Iglesias Cristianas de Dios

[CB44]

 

 

 

Recompensa y Castigo

 

(Edición 2.0 22012005-25112006)

 

“Hoy pongo delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Ahora escoge la vida para que tu y tus hijos puedan vivir y puedas amar al Señor tu Dios.” Este papel ha sido adaptado de los capítulos 35 y 36 de Bible Story Volume II por Basil Wolverton, publicado por Ambassador College Press y cubre desde el capítulo 26 de Levítico hasta el final del capítulo 10 de Números en la Biblia.

 

 

 

 

 

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(tr. 2010)

 

 

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Recompensa y Castigo

 


Continuamos del papel La Ordenación de Aarón y sus Hijos (No.CB43)

 

El hombre puede hacer elecciones

El hombre fue puesto en la tierra con el poder para escoger entre el bien y el mal. Ningún animal tiene ese poder o esa responsabilidad tan grande de hacer la elección correcta.

 

Pero al hombre hay que decirle que es bueno y que es malo. Dios tiene que revelarlo. Eso es por qué, una y otra vez, Dios le dijo a todo Israel, generalmente a través de Moisés, que las personas deben observar todas las Leyes que el había dado si quieren hacer el bien. Él les prometió muchas cosas maravillosas si guardaban fielmente las reglas recibidas para su felicidad y su seguridad.

 

¿Que prometió Dios por la obediencia?

“Si hicieran como les he dicho,” Dios dijo, “muchas recompensas importantes vendrán sobre ustedes. Recibirán bastante lluvia. La tierra producirá tan grandes cosechas que alcanzara a la vendimia, y la vendimia alcanzara hasta la siembra de nuevo.

 

“Tendrán abundancia de comida. Echare a todas las bestias de su tierra. Estarán a salvo de sus enemigos. Si cien de ellos tratan de atacarlos, usare a sólo cinco de ustedes para derrotarlos. Si diez mil soldados se abalanzan sobre ustedes, tomaré a cien de ustedes para causar que regresen y escapen por sus vidas.

 

“Los respetaré. Hare que tengan muchos hijos saludables y se conviertan en una gran nación. Morare entre ustedes” (Lev. 26:3-9).

 

¿Que mas podían pedir las personas? buena salud, abundancia de alimentos, seguridad de los enemigos, seguridad de cualquier mala bestia, buen tiempo y paz de espíritu para obedecerle a Dios; todo esto podría ser de ellos y continuar en el futuro. ¿Qué nación se debilitaría ahora mismo en estos tiempos de dificultades si tuviera todas estas buenas cosas?

 

Luego Dios procedió decir las cosas terribles que vendrían sobre los Israelitas si desobedecían.

 

El castigo por la desobediencia

“Si ignoran mis reglas,” Dios dijo, “y si rehusaran a vivir de acuerdo con ellas y quebrantan el acuerdo que hemos hecho, entonces su futuro será uno de sufrimiento, adversidad y desesperación”.

 

“Se llenarán de temores y constantes preocupaciones. Sus enemigos los matarán en grandes cantidades. Ganarán muchas batallas y tomaran el control de sus casas y de los cultivos que ustedes hayan sembrado. Su sentimiento de temor y peligro será tan grande que escaparán con temor aun cuando nadie vaya tras de ustedes”.

 

“Si todavía rehúsan escucharme después de todo este castigo, entonces traeré muchas otras cosas peores sobre ustedes. Enviaré severas sequias y plagas horribles. Al mismo tiempo, sus enemigos los afligirán cada vez más”.

 

“Enviaré bestias salvajes a destruir su ganado y comerse a sus hijos. Tan grande será su miedo de la llegada de mala de cosas sobre ustedes que incluso temerán el aventurarse a los caminos o carreteras próximas” (vv.14-22).

 

Luego Dios continuó: 

“Si estas cosas no los convencen de lo que significa lo que digo, y si continúan rehusándose a vivir de acuerdo con las leyes que son más convenientes para ustedes, entonces los castigaré aun más gravemente”.

