Iglesias Cristianas de Dios

[CB93]

 

 

 

 

 

Las Conquistas de David

 

(Edición 1.0 20061208-20061208)

 

Bajo el gobierno de David la nación de Israel prosperó como el Señor había prometido. Ellos derrotaron a sus enemigos y las fronteras de Israel fueron asegurados así. David quiso construir un templo para el Señor, pero no se le permitió hacer eso. Sin embargo, Dios le prometió a David que su casa y su reino durarían para siempre. Este papel ha sido adaptado de los capítulos 98-102 de The Bible Story volumen IV por Basil Wolverton, publicado por Ambassador College Press.

 

 

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Las Conquistas de David


 

Continuamos aquí del papel El Rey David (No. CB92).

 

La Promesa de Dios a David

Después de que David se había mudado al palacio que había sido un regalo de Hiram, rey de Tiro, empezó a considerar cuan mucho mejor estaba el personal que lo rodeaba en comparación con los del el arca, que se encontraban sólo en una tienda de campaña.

 

"El Arca debe descansar en un lugar más elegante que donde vivo", dijo David al profeta Natán. "¿Qué piensas de mi planificación de un templo para albergar el Arca?"

 

"Seguramente Dios estaría complacido por tal acto respetuoso", dijo Natán. "Yo pienso que Él te bendecirá y a todo Israel por llevar a cabo una idea tan maravillosa."

 

Esa noche, sin embargo, el Señor contacto a Natán en una visión para decirle que el plan de David no estaba de acuerdo con lo que Dios aprobaba.

 

"Dile a David que no lo haga. No requiero nada más que una tienda o tabernáculo para mi Presencia desde que los israelitas salieron de Egipto", informó el señor a Natán. "Nunca me he quejado ante los líderes de Israel o he sugerido que quiero o necesito cualquier otro tipo de morada para el arca.

 

"Ahora dale este mensaje a David: 'Yo te escogí como líder de mi pueblo. He estado contigo por dondequiera que has ido y he destruido a tus enemigos, y haré famoso tu nombre. Y voy a proporcionar un lugar para mi pueblo Israel, y no se verá afectado de nuevo. No habrá más guerra contra ti y tus descendientes gobernarán este país para las generaciones venideras. Cuando mueras pondré uno de tus hijos en tu trono y hare su reino fuerte. Él es quien me va a construir un templo. Yo seré para él padre y él será mi hijo. Aun si peca voy a utilizar otras naciones para castigarlo, pero mi amor y bondad no lo dejará como la aparté de Saúl. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí, y tu trono será estable eternamente" (2Samuel 7:1-16; 1Cronicas 17:1-14.).

 

A la mañana siguiente Natán le dijo a David su visión y todo lo que Dios le había dicho. David no estaba decepcionado al saber que Dios no quería que él construyera una casa especial para el Arca En cambio, él estaba alegremente entusiasmado al saber que iba a tener un hijo al cual Dios dirigiría en la construcción de un templo que sería dedicado al Creador, y que sería un lugar apropiado de descanso para el Arca. David inmediatamente buscó un lugar íntimo para sentarse en meditación delante de Dios y dar gracias por las maravillosas promesas y bendiciones de Dios para sí mismo y para con Israel (2Samuel 7:17-29; 1Cronicas 17:15-27).

 

Debido a la obediencia de David y porque el pueblo buscaba cada vez más a Dios para la manera correcta de vivir, un periodo de liberación de la presión de los enemigos alrededor inicio para todo Israel. Sin embargo Israel no confiaba completamente en Dios por la protección divina, sin embargo, esta seguridad sólo se producía después de batallas furiosas a través de las cuales David conducía a sus tropas con la ayuda milagrosa de Dios. A pesar de que Israel no acababa de confiar en Dios, Él cumplió su promesa y los libró de sus enemigos.

 

Victorias de David

Una de las primeras victorias militares de David en ese momento fue derrotar a los filisteos y someterlos. Los israelitas tomaron algunas de sus principales ciudades y habitaron en ellas durante varios años. Esto revirtió las condiciones para los hijos de Israel que habían estado mucho tiempo sujetos a las demandas de los filisteos (2Samuel 8:1; 1Cronicas 18:1).

 

David también derrotó a los moabitas. Los hizo caer lado a lado en filas. Dos terceras partes de cada fila, como medidas con una cinta, fueron masacradas, y una tercera parte fue salvada para convertirse en siervos de David. Los que se salvaron fueron obligados a pagar un tributo regular a Israel para recuperar lo que ellos habían tomado en incursiones anteriores en Canaán (2Samuel 8:1; 1Cronicas 18:2).

 

David también luchó contra las fuerzas de Hadad-ezer rey de Soba, en una batalla en el río Éufrates. Capturó mil de sus carros, siete mil jinetes y veinte mil hombres de a pie; luego mataron a todos los caballos de los carros, excepto por cien equipos. También sacrificaron veintidós mil arameos (sirios) de Damasco cuando vinieron a ayudar a Hadad-ezer (2Samuel 8:3-5; 1Cronicas 18:5).

 

Dios había ordenado a Israel que no acumulara un gran número de caballos de guerra, para que no comenzaran a depender de los caballos de guerra en lugar de la protección de Dios (Deuteronomio 17:16). Esa es la razón por la que David ordenó matar a los caballos de guerra a excepción de los cien que él guardo para ser usados por los israelitas. Gran parte de metal fue despojado de los carros, así como adornos valiosos (1Crónicas 18:3-4).

 

Los hombres de David recogieron más del despojos de la guerra. Estos fueron enviados a Jerusalén como una ofrenda de gratitud a Dios lo cual aporto mucho a la riqueza de Israel. Al mismo tiempo, David dejó a muchos de sus soldados en esa región para proteger las fronteras de Canaán. Al igual que con los de Moab, los sirios fueron sometidos a David y un tributo regular se exigía de ellos (2Samuel 8:6-8; 1Cronicas 18:6-8).

 

Por el momento, los sirios habían aprendido su lección. Su castigo fue porque habían robado las tierras de pastoreo que Dios le había dado anteriormente a tres tribus de Israel (1Crónicas 5:3, 9-11, 18-23). Así que el Señor le dio la victoria a David dondequiera que iba.

 

No pasó mucho tiempo antes que Toi, rey de la cercana ciudad de Hamat, escuchara lo que había sucedido. Él y Hadad-ezer eran enemigos y sus ejércitos estaban a menudo en guerra. Toi estaba contento al parecer por que los israelitas habían derrotado a todo el ejército de Hadad-ezer.

 

En consecuencia, envió a su hijo Joram, al frente de una delegación para visitar a David y le felicito por sus últimos triunfos en batalla. Para demostrar la amistad de su padre al rey de Israel, Joram presentó a David con una amplia y costosa cantidad de artículos de bronce, plata y oro. Todo esto David lo añadió al tesoro especial que se construía a partir de objetos de valor tomados de las personas subyugadas de otras naciones y los dedicó al Señor. El esperaba que esta riqueza eventualmente fuera utilizada para ayudar a construir el templo de Dios (2Samuel 8:9-12; 1Cronicas 18:9-11).

 

Las guerras triunfantes contra las naciones que presionaban en contra de Israel provocaron que David fuera aún más respetado por sus enemigos, así como por su pueblo. Por fin la Tierra Prometida de Canaán estaba habitada y todas sus fronteras resguardadas por el pueblo de Israel. Mientras tanto, David trabajó para establecer un gobierno justo. Él mantuvo en los altos cargos a los hombres que eran más capaces. Él era el tipo de rey que, públicamente y en privado le daba el crédito a sus hombres cuando el crédito se debía a ellos, en lugar de tratar de tomar los honores para sí mismo (2Samuel 8:15-18; 1Cronicas 18:14-17).

 

David enseña lealtad

Joab, a pesar de que había despertado gran ira de David en el pasado, fue mantenido como el general del ejército de Israel. David había prometido ese oficio a cualquier persona que pudiese llevar con éxito las tropas dentro de Jerusalén durante el ataque a esa ciudad por los israelitas, y Joab gano el premio. Él era un líder militar capaz, a pesar de que era insensible y amaba las acciones violentas. Con su hermano Abisai, quien se convirtió en el siguiente a cargo bajo él, Joab llevó a cabo sus deberes.

 

En la última batalla de ese momento en particular cuando los israelitas aniquilaron a sus enemigos desde el sureste de Canaán, fue Abisai quien lidero las tropas. Su récord fue tan notable que dieciocho mil soldados edomitas fueron asesinados (2Samuel 8:13-14; 1Cronicas 18:12-13). Dios usa todo tipo de personas para llevar a cabo sus muchos planes. Pero sus verdaderos siervos debemos ser obedientes a las leyes físicas y espirituales del Creador.

 

David y Mefi-boset

Finalmente, un hombre llamado Siba, que había sido siervo en la casa de Saúl fue traído a Jerusalén.

 

El rey le preguntó si todavía quedaba alguien de la casa de Saúl a quien pudiera demostrar la bondad de Dios. David sabía que uno debe ser fiel a los viejos amigos (Proverbios 17: 17; 18:24; 27:10).

 

Siba le dijo a David que había un hijo de Jonatán, llamado Mefi-boset, que era cojo de ambos pies (ver 2 Samuel 4:4).

 

Siba entonces le dijo que el niño estaba viviendo con un hombre amable y hospitalario llamado Maquir en la localidad de Lo-Debar.

 

Entonces el rey David lo mandó llamar. Cuando Mefi-boset se presentó ante David se postró para darle honra.

 

"¡Yo soy tu siervo, señor!" -murmuró con miedo (2Samuel 9:2-6).

 

"No tengas miedo", le dijo David, "porque yo sólo quiero mostrarte bondad por amor a tu padre Jonatán. Voy a devolverte todas las tierras que pertenecían a tu abuelo Saúl, y tú comerás siempre en mi mesa".

 

"¿Qué razón tiene para hacer eso?" Mefi-boset preguntó. "Ciertamente no soy nada más que un perro muerto para ti" (v. 7-8).

 

Entonces el rey llamó a Siba y le dijo: "He dado al nieto de tu amo todo lo que pertenecía a Saúl y a su familia. Tú y tu familia y los criados deben asumir todas las tareas que deben llevarse a cabo para hacer los bienes productivos para Mefi-boset y para ti y todos los que vivan o trabajen allí."

 

Siba estaba contento obviamente por estas disposiciones. Tenía quince hijos que eran capaces de trabajar. Él también tenía veinte siervos a quienes él deseaba mantener empleados.

 

"Es un placer para mí hacer lo que el rey manda", dijo Siba.

 

El joven estaba abrumado. Él agradeció profusamente David, que estaba contento por la oportunidad de hacer algo por el hijo de Jonatán.

 

Mefi-boset mandó llamar a su esposa, y estaban muy a gusto en su nuevo hogar. Para hacerle la vida más agradable, Dios los bendijo con un hijo al que llamaron Mica. Los tres ellos fueron tratados como la realeza, y fueron invitados a menudo a la casa de David para la cena y otras ocasiones sociales (v. 9-13).

 

David derrota las amonitas

En el transcurso del tiempo David fue informado de que el rey de los amonitas había muerto. La Biblia no menciona qué relación tenía David con este hombre, pero obviamente de alguna manera se hizo amigo de David, posiblemente durante el tiempo en que había buscado refugio de Saúl fuera de Canaán. David quería que el hijo del rey, Hanun, supiera que el rey de Israel lamentaba la noticia de la muerte de su padre. David envió una delegación con regalos a la tierra de los amonitas al este del Mar de la Sal (Muerto) para entregar el mensaje de simpatía de David (2Samuel 10:1-2; 1Cronicas 19:1-2).

 

Hanun amablemente recibió a los israelitas, pero después de que habían sido llevados a las habitaciones de invitados para una noche de descanso antes de comenzar el viaje  de regreso a Jerusalén, algunos de los jóvenes jefes amonitas que eran hostiles con los hijos de Israel vinieron a hablar con Hanun.

 

"Si al rey de Israel nunca le ha preocupado nada acerca de tu padre, él sólo está utilizándolo como una excusa para enviar espías aquí", dijeron a Hanun. "Estos hombres con regalos están, sin duda viendo nuestra ciudad de manera que puedan recolectar información. Esto significa que Israel tiene la intención de atacarnos pronto"

 

Hanun estaba preocupado por esta opinión. A la mañana siguiente decidió que los jefes estaban probablemente en lo cierto, y dio la orden de detener a los israelitas. Cada barba de los hombres fue cortada a la mitad, y sus vestiduras fueron cortadas casi hasta la cintura. En esas condiciones se les dijo burlonamente que regresaran a Jerusalén y le dijeran a David que su intento de espiar a los hijos de Amón era tan ridículo como se veían sus emisarios cuando regresaron.

 

La noticia de este acto insultante llegó de alguna manera a David antes que la delegación avergonzada pