Iglesias Cristianas de Dios

[CB35]

 

 

 

 

Preparación del Templo de Dios

 

(Edición 2.0 20031025-20061220)

 

Cada individuo cristiano es un Templo espiritual de Dios. La manera en la cual el sacerdocio levítico adoraba dentro del Templo de Dios y los acontecimientos que tuvieron lugar en relación a la Casa del Señor se relacionan directamente con la Iglesia y los cristianos.  

 

 

Christian Churches of God

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(Derechos reservados ©  2003, 2006  Peter Donis, ed. Wade Cox)

(tr. 2010)

 

 

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Preparación del templo de Dios

 


Los cristianos son la Casa de Dios. Todos nosotros somos piedras vivientes unidas juntamente como el Templo de Dios. Debemos ser libres de defectos y enfermedades. La manera que el Templo físico fue restaurado en el antiguo testamento tiene paralelo a la manera que construimos nuestro Templo espiritual.

 

Cómo servimos a Dios

Estamos a cargo de un Templo espiritual.

 

1 Corintios 3:16-17 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu Santo de Dios mora en vosotros? 17 Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios lo destruirá a el; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es. (NLT)

 

Simbolizamos el Templo físico, que será reconstruido en el Milenio. Cuando el Templo cayó en idolatría, represento al estado espiritual en que estamos hoy.

 

En la restauración bajo el Rey Josías (el nombre significa Yahweh sana), hay paralelos al Mesías y su ministerio. A través de Cristo, Dios nos sana. Los acontecimientos que siguieron a esa restauración se relacionan con la Pascua del Mesías, el bautismo de los elegidos, el don del Espíritu Santo y nuestra adopción como hijos de Dios E Israelitas espiritual.

 

2 Crónicas 35:1-3 Josías celebro la pascua a Jehová en Jerusalén, y sacrificaron la pascua a los catorce días del mes primero. 2 Puso también a los sacerdotes en sus oficios, y los confirmo en el ministerio de la casa de Jehová. 3 y dijo a los levitas que enseñaban a todo Israel, y que estaban dedicados a Jehová: Poned el arca santa en la casa que edifico Salomón hijo de David, rey de Israel, para que no la carguéis mas sobre los hombros. Ahora servid a Jehová vuestro Dios, y a su pueblo Israel.  (KJV)

 

Cristo retrata a ese cordero de Pascua. Una vez bautizados, nosotros somos organizados en el servicio de la Casa del Señor nuestro Dios. Nos convertimos en un sacerdocio santo (1 P. 2:5). Participamos del Espíritu Santo de Dios a través de Cristo. Cristo trata con nosotros como una Iglesia y como individuos. Recibimos dones por el crecimiento de los demás y el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia (Ef. 4:12).

Josías les dijo a los sacerdotes que pusieran el Arca en el Templo que Salomón construyó. El Arca era una caja de madera cargada con palos en los hombros de los sacerdotes. Las dos tablas de los Diez Mandamientos (Testimonio) estaban posadas dentro del Arca (vea Ex. 25:1-22;  Det. 10:1-2). No llevamos más el Arca en nuestros hombros, pues la llevamos en nuestros corazones. Dios coloca Sus Leyes en nuestros corazones y las escribe en nuestras mentes (Heb. 8:10). El procedimiento es que como adultos nos arrepentimos, somos bautizados y se colocan las manos sobre nosotros para recibir el Espíritu Santo. Somos luego apartados y preparados para servirle al Señor Dios y su pueblo Israel, la nación y Su Iglesia, en la que somos injertados (Gal. 6:16; Heb. 8:8). Vea el papel Los Diez Mandamientos (No.CB17)

 

Empezando la construcción

Es nuestro Padre en el Cielo que agita nuestro espíritu, lo que nos conduce al arrepentimiento. Vemos que con cada restauración física en el antiguo testamento, era Dios el Padre que causaba que el pueblo regresara a él (Esdras 1:5). Dios preparaba al pueblo en todos los casos, y se hace según su momento. (2 Cr. 29:36).

 

Podemos hacer la analogía de construir nuestra fe, a la de construir una casa. Cuando somos obedientes y fieles al conocimiento y entendimiento Dios se nos revela, recibimos entonces el siguiente conjunto de instrucciones. Así, podríamos decir recibimos el permiso para la construcción (2 Cr. 2:1).

 

Debemos desear construir nuestra casa para Dios. Debemos estar determinados en nuestros corazones a obedecerle a Dios y entrar en un convenio con él.

2 Crónicas 2:4-5 He aquí, yo tengo que edificar casa al nombre de Jehová mi Dios, para consagrársela, para quemar incienso aromático delante de el, y para la colocación continua de los panes de la proposición, y para holocaustos a mañana y tarde, en los días de reposo, nuevas lunas, y festividades de Jehová nuestro Dios; de lo cual ha de ser perpetuo en Israel. 5 Y la casa que tengo que edificar, ha de ser grande; porque el Dios nuestro es grande sobre todos los dioses. (KJV)

 

Esto significa que debemos construir una nueva fundación en la verdad, y ensamblar la palabra de Dios correctamente. Dios nos dice cómo y cuando debemos adorarle. Los sábados, Lunas Nuevas y días de fiesta solemne son los días determinados de adoración delante del Señor nuestro Dios. Debemos abrir las puertas de nuestros corazones en estos días santos para honrar y adorar al Único Dios Verdadero solamente. Es una ordenanza por siempre para Israel, el cuál somos (Gal. El 6:16; Heb. 8:8).

 

Estos días santos son nuestras fundaciones. Todos nosotros debemos tener el mismo plan, y debemos tener las mismas fundaciones. Si pasamos por alto un paso, se debilita la estructura entera y las grietas aparecerán. Esto puede ser debido a no guardar las Fiestas. Dios es el Maestro de Obras (Heb.11:10). Debemos prepararnos para hacer su voluntad con una fundación firme en Su verdad.

 

Las Lunas Nuevas son mencionadas con los sábados y las Fiestas como días de sacrificio como esta escrito en la Ley de Dios. Vea el papel Días Santos de Dios (No.CB22)

 

2 Crónicas 31:3 El rey contribuyo de su propia hacienda para los holocaustos a mañana y tarde, y para los holocaustos de los días de reposo, nuevas lunas, y fiestas solemnes, como esta escrito en la ley de Jehová. (NRSV)

 

Así las Lunas Nuevas forman parte del código de construcción o práctica que debemos observar. Esta fundación es necesaria si nuestra casa (Templo) debe pasar inspección.

 

Construyendo una casa con piedras limpias

Las piedras con las cuales construimos deben estar limpias. Debemos convertirnos en piedras vivas como la de Cristo en nuestra cabeza (1 P. 2:4). Presentamos nuestros cuerpos como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios (Rom. 12:1). Construir nuestra casa con piedras infectadas con doctrinas defectuosas y actitudes equivocadas puede ser visto como una casa infectada con lepra espiritual.

 

La ley concerniente a la lepra, que afecta una casa, puede directamente guardar relación con un individuo y la Iglesia, porque ambos son representados como casas espirituales en la Biblia.

 

Levítico 14:40-42 entonces mandara el sacerdote, y arrancaran las piedras en que estuviere la plaga, y las echaran fuera de la ciudad en lugar inmundo. 41 Y hará raspar la casa por dentro alrededor, y derramaran fuera de la ciudad, en lugar inmundo, el barro que rasparen. 42 Y tomaran otras piedras y las pondrán en lugar de las piedras quitadas; y tomaran otro barro y recubrirán la casa. (NRSV)

 

Estas piedras pueden representar nuestras creencias. Construimos nuestra fe con estas piedras. La enfermedad que aparece en ellas es doctrina defectuosa. Esto debe ser removido y debe ser echado; No se debe usar de nuevo. No importa cuán duro tratemos de restregarnos sobre piedras de doctrinas defectuosas, siguen estando sucias. No se permitirán piedras de doctrina falsa en la Ciudad de Dios.

 

Nuestros pensamientos y cómo actuamos en lo que sabemos podría ser visto como el barro. El interior de la casa es limpiado profundamente y el barro que se desprende es echado fuera de la ciudad. Dios quita las piedras de doctrina defectuosa y las reemplaza con piedras de verdad. A través del sacrificio de Cristo somos limpiados, recubiertos, y guiados por el Espíritu Santo en cómo vivir de acuerdo con las Leyes de Dios. Pero todavía somos susceptibles a un arranque de enfermedad, llamada teología falsa y pensamiento erróneo.

 

No somos necesariamente recubiertos cada vez que pecamos. Esto no es igual a un defecto o mancha cuando pecamos y nosotros podemos arrepentirnos y ser limpiados. Es cuando nos permitimos regresar a nuestras vidas anteriores, viviendo en contra de la expresada voluntad de Dios. Si no estamos preparados a cambiar nuestros hábitos anteriores cuando fuimos esclavos, para pecar; entonces finalmente se infectarán nuestros pensamientos y nuestras acciones. Hoy vemos actitudes de racismo, odio y avaricia transmitida a los niños. Esta clase de lepra puede pegarse a las familias por generaciones (2 R. 5:27).

 

A menos que el pecado sea removido, encontrará su camino en cada cuarto de nuestra casa. Es importante recordar que no somos hechos perfectos una vez que somos bautizados. Al contrario, Dios revela nuestra descomposición espiritual a través de Cristo. El interior de nuestro corazón y mente es raspado a fondo. Somos entonces reformados en una persona nueva. Somos recubiertos con el Espíritu Santo de Dios. Las viejas creencias sin fundación en la verdad son removidas.

 

El barro de la soberbia

En Daniel, capítulo 4, leemos que el Rey Nabucodonosor fue removido del reinado porque él le permitió a su corazón ser 'cubierto con soberbia’. Hablo el rey y dijo: ¿no es esta la gran Babilonia que yo edifique para casa real con la fuerza de mi poder? (Dan 4:30). Él no reconoció lo qué había hecho Dios por él. Cuando comparamos esto con la Ley en Levítico 14:40, vemos que él fue literalmente echado en un lugar inmundo. Esto fue simbolizado por el hecho de que su morada estaba con las bestias del campo, fuera de la ciudad, representando su remoción del reinado.

 

Dios restauró al Rey Nabucodonosor y reconstruyó su palacio real con piedras nuevas porque él aprendió que el Altísimo rige sobre el reino de los hombres y lo da a quienquiera que él desee (Dan. 4:26-34). El rey dijo, “Mi razón me fue devuelta, y bendije al Altísimo” (Dan. 4:34).

 

En el capítulo 5 de Daniel vemos las consecuencias cuando la lepra regresa a la misma casa.

 

Levítico 14:43-45 Y si la plaga volviere a brotar en aquella casa, después que hizo arrancar las piedras y raspar la casa, y después que fue recubierta, 44 entonces el sacerdote entrara y la examinara; y si pareciere haberse extendido la plaga en la casa, es lepra maligna en la casa; inmunda es. 45 Derribara, por tanto, la tal casa, sus piedras, sus maderos y toda la mezcla de la casa; y sacaran todo fuera de la ciudad a lugar inmundo. (NRSV)

 

Belsasar, quien asumió el palacio real, era consciente de lo que le ocurrió a su padre, (Dan. 5:22) pero él no humilló su corazón. Él fue medido por lo que sabía y cómo actuaba sobre el conocimiento que recibió. La enfermedad había regresado y se propagaba. Él pecó a través de su desobediencia y su soberbia. Él bebió de las vasijas sagradas y permitió a otros beber de ellas también. Él fue culpable de contaminar lo que sabía que era santo y sagrado. Él alabó ídolos y no honró a Dios (Dan. 5:1-5).

               

Belsasar fue juzgado según la ley, que requería que la casa fuese derribada. Ninguna de las piedras, madera y barro debía permanecer (Dan. 5:30-31). Él y su reino fueron tratados al mismo tiempo. La casa de Belsasar no debía continuar. Asimismo seremos removidos del Reino de Dios, si no colocamos nuestra mente en su voluntad y, en todo, dar gracias. Ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús concerniente a todos nosotros (1 Tes. 5:18).

 

Soberbia en el Templo

Dios mira en el corazón de un individuo y no en la apariencia externa. Un ejemplo de esto es el Rey Uzias. Él recibió gran éxito, hasta que puso su corazón contra Dios (2 Cr. 26:5).

 

2 Crónicas 26:16-18 Más cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebelo contra Jehová su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar incienso en el altar del incienso. 17 Y entro tras él el sacerdote Azarías, y con el ochenta sacerdotes de Jehová, varones valientes. 18 Y se pusieron contra el rey Uzias, y le dijeron: No te corresponde a ti, oh Uzias, el quemar incienso a Jehová, sino a los sacerdotes hijos de Aarón, que son consagrados para quemarlo. Sal del santuario, porque has prevaricado, y no te será para gloria delante de Jehová Dios. (NKJV)

 

Como un sacerdocio real, debemos acercarnos a Dios en una manera digna. Vemos que Uzias se acercó al Templo de Dios con la actitud equivocada. Cuando nuestros corazones están llenos de orgullo y vanidad tenemos mejor probabilidad de hacer las cosas por nuestra propia manera y no seguir la manera de Dios. Tal como Uzias, podemos dejar a nuestros corazones llenarse de orgullo. Las bendiciones que Dios el Padre nos da, nos debería humillar, de otra manera nos llevaran a la ruina (Pro.11:2, 16:18).

 

2 Crónicas 26:19-20 Entonces Uzias, teniendo en la mano un incensario para ofrecer incienso, se lleno de ira; y en su ira contra los sacerdotes, la lepra le broto en la frente, delante de los sacerdotes en la casa de Jehová, junto al altar del incienso. 20 Y le miro el sumo sacerdote Azarías, y todos los sacerdotes, y he aquí la lepra estaba en su frente; y le hicieron salir apresuradamente de aquel lugar; y el también se dio prisa a salir, porque Jehová lo había herido. (NKJV)

 

Uzias hacía un trabajo que no le fue asignado, y no estaba adorando a Dios como debería haber hecho. Su orgullo lo condujo a enojarse contra los sacerdotes que le corregían. La cólera induce a odiar. Odiar conduce al homicidio. Él debería haberse arrepentido. No podemos venir delante de Dios a menos que nuestro corazón sea correcto. Ni podemos permanecer enojados con nuestro hermano. Fácilmente podemos enojarnos con esos que nos corrigen, cuando creemos que lo que hacemos está correcto.

 

La vanidad nos infla. Lo qué pensamos que está en lo correcto no es siempre aprobado a los ojos de Dios. No podemos permanecer enojados contra nuestros hermanos y permanecer delante de Dios. Dios coloca a su pueblo en Su Iglesia para la responsabilidad y bienestar de todos. Debemos poder aceptar la corrección de esos en autoridad.

 

También debemos actuar sobre lo que sabemos para ser verdaderos. No obedecerle a Dios es una forma de soberbia e idolatría. Debemos poder humillar nuestros corazones a fin de que Dios pueda continuar enseñándonos Su voluntad.

 

2 Crónicas 26:21 Así el rey Uzias fue leproso hasta el día de su muerte, y habito leproso en una casa apartada, por lo cual fue excluido de la casa de Jehová. (NKJV)

 

Podemos concluir que Uzias no se arrepintió de su pecado. Concerniente a alguien que tiene lepra, la Ley declara que todos los días que él tenga la llaga será inmundo y morará solo fuera del campamento. Dios coloca una marca espiritual de lepra en aquellos que le adoran en contra de Sus Leyes. Seremos aislados de la Casa de Dios a menos que nos arrepintamos de nuestros pecados.

 

A los inmundos no se les permite entrar

2 Crónicas 23:16-19 Y Joiada hizo pacto entre si y todo el pueblo y el rey, que serian pueblo de Dios. 17 Después de esto entro todo el pueblo en el templo de Baal, y lo derribaron, y también sus altares; e hicieron pedazos sus imágenes, y mataron delante de los altares a Matan, sacerdote de Baal. 18 Luego ordeno Joiada los oficios en la casa de Jehová, bajo la mano de los sacerdotes y levitas, según David los había distribuido en la casa de Jehová, para ofrecer a Jehová los holocaustos, como esta escrito en la ley de Moisés, con gozo y con canticos, conforme a la disposición de David. 19 Puso también porteros a la puertas de la casa de Jehová, para que por ninguna vía entrase ningún inmundo. (NRSV)

 

Todos nosotros éramos inmundos antes de ser bautizados en el Cuerpo de Cristo. Cuando regresamos a Dios, debemos derribar los falsos ídolos que teníamos antes de nuestra conversión. Ninguno de nosotros es perfecto, pero la Iglesia tiene que ocuparse de que no entre nadie que no está dispuesto a limpiar su túnica por el sacrificio de Cristo, o quien continúa voluntariamente desobedeciendo los Mandamientos de Dios.

 

Dios requiere que haya porteros en las puertas de Su Templo (2 Cr. 23:19). Debemos entender que la Iglesia tiene una responsabilidad de asegurarse que esos queriendo unirse están dispuestos a obedecer las leyes que Dios ha establecido para Su Casa. Esto puede ser en la forma de consentimiento escrito para seguir el protocolo de la Iglesia y su Constitución.

 

El Señor Dios no permitirá que el sea contaminado. La Iglesia tiene la responsabilidad de asegurarse que aquellos que son incircuncisos en corazón no continúen contaminando Su Santuario. Dios lo hace completamente claro. Ningún inmundo, es decir, uno que no sabe que Dios es Uno (Det. 6:4) entrará en Su santuario; Ni aquellos incircuncisos en el corazón, es decir, aquellos que no consideran el arrepentimiento y el bautismo en el cuerpo de Cristo como la manera de salvación; Ni aquellos incircuncisos en la carne, representando a los que no guardan las Leyes de Dios, Su convenio (Eze. 44:5-9). La Casa de Dios no es un club social.