 

“Sus enemigos los conquistarán completamente. Enviaré enfermedades terribles sobre ustedes. Se propagarán entre ustedes cuando se reúnan en sus ciudades. Su suministro de comida menguará y bajara hasta que comprendan que se están enfrentando a la inanición”.

 

“Si aun así todavía consideran que Sus maneras son mejores que la mía, su comida escaseara tanto que algunos de ustedes cocinaran y se comerán a sus propios hijos” (vv. 23-29).

 

Tal predicción probablemente parecía absurda para los Israelitas, pero se volvió verdad en Samaria y en Jerusalén muchos años más tarde cuando sus enemigos les cortaron sus víveres.

 

¿Que es la idolatría?

Dios también predijo qué pasaría si las personas insistían en secretamente adorar objetos ridículos suponiendo que tienen poderes milagrosos.

 

La adoración y el tonto respeto hacia ciertos objetos sin vida no es algo hecho sólo por personas consideradas primitivas e ignorantes. Aun dentro de las naciones civilizadas hay muchas que aprecian tales artículos como monedas, patas de conejos, cruces, estatuas, imágenes, insignia y cosas semejantes que se cree que traen “buena suerte” o ejercen alguna influencia inusual. Ésta es una forma de idolatría absurda en la cual los dos primeros Mandamientos están siendo quebrantados. Tener deseo y aprecio indebido por la riqueza, el prestigio, la influencia y el placer -esto es, significar más que el respeto al Creador- es también idolatría a la vista de Dios.

 

Dios tuvo esto para decir a los Israelitas concerniente a los ídolos: “Los destruiré y también los lugares en los cuales los adoran. Destruiré sus ciudades y asolare sus campos. Sus familias, sus tribus y naciones se esparcirán como esclavos a las naciones paganas” (v. 30-33). “Pero con esos que comprendan que han pecado, y se vuelvan humildes y sabios lo suficiente para admitirlo, con ellos seré compasivo.”

 

Uno pensaría que estas maravillosas promesas y severas advertencias habrían causado que los Israelitas tomaran las decisiones correctas para el futuro. Algunos fueron inspirados a mejorar su vida, pero lo que la mayoría hizo luego es una historia infeliz que vendrá más tarde, probando lo que Dios quiere decir cuando promete hacer algo.

 

Un blasfemador lapidado

Había un hombre viviendo entre los Israelitas cuyo padre era un egipcio, y cuya madre era una Israelita de la tribu de Dan. Un día hubo una pelea entre este hombre y un Israelita.

 

En su cólera él procedió a gritar algunas cosas terribles acerca de Dios. Él maldijo a su Creador y lo llamó por nombres terribles. Algunos de los Israelitas que presenciaron la escena llevaron al hombre ante Moisés y le dijeron lo que había pasado, y preguntaron cual debería ser el castigo para uno que había maldecido tan fuertemente a Dios.

 

Lo pusieron en custodia hasta que la voluntad de Dios les fuera revelada (Lev. 24:10-12).

 

¿Por qué Dios requirió una pena capital?

Di a los Israelitas, “Si alguien maldice a su Dios, llevara su iniquidad; alguien que blasfeme con el nombre de Dios debe ser ejecutado. Llévenlo a un lugar lejos del campamento donde los testigos de su profanidad y odio deben lanzar piedras sobre el hasta que muera.”

 

Moisés pasó estas instrucciones a las personas, que hicieron como Dios ordeno. El egipcio-israelita murió pronto (vv. 13-23). Las Leyes de Dios se aplicaban a todas las personas ya sea un forastero o un nacido Israelita.

 

La pena de muerte impuesta rápidamente después de un crimen probablemente parezca un tratamiento duro e injusto para algunos lectores. Algunos incluso podrían pensar acerca de Dios como un monstruo severo, ansioso por ver que las personas sufran por la razón más pequeña.

 

Una lectura cuidadosa de toda la Biblia mostrara el hecho que, más que cruel, Dios es mucho más paciente, compasivo, justo y perdonador que cualquier ser humano. Si él fuese como nosotros él se habría enojado tanto con la humanidad que él habría barrido la existencia de cada uno desde hace muchos siglos.

 

Uno de los juicios dados a Israel era que alguien que maldijera a sus padres debía ser sujeto a la muerte. Por quebrantar el Quinto Mandamiento ese era el castigo, por lo tanto no podía ser menos para uno que maldijera a Dios, el Creador de todos los padres.

 

Los juicios de Dios son justos, pero los humanos tratan de substituir a los menores. Una persona culpable a la vista de Dios no es pasada por alto. La única esperanza de librarse del castigo es a través de Jesucristo, quien vino a la tierra para varias razones, incluyendo a morir por los pecados del hombre. Los pecadores que se sienten muy apenados por sus acciones equivocadas, ruegan a Dios por el perdón y se esfuerzan por vivir según las Leyes de Dios, pueden estar deseando un futuro brillante.

 

Aquellos que ven a otros haciendo mal y aparentemente evitando el castigo nunca deberían sentirse envidiosos. ¿Porqué sentir envidia de los que eventualmente serán castigados?  El castigo es cierto a menos que haya arrepentimiento (Sal. 37).

 

El primer censo de Israel

Un mes había pasado desde que Moisés había construido Tabernáculo y lo había puesto en función. Era un año desde el éxodo. Dios le informó a Moisés que era hora de contar cuántos varones de veinte años y más habían entre los Israelitas (Ex. 40:17; Núm. 1:1-3).

 

Era necesario tener registros precisos de la gente de modo que permaneciera el orden, especialmente cuando las personas levantaron el campo.

 

Consecuentemente, todos los varones de veinte años y más estaban obligados a registrarse en ciertos puntos, y dar información acerca de ellos mismos y sus familias (Núm. 1:17-19). Este censo no debía incluir a desconocidos, hombres de la tribu de Levi, o cualquiera que fuera demasiado viejo para entrar en batalla en caso de que los Israelitas tuvieran que librar una guerra contra ejércitos atacantes (Núm. 1:45, 47).

 

Cuando todos fueron registrados y sus números añadidos, los varones Israelitas robustos totalizaron 603,550 (Núm. 1:45-46). Éste era un gran incremento sobre los setenta varones que habían ido en Egipto cuando José era gobernador. Junto con las mujeres, los niños, los extranjeros y la tribu de Levi, había al menos dos millones de personas acampando cerca del Monte. Sinaí. Además de esto, había muchas decenas de miles de animales para alimentarse. Tanta comida y tanta agua eran requeridas para que hubiera un orden especial y control por el liderazgo a través de Moisés.

 

De las doce tribus, Judá era la más grande con 74,600 hombres (Num.1:26-27). La tribu mas pequeña en ese momento era Manases, con 32,200 hombres.

 

Dios requiere orden     

Habiendo sido completado el censo, Moisés y Aarón fueron instruidos por Dios en relación a la disposición de los campamentos de las diversas tribus. Hasta entonces había un orden justo, pero Dios quería un acomodamiento y un orden precisos para que desde ese momento hubiese un sistema correcto y controlado cada vez que las personas acamparan (Núm. 2). Vea también el papel La Creación de la Familia de Dios (No.CB4)

 

Aunque la tribu de Levi no fue incluida en el censo que había sido tomado, fue numerada más tarde por orden de Dios. Los varones fueron contados de un mes para arriba, y fue su numero exactamente 22,000 (Núm. 3:39).

 

Los deberes específicos y definitivos fueron asignados a las diversas familias de los Levitas. Cada uno aprendió lo que tenia que hacer. Dios había planificado todo para que no hubiese ninguna confusión (Núm. 3:5-38; 4:4-33).

 

A Dios le desagrada la confusión (1Cor. 14:33). Es decir que todo lo que nuestro Creador hace es cuidadosamente pensado, planificado, ordenado, verdadero y perfecto. A él no le gustan las verdades a medias, el desorden, el conflicto, las teorías, las conjeturas, las falsas doctrinas, las mentiras o la propaganda. Dios no tiene nada que ver con la confusión religiosa de hoy excepto sacar de este mundo confuso a los individuos que fervorosamente buscan la verdad.

 

Antes de que Israel dejase el Sinaí, Dios también les dio el orden en el cual las diversas tribus levantarían el campamento y se desplegarían en su vasta caravana en el movimiento hacia Canaán (Núm. 10:11-28).

 

Entretanto, había otras instrucciones de Dios necesarias para ese día. Todas las personas inmundas –con lepra y otras enfermedades contagiosas y los expuestos a cuerpos muertos– debían ser separadas de dentro del campamento o ser puestos lejos del campamento para estar por varios períodos (Núm. 5:1-4; Lev. 13:1-8; 15:1-13; 21:1-3). Esto no era sólo como una medida de salud por el bien de las personas. Dios no quería que las personas inmundas estuvieran cerca del área santa en la cual el Ángel de Su Presencia debía morar con los Israelitas. Estas medidas fueron necesarias antes de la llegada del Espíritu Santo. La limpieza externa era para enseñarles a las personas la necesidad del poder de Dios para limpiar al ser humano desde el interior a través del Espíritu Santo.

 

En ese mismo momento Dios también puso en claro ciertas reglas para los que no eran Levitas, pero que tenían el deseo de ser separados por un tiempo de servicio especial a Dios. Los Israelitas que querían hacer esto eran llamados Nazareos. No deben ser confundidos con los Levitas. Dios honraba las intenciones de esos individuos que tenían el deseo de tomar votos Nazareos y los bendijo por su celo.

 

Durante el tiempo que las personas fueran Nazareos, ellos (hombres o mujeres) no debían afeitarse o cortarse el pelo. No debían tocar ningún cadáver. No debían consumir vino. Ni debían beber jugo de uvas. Las uvas, ya sea frescas o secas, no debían ser comidas (Núm. 6:1-8). Esta era una señal de su servicio especial.

 

Cristo no fue un Nazareo

Muchas personas han creído que Jesucristo era un Nazareo porque salió de Nazaret, un pueblo en el distrito de Galilea cerca de setenta millas al norte de Jerusalén. Esto no es cierto. Las personas que nacen o residen en Nazaret son llamados nazarenos. No son Nazareos a menos que hayan tomado el voto Nazareo. Cristo no era un Nazareo.  Él bebía vino (Mat. 11:19). Si él hubiera sido un Nazareo no pudo haber bebido vino sin pecar y sin perder su lugar como nuestro Salvador.

 

Algunos que creen que Jesús era un Nazareo equivocadamente afirman que el vino que Jesús tomo era jugo de la uva –pero incluso el jugo de la uva estaba prohibido para los Nazareos.

 

Por asumir que Cristo era un Nazareo muchas personas han creído que tenia el pelo largo cayendo hasta sus hombros. Cristo no tenía el pelo largo. El pelo largo es la vergüenza de un hombre (1Cor. 11:15) a menos que sea un Nazareo bajo votos. Nadie sabe cómo se veía Jesús. En tanto como Cristo era un carpintero trabajador que comía sólo alimentos limpios y observaba las leyes de buena salud, sabemos que era un sujeto muy masculino con fuerza física y resistencia. Porque él amaba a todas las personas, él era una persona sociable, amigable, alegre que era atento con otros y cortés en todo momento.  Lo que tiene más importancia, sin embargo, es lo que ahora es Cristo.  Hebreos 1:2-4 y Apocalipsis 1:12-16 nos cuentan sobre el poder presente de Cristo y apariencia.

Las ofrendas en la dedicación del Tabernáculo

Cuando Moisés terminó de establecer el Tabernáculo lo ungió y lo cubrió y también todos sus enseres. También ungió y consagró el altar y todos sus utensilios. Luego los líderes de Israel, las cabezas de familias que eran los líderes tribales a cargo de los que fueron contados, hicieron ofrendas.

 

Trajeron como sus regalos delante del Señor seis carros cubiertos y doce bueyes – un buey de cada líder y un carro de cada dos. Esto presentaron delante del Tabernáculo (Núm. 7:1-3).

 

El Señor dijo a Moisés, “Acepta esto de ellos, que puede ser usado en el servicio de la Tienda del Encuentro. Dáselos a los Levitas como el trabajo de cada hombre requiera” (Núm. 7:4-5).

 

A Moisés le tranquilizo oír que los regalos de los príncipes Israelitas eran de su propia idea y libre voluntad. Moisés felizmente aceptó los carros y los bueyes, y los dio a Aarón para que se vieran obligados para el uso especial por los Levitas (vv. 6-8).

 

Los carros y los bueyes no fueron los únicos regalos de los líderes de las tribus Israelitas. Así tantas otras cosas fueron traídas que a los príncipes de cada tribu les fue asignado un día particular en el cual presentar sus regalos y hacer sus ofrendas (vv. 10-11).

 

El total de todas las tribus sumaba doce platos grandes de plata en los cuales se amasaba para el pan de la proposición, doce jarros de plata (todos ellos llenos con harina fina mezclada con aceite) para recibir sangre de los sacrificios, doce cucharas de oro llenas de incienso, doce cabritos, treinta y seis novillos, setenta y dos carneros, sesenta machos cabríos y setenta y dos corderos (Núm. 7:12-23, 84-88).

 

Después de que las tribus terminaron de dar estas cosas, Moisés entró en el Tabernáculo para darle gracias a Dios por lo que tantas personas habían contribuido. Acto seguido una voz le hablo desde arriba del trono de Dios. Era el ángel de Dios dirigiendo a Moisés lo que debía decirle a Aarón concerniente a asuntos que tenían que ver con el Tabernáculo y los Levitas (Núm. 7:89; 8:1-2).

 

Las instrucciones incluían las relacionadas con la Pascua. El cordero de Pascua debe ser matado siempre el Catorceavo día del primer mes, Nisán (o Abib) y asado y comido esa noche desde principio del Decimoquinto día. Pero para aquellos que están lejos en un viaje, o los que por cualquier razón son incapaces de celebrarla en esa fecha, la Pascua debe ser observada el Catorceavo día del Segundo mes, Iyar (Núm. 9:9-12).

 

Esto también se aplica a la conmemoración de la Pascua del Nuevo Testamento para ser observada por cristianos bautizados hoy, como registra Mateo 26:26-28. Los que por alguna razón especial no pueden observar la Cena de Señor y subsiguiente Pascua (con panes sin levadura y vino como una conmemoración de la muerte de Cristo) en y del día 14 de Abib (o Nisán) deberían hacer cada esfuerzo para observarla exactamente un mes más tarde según el calendario sagrado de Dios. Pero si una persona no está de viaje y esta lista para tomar la Pascua en la hora estipulada y no lo hace, debe ser cortado de su pueblo. Vea también  Días Santos de Dios (No. CB22).

 

Dios también instruyó que dos largas trompetas de plata sólida deberían ser hechas para usarse para reunir a las personas. El soplar sólo una trompeta llamaba a los superiores de las tribus a una reunión. El soplar ambas trompetas era para llamar a una asamblea solemne de todo el pueblo o era la señal para mover el campamento. También eran sopladas de diferentes manera para que los oidores pudieran reconocer instantáneamente una alarma de prepararse para la guerra, ocasiones felices, días solemnes, comienzos de meses y tiempo de ofrendas (Núm. 10:1-10).

 

Uno podría dudar que dos trompetas, incluso grandes y largas, pudieran ser oídas por dos millones de personas desparramadas sobre las millas. Pero un cuerno del tipo que Dios quería, era soplado por una persona fornida de buena aptitud pulmonar, fácilmente podría ser oído por millas en el limpio aire desértico en las afueras del Monte Sinaí.

 

Una mañana poco después que las trompetas habían sido hechas y puestas en uso, los Israelitas salieron de sus tiendas para ver que la nube se había quitado del Tabernáculo durante la noche y estaba alta en el cielo.

 

No fue mucho después que las dos trompetas de plata fueron sopladas fuertemente por los dos hijos de Aarón dando la señal para levantar el campamento.

Los Israelitas reanudan la marcha

Hubo gran excitación entre las personas. Habían acampado delante del Monte Sinaí por casi un año, y la señal de seguir adelante había llegado. La nube había ascendido del Tabernáculo. Los hombres se apresuraron a ir a recoger su ganado y tiendas listas para moverse. Las mujeres trabajaron rápidamente para reunir las pertenencias familiares. Excitados por el pensamiento de ir a alguna parte, los niños corrieron felizmente por todos lados, pero no para perderse o ponerse en medio del camino.

 

Entretanto los hombres desarmaron el Tabernáculo. Habían sido tan bien entrenados en esta tarea que fue hecha en un tiempo notablemente corto. Mas asombraba que dos millones de personas estuvieran listas para moverse rápidamente en una forma tan inmediata.

 

De conformidad con las órdenes de Dios, la primera tribu en moverse del campamento fue Judá. Las otras la siguieron en el orden dado. Los Levitas, llevando el equipo del Tabernáculo fueron separados en dos áreas diferentes entre las otras tribus. La tribu de Neftalí, aunque es mencionada detrás de Aser, no fue la último en abandonar. Se indica que Dan es la retaguardia de todas las tribus del ejercito (v.11-28 y esp v 25).

 

Algunas horas más tarde la gigantesca caravana había desaparecido a través de las gargantas entre las montañas al nordeste, dejando el valle del Sinaí silencioso y solitario. Entre los extranjeros que se habían quedado con los Israelitas en el Sinaí estaba Hobab, el hijo de Jetró. Este cuñado de Moisés, junto con un clan que él dirigía, se les había unido cuando vino con su padre a visitar a Moisés y traer a Sefora, la esposa de Moisés. Como un nativo del desierto, él tenía un conocimiento agudo del desierto. Moisés por consiguiente esperó que Hobab y su pueblo fueran con los Israelitas.

 

Hobab, quien amaba a Dios y vio que el pueblo de Dios lo necesitaba, unió su clan a la tribu de Judá, la cual siempre iba delante cuando la caravana Israelita se movía a través del desierto. De esta manera sus hombres podrían usar su conocimiento del desierto para escoger la mejor senda en la que los Israelitas pudieran seguir la nube y la columna de fuego. Después que los Israelitas entraron en Palestina, Hobab, hijo de Raguel o Reuel (Jetró) el Madianita, y sus parientes, se establecieron con la tribu de Judá, escogieron ellos mismos un área del desierto que era parecida a su tierra natal (Jue. 1:16).

 

Reuel significa Amigo de Dios y era el nombre dado a Jetró, el suegro de Moisés, quien era el sacerdote de Madian (Ex. 2:18; cf. Ex. 3:1). Jetró era un adorador del Único Dios Verdadero y así fue llamado Raguel o Reuel aquí.

 

Así que los Israelitas salieron de la montaña y por tres días la vasta línea de personas y animales lentamente lucharon a través de las llanuras rocosas y las laderas características de esa región. El arca de la alianza del Señor los precedió durante esos tres días para encontrar un lugar para descansar. La nube del Señor iba sobre ellos durante el día.

 

Moisés pronunciaba una oración pública para la protección cada vez que comenzaban y cada vez que acampaban (Núm. 10:33-36).

 

(La Nueva Biblia de Estudio Internacional fue utilizada como fuente de referencia en varias partes en este papel.)

 

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