cual era la manera
de repartir la tierra. Echar suertes haría francamente lo que había planificado
Dios.
La suerte
debería ser echa de varias maneras, pero este tema de escoger áreas para las
tribus de Israel, probablemente fue cuestión de escribir los nombres de las
tribus en pedazos de madera o piedra y estremecerlos conjuntamente en un
envase. Los nombres o números de las secciones diversas de Canaán estaban
escritos en otros pedazos. Luego, si Josué extraía un nombre de la tribu de un
envase, y si Eleazar extraía del otro envase un número para indicar una sección
de Canaán, y así sucesivamente, las localizaciones futuras para las tribus
podrían así ser resueltas.
Como se haya
hecho, Dios causó que la suerte cayera según la forma en la cual él ya había
decidido estos temas. Dos tribus y media ya habían recibido sus áreas al este
del Jordán, así nueve tribus y media ya recibirían su herencia (Jos. 13:7-33;
14:15).
Como resultó,
determinar a que tierra iría cuál tribu no progresó mucho (Jos. capítulos 14;
15; 16; 17). En primer lugar, había murmuración y descontento de parte de la
gente de las tribus de José – Efraín y la media tribu de Manases. Sus ancianos
reclamaban que por ser ellos dos tribus grandes y poderosas, deberían recibir
cuotas de tribus individuales. Entonces Josué les dio una cuota adicional en
una región montañosa enmaderada (Jos. 17:14-15).
¿"por qué
hemos nosotros, dos tribus principales, recibido una cadena de montañas
arboladas en el norte, en un valle donde los cananeos enemigos tienen terribles
carrozas armadas de hierro equipadas con cuchillos enormes"? Los ancianos
de estas tribus le preguntaron a Josué. “todavía seremos muchos para este
espacio".
"Puesto
que ustedes son un gran pueblo, ustedes pueden despejar la tierra y sus límites
más lejanos serán suyos,” fue la respuesta de Josué. “También, puesto que
ustedes son tribus lideres, ustedes tendrán el poder de vencer a los cananeos
que tienen carrozas. Para cuando ustedes despejen la montaña de bastante madera
y destierren a los cananeos del valle, sus dos cuotas de tierra serán
suficientes. Es una feria y simplemente Dios ha decidido donde morara cada
tribu” (vv. 16-18).
En ese tiempo
la suerte cayo sólo para dos tribus y media – Efraín, Judá y la media tribu de
Manases. Las diversas materias que consumían tiempo continuaron surgiendo. Uno
de esas tuvo que ver con la petición de un hombre que había sido uno de los
doce exploradores Israelitas que había sido enviado a Canaán cuarenta y cinco
años antes. Este hombre era Caleb, quien había sido la mano derecha de Josué en
esa excursión. Cuando diez de los exploradores habían dicho mentiras acerca de
la fuerza y el tamaño de la gente de Canaán, solo Josué y Caleb insistieron en
la verdad y alentaron al pueblo a entrar audazmente y conquistar Canaán, confiando en Dios para obtener
victoria (Num. 13; 14:1-10).
Por su honradez
y su lealtad, a través de Moisés Dios había prometido a Caleb una herencia de
primera calidad en Canaán. No fue demasiado acometedor de él, por consiguiente,
recordarle a Josué que él y su familia deberían recibir la tierra que Dios
había prometido en el área montañosa de Hebrón (Num. 13:22; El 14:24; Deut.
1:35-36).
Aunque Caleb
tenia ochenta y cinco años de edad, él era todavía vigoroso y saludable, y
prometió que él y sus parientes que compartirían su herencia, conquistarían a
los hombres gigantes que permanecían alrededor de Hebrón (Jos. 14:6-12). Josué
honró la petición de Caleb y le dio lo que él deseaba en el territorio dado a
la tribu de Judá (vv. 13-15).
Más tarde,
cuándo Caleb y su familia se movieron hacia el área de su herencia, él le
prometió una de sus hijas a cualquier hombre que condujera un ataque exitoso en
contra de los enemigos que estaban allí. Uno de los sobrinos de Caleb llevo
acabo un ataque que venció a los cananeos locales, y a él le fue dada la hija
de Caleb para convertirse en su esposa (Jue. 1:12-15). Sin embargo, su
matrimonio no fue un arreglo sin amor. Estaban tan enamorados que ella inspiró
a su marido a lograr grandes cosas. Muchos años más tarde él se convirtió en el
primer héroe en salvar a Israel de la opresión extranjera (Jue. 3:7-11).