 

Los animales limpios retratan a los elegidos

Eso que podía comerse o podía sacrificarse cayó en las categorías de limpio e inmundo. Los animales terrestres considerados limpios pueden encontrarse en Levítico 11:1-4. Sólo los animales limpios estaban permitidos porque representaban el sacrificio de Cristo, que era sin defecto o mancha (1 P. 1:19). 

 

El comer alimentos limpios para alimentar nuestros cuerpos físicos es paralelo a tomar la comida espiritual, que alimenta nuestra mente. La ciencia hoy comprende que la comida considerada sucia en la Biblia hace daño a nuestra salud. Asimismo, alguien que come el alimento espiritual que de sí mismo es inmundo, coloca su bienestar espiritual en peligro. Dios hace la distinción de lo que es limpio e inmundo a través de la observancia de Su Palabra.

 

Los animales terrestres que están limpios son aquellos que rumian y tienen una pezuña hendida (Lev. 11:1-4). Algunos de nosotros puede estar familiarizado con el término “rumiar” Es una expresión figurativa significando meditar en una materia. Eso lo que nosotros cumplimos concerniente a la palabra de Dios (Sal. 1:2). Vea el papel Las Leyes Bíblicas de Alimentación (No.CB19)

 

Debemos enfocarnos en leer las Escrituras, alentar y enseñar a los demás (1 Ti. 4:12-16). Meditamos en la palabra de Dios así podemos ser ejemplos de la vida divina.

 

La pezuña hendida

Venimos a entender que la pezuña hendida de un animal limpio representa un número de puntos. La pezuña simboliza nuestros pies, y la forma en la cual guiamos en la verdad y conducimos nuestras vidas. Debemos caminar delante del Dios Todopoderoso y ser perfectos (Gn. 17:1; 48:15). Debemos caminar en las Leyes de Dios (Ex. 16:4). La pezuña hendida representa a esos que correctamente dividen la palabra de Dios y guardan Sus Mandamientos. Debemos vivir una vida digna del llamado que hemos recibido (Ef. 4:1). Somos llamados para ser separados en nuestra conducta (Esdras 10:11) y salir de este mundo. (Apo. 18:4).

 

El cerdo

El cerdo tiene una pezuña hendida pero no rumia. Esto también se refleja en individuos. Algunas personas se han separado ellos mismos, pero no meditan en la comida que digieren. Otros se separan ellos mismos y reemplazan la Santa Biblia de Dios por su propio libro de instrucciones. Sus hábitos de comida, es decir, lo que aceptan como Palabra de Dios, no son probados contra la Escritura. ¿Cómo examina uno el alimento espiritual?

 

Isaías 8:20 ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no le ha amanecido.

 

Limpiando el Templo

Cuándo Cristo regrese como Rey Mesías, a restaurar el Templo, ¿en qué estado encontrara nuestro Templo? ¿Encontrará las puertas de nuestros corazones abiertas durante días ordenados de asamblea en los sábados, Lunas Nuevas y días festivos determinados? ¿Nos encontrará guardando la Fiesta de la Pascua o nos encontrara ofreciendo sacrificios a la diosa Ishtar, y guardando la Pascua florida? Cuándo Cristo regrese a limpiar el Templo, ¿seremos uno de aquellos que el echo fuera del Templo de su Padre, por comerciar con las vidas de los hombres, cegando a la gente de la verdad y lisiándola espiritualmente? ¿O seremos uno de esos que él sanará? (Mat. 21:12-14).

 

La purificación del Templo es requerida bajo la Ley. El Mesías limpió el Templo del Año Nuevo en el año de su sacrificio para mostrarnos lo que es requerido. Hacemos esto en una base anual del Año Nuevo a la Fiesta de la Pascua y Panes sin Levadura tal como Cristo lo hizo. Nos debemos limpiar nosotros mismos para compartir la Cena del Señor y permitirnos pasar otro año libre de los pecados que acumulamos en el año anterior. Nuestra purificación es una espiritual, una de oración y ayuno para nosotros mismos, y luego para otros pecadores de la Iglesia y la nación que es todavía débil o ignorante en la fe. Es nuestra responsabilidad como una Iglesia y como individuos porque somos el Templo de Dios.

 

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