Otras tribus
Israelitas que más tarde establecieron su residencia en sus respectivos
dominios no fueron tan valientes y
entusiastas como el sobrino de Caleb y sus soldados, y vergonzosamente le
permitieron a algunos de los cananeos compartir sus tierras. Esto no le gusto a
Dios, quien quiso que ellos gradualmente desterraran a todos los cananeos, y
repetidamente y explícitamente le había dado a Israel instrucciones de librar
completamente la tierra del enemigo que adora ídolos paganos (Num. 33:50-56;
Deut. 7:1-6). La única posible excepción que Dios consintió fue la de los
Gabaonitas. Habían pedido en pro de la paz, y hubieron al menos mencionado a Dios como el ser Gobernante
Supremo, y habían demostrado alguna voluntad de vivir bajo Sus Leyes (Jos.
9:24-25).
Los israelitas se mueven al corazón de la tierra prometida
En la
inspiración de Dios, Josué le dijo al pueblo que el tiempo de levantar el
campamento había llegado y tenían que seguir adelante hacia un punto más
central localizado en Canaán. Ese lugar fue Silo, cerca de veinte millas al
norte de Jerusalén (Jos. 18:1). Había montañas en esa área, pero había también
un valle y regiones planas en las cuales Israel tendría suficiente espacios
para establecer sus campamentos y áreas de alimentación.
Había emociones
mezcladas entre los Israelitas cuando se enteraron de que viajarían adelante.
Algunos se habían cansado de vivir en Gilgal, y le había dado la bienvenida a
la oportunidad de moverse. Otros consideraron a Gilgal como un área confortable
y les desagrado salir.
En seis años el
cuerpo principal de Israel casi había olvidado que tenia la intención estar en
movimiento. Fue considerablemente más difícil para las millones de personas
emprender la marcha con sus millones de animales de lo que había sido cuando
estaban más acostumbrados a moverse. No obstante, lograron estar listos a salir
para Silo a la hora que Josué ya les había indicado a ellos con bastante
anticipación.
Cuando el
pueblo llego a la región de Silo, la mayor parte de ellos se contentaron con
sus alrededores. El Tabernáculo fue puesto de inmediato en el área media del
campamento. Allí quedó por muchos, muchos años mientras las tribus se pasaron
sus formas respectivas y se subdividieron en toda clase de problemas por su desobediencia.
Algunos días
después de que el pueblo se asentó y la vida en el campamento en el sitio nuevo
se había vuelto más fácil, Josué llamó a los ancianos para una reunión.
“yo estoy
comenzando a admirar cómo esta de ansioso el pueblo de recibir sus
herencias," Josué les dijo. “Es cierto que a siete tribus aún no se les ha
mostrado la tierra de la que asumirá el control. Pero pocos parecen interesados
en hacer nada excepto acampar conjuntamente como hemos estado haciendo por
tantos años. ¿Es que ustedes temen que
si ustedes dividen las tribus sus enemigos los vencerán "? (Jos. 18:2-3).
" nos
gustaría saber más acerca de las áreas a las que tenemos que ir," algunos
ancianos comentaron. "Las cuatro tribus y dos medias tribus que ya han
recibido sus tierras ha tenido que una buena idea de adónde marcharan, pero es
poco conocido acerca de la tierra que
aún debe ser dividida entre las siete tribus restantes".
Los inspectores trazan un mapa de la tierra
“todavía pienso
que la mayor parte de nosotros nos quedaríamos conjuntamente antes que
separarnos como Dios desea," Josué contestó. “Pero su punto no debe ser
descuidado. Podría ser bueno nombrar hombres capaces para examinar la tierra
para determinar cómo puede dividirse mejor”.
Los planes
rápidos estaban hechos para mirar sobre las áreas poco conocidas de Canaán para
encontrar simplemente como era la tierra y cómo podría ser más sabiamente
dividida. Tres hombres prominentes de cada tribu fueron escogidos por su
habilidad en topografía y en geometría simple. Una fuerza militar relativamente
pequeña fue enviada junto con estos hombres para protegerles de cualquier
soldado cananeos que los podrían atacar.
Semanas más
tarde los topógrafos Israelitas regresaron a Silo con un libro de mapas y la
información acerca de la parte de Canaán que debía ser dividida entre los
Israelitas (vv. 4-9).
Josué se
encontró con los jefes de las siete tribus y Eleazar el sacerdote para estudiar
la información y marcar el territorio del que se trazó un mapa en siete partes. No hubo conjeturas. Las fronteras,
ciudades, corrientes, los valles, las montañas, las llanuras y elevaciones
estaban explícitamente marcados.
Otra vez, ante
el Tabernáculo en la presencia de Dios, echaron suertes para las siete
porciones de tierra, y las siete tribus por fin supieron cuales eran sus
herencias y donde irían (Jos. 18 y 19). La tribu de Levi, siendo mantenido por
los diezmos, ofrendas y sacrificios de la gente, no recibieron tierra (Jos.
18:7), aunque fueron más tarde les fue dadas ciudades para morar y campos
anexados para apacentar a sus manadas (Jos. 21).
La última
parcela para dar como herencia fue a Josué y su familia. Éste no fue un
resultado de alguna demanda hecha por Josué, pero era de acuerdo a una promesa
no registrada de Dios como había sido hecha con Caleb. Josué pudo elegir su
área. Él escogió Timnat-Sera, una ciudad pequeña en la tierra de Efraín, a una
corta distancia al oeste de Silo. Allí, Josué más tarde planificó y supervisó
la reconstitución de su ciudad (Jos. 19:49-51
Dios ya le
había hablado a Moisés concerniente seis ciudades de refugio que debía ser
escogido cuando Israel hubiera tomado Canaán. Estas ciudades eran lugares de
seguridad para alguien que matara a otro accidentalmente o sin plan o malicia,
aunque era posible que un asesino culpable también obtenga seguridad temporal
en estos lugares.
En aquellos
tiempos era legal para parientes vengar el asesinato deliberado de cualquier de
su pariente asesinado violentamente al mismo obviamente responsable. A algunos,
claro está, les gustaba tomar venganza aun cuando el asesinato fue accidental.
Para librarse de tal vengador, uno podía escapar a la ciudad próxima de
refugio, dónde él podía pretextar su caso con los ancianos en las portillas y
admitir quedarse al menos hasta que pudiera haber una audición completa por los
magistrados de la ciudad. Si un hombre era encontrado culpable, Él debía ser expulsado de la ciudad o entregado al
vengador. Si era encontrado inocente, él debía tener la protección de la ciudad
con tal de que él permanezca dentro de ella.
Tres de las
ciudades de refugio fueron escogidas del lado este del Jordán. Fueron Beser,
Ramot y Golán. Los otros tres fueron escogidos en la tierra al oeste del
Jordán. Fueron Cedes, Siquem y Hebrón (Jos. 20).
Estando de
acuerdo con los planes revelados a Moisés, los Levitas recibieron ciudades en
las cuales vivirían, y en los alrededores cercanos áreas en las cuales
conservar su ganado. Este asunto fue después tratado por Josué, Eleazar y los
jefes de tribu. Las suertes se echaron teniendo que ver con el área de todas
las doce tribus. La suerte determinó cuáles ciudades y cómo debían ser dadas de
las tribus a los Levitas. De todas las tribus las ciudades para los Levitas
totalizaron cuarenta y ocho, incluyendo las seis ciudades de refugio. Los
Levitas recibieron estas ciudades como centros de vivir, junto con los
pastizales rodeando las ciudades con una extensión de menos de una milla (Num.
35:1-5).
Durante los
seis años desde que Israel había cruzado el Jordán, los soldados de las tribus
de Rubén, Gad y la media tribu de Manases fielmente habían cumplido con su
obligación (Num. 32:1-22; Jos. 4:12-13; 22:1-3). Había todavía cerca de 40,000
de ellos porque ni uno de los enemigos de Israel pudo oponerse a ellos (Jos.
21:43-45).
Ahora que las
guerras principales habían pasado, Josué tuvo una sorpresa agradable para los
soldados de la tribu de Rubén, la tribu de Gad y la media tribu de Manases:
" Ustedes han sido fieles permaneciendo para trabajar y pelear con el
resto de ejército Israelita estos seis años, si bien sus familias están a sólo
algunas millas al este del Jordán.”
"Ahora que
Canaán es nuestro, a ustedes es dado el permiso para salir del servicio con el
ejército de Israel" (Jos. 22:1-7). “Ustedes han obtenido tesoros del
enemigo, y ahora ustedes deberán regresar a compartir a estos rebaños, este
oro, esta plata, este latón, este hierro y esta ropa con sus hermanos que se
quedaron atrás para cuidar de sus familias. Tal vez las bendiciones de nuestro
Dios vayan con ustedes y sus familias, y pueden que ustedes sirvan a Dios
diligentemente conservando todos Sus mandamientos " (v. 8).
Los soldados cansados de la guerra se dirigen a casa
Los felices
miles de guerreros se movieron hacia el este de Silo con los vítores de sus
compañeros Israelitas sonando en sus oídos (v. 9).
En su segunda o
tercera noche después de dejar a Silo, los soldados de Rubén, Manases y Gad
acamparon en el lado este del Jordán. Allí construyeron un altar grande (Jos.
22:10).
Cuando los
Israelitas oyeron que construyeron un altar en el borde de Canaán la
congregación entera se reunió en Silo para ir a la guerra en contra de ellos.
Así es que enviaron a Finees, el hijo de Eleazar, el sacerdote, y diez
príncipes, uno de cada una de las tribus, a ver que sucedía (vv. 11-14).
Cuando fueron a
Galaad dijeron a las tres tribus, " El pueblo de Israel en Silo han
escuchado acerca de este gran altar que ustedes han construido. Consideran que
ustedes han erigido esta cosa como un movimiento repentino para apartarse de
Dios y convertirse en adoradores de ídolo. ¿Si esto es cierto, ustedes puede
hacer tal cosa y todavía recuerdan qué tan cerca nuestro Dios trató de destruir
a todo Israel por el pecado en la idolatría de Baal-Peor y en la maldición de
Acan "? (Jos. 22:15-17, 20; Num. 25:19; Deut. El 4:1-6; Jos. 7:1-5).
¿"han pensado ustedes en todo lo que Israel soportara mañana por los
pecados de algunos cometidos hoy"? (Jos. 22:18). "Si usted considera
que esta tierra al este del Jordán no es correcta para ustedes o que la
influencia del pagano aquí es demasiado grande para ustedes, no se rebelen en
contra de Dios construyendo un altar pagano, sino pásense al oeste del Jordán y
nosotros dejaremos campo para ustedes y su pueblo cerca de el Tabernáculo donde
esta el altar de Dios (v. 19).
Los oficiales
de los ejércitos de Rubén, Gad y Manases luego contestaron a los jefes de las
otras tribus de Israel.
"Ha habido
un malentendido," explicaron. “Nuestro Dios sabe que rebelarnos en contra
de él para construir un altar a cualquier otro dios es algo que aun no ha
pasado por nuestras mentes. Sabemos que Dios quiere que los sacrificios sean
hechos sólo en el altar que el ordeno fuera hecho delante de Su Tabernáculo, y
no construimos este altar para hacer sacrificios. Si esto no es cierto, Dios
nos destruya hoy. No construimos el altar para ninguna función religiosa, más
bien como un duplicado del altar de Dios, para servir como un monumento por el
hecho de que nuestro pueblo al este del Jordán y su pueblo al oeste del Jordán
son un pueblo atado conjuntamente por las Leyes sagradas de Dios. Este altar,
es un modelo del altar de Dios, será un constante recordatorio que servimos al
mismo Dios que ustedes sirven. Esperamos que permanezca como monumento por
mucho tiempo a fin de que podamos saber que significa por muchas generaciones
venideras (" Jos. 22:21-29).
Cuando oyeron
esto, complació a Finees y a los diez jefes de tribu.
"Ustedes
nos han mostrado ahora mismo que Dios está con todos nosotros," Finees
finalmente hablo. “Al principio temimos que ustedes se subdividían en idolatría
y que Dios castigaría severamente a todo Israel por lo que pensamos que ustedes
habían hecho. Ahora sabemos lo que ustedes tenía la intención de hacer, que
ustedes son leales a Dios y que sus acciones justas nos han escatimado de
cualquier castigo Dios que de otra manera habrían puesto sobre nosotros”.
Después de
despedirse, Finees, los jefes de las diez tribus y sus asistentes se
encaminaron hacia Silo. Cuando llegaron allí con noticias de lo ocurrido, esos
que habían estado más preocupados acerca de sus hermanos al este del Jordán
extraviándose estaban encantados de enterarse de que las cosas no eran como
habían supuesto. Muchos del pueblo se sintieron tan aliviados que bendijeron a
Dios y no tuvieron la intención de subir en contra de sus hermanos en combate,
a destruir la tierra donde los niños de Rubén y Gad moraban (vv. 30-34).
Aunque existían
ciertos israelitas que se inclinaron demasiado rápido para señalar a sus
hermanos el este del Jordán como pecadores, el asunto real entre la mayor parte
de los israelitas era que una parte de ellos pudiera escaparse e iniciarse en
la idolatría
Josué estaba
bien consciente del tipo de personas que estaban todo el tiempo prestos para
señalar los defectos de otros a fin de que pudieran parecer más justos en
comparación – lo cuál es realmente la autosuficiencia. Esos eran los únicos que
a él no le gustaba tener en ninguna parte en la que hubiera propuesta de que
una parte de Israel debería levantarse en armas en contra de otra parte. En
tratar de hacerse ver más justos, esas personas podían hacer gran daño.
Las personas
que consideran que están próximamente a perfeccionar, son a menudo tan malas a
la vista de Dios, como esas que se siente en sentido contrario. Tales personas
son generalmente incapaces de reconocer sus propios defectos. De otra manera no
podrían tener un sentimiento de autosuficiencia y perfección cercana
Después de que
mucho tiempo había pasado desde los Israelitas conquistaron la mayor parte de
Canaán, Josué había llegado a más de cien años de edad, y fue consciente de que
su vida se acercaba a su fin (Jos. 23:1).
Pensando que
sería sabio recordarles a los Israelitas otra vez, como debía ser su actitud
hacia Dios, Josué los pidió a los ancianos, a los príncipes, a los jueces y a
los oficiales de todas las tribus que se reunieran en el campamento principal
de los Israelitas.
Dios mantiene
sus promesas
"Consideren
todas las cosas maravillosas que Dios les ha hecho a ustedes para conquistar
esta tierra," Josué les dijo. "Dios ha probado que él hace como él
promete. Si ustedes continuarán siendo de fuerte coraje y obedeciendo a Dios,
él seguramente les ayudará a desterrar a los habitantes que aún permanecen en
las regiones de Canaán, a las cuales ustedes deben trasladarse. ¡De hecho, Dios
ha dicho que si ustedes son obedientes, sólo uno de ustedes estará obligado a
echar fuera a un mil enemigos! (Jos. 23:2-10).
¡" Como
uno que está a punto de pasar a mejor vida, yo les advierto en los términos más
fuertes que a menos que ustedes se mantengan fieles al convenio hecho con Dios,
Israel puede ver hacia delante sólo derrota y
muerte!(" Vv. 11-16).
En otro momento
Josué llamo otra vez a los ancianos, a los príncipes, a los jueces y a los
oficiales de todas las tribus a Siquem, el lugar donde los restos de José
estaban sepultados. a algunas millas al norte de Silo (Jos. 24:1,32;
Jn. 4:5). Allí Josué le habló a los representantes de todo Israel, brevemente
revisando la historia del pueblo desde el tiempo de Abraham, y mostro cómo Dios
había tratado con ellos.
"Hay en
Israel algunos que toman de forma ligera el pecado y todavía le tienen estima a algunos de los dioses falsos que a
nuestros antepasados les competió adorar," Josué les dijo. “Hay otros
entre nosotros que en secreto tienden a reverenciar a los dioses paganos de
esta tierra. Nadie le puede servir a ambos, al Dios verdadero y a los dioses
paganos (Mat. 6:24). Mi Dios (el Dios de Moisés, el Dios de nuestros
antepasados Abraham, Isaac y Jacob) es un Dios celoso que consumirá
completamente a todo el que falle o se rehúse a permanecer leal a él. Hoy cada
Israelita debería decidir a quien adorara, Por lo que respecta a mi familia y
yo, le serviremos al Dios verdadero (" Jos. 24:2-15).
¡" Dios
prohíba que le abandonemos a El, para servirle a los ídolos o los dioses
falsos!" La multitud dijo al unisonó con entusiasmo. “ciertamente le
serviremos y le obedeceremos al único Dios verdadero porque Sus grandes
milagros nos sacaron de esclavitud egipcia, protegiéndonos de más naciones
poderosas alrededor de nosotros, y desterrando a las naciones que adoran ídolos
de nuestra tierra" (vv. 16-18).
¡"luego
ustedes son ciertamente testigos en contra de ustedes mismos, que ustedes han
escogido servirle a nuestro Creador"! Josué gritó.
Así, Josué guió
a miles de Israelitas y toda esa generación a renovar el convenio nacional con
Dios. Él estaba encantado. Las lecciones de cuarenta años vagando como niños y
los jóvenes y las mujeres no habían sido instruidos en vano. Respondieron en
una manera tan anuente y sincera que, como él los despidió para devolverlos a
sus diversas tribus, Josué sintió que
la reunión había sido bien importante, y un clímax apropiado para su vida (vv.
19-28).
No mucho tiempo
después Josué murió a la edad de ciento diez años. Él fue sepultado en el Monte
de Efraín en la propiedad que le había sido concedida a él. La biblia honra a
Josué manifestando que Israel sirvió a Dios durante el tiempo de liderazgo de
Josué y para un numero de años después, hasta las muertes de todos esos líderes
que habían prestado servicio bajo Josué y que habían sido influenciados por su
buen ejemplo y viendo los grandes milagros de Dios (vv. 29-31).
Eleazar el
sacerdote, el hijo de Aarón, murió poco después la muerte de Josué. Él,
también, fue sepultado en el Monte de Efraín (v. 33).
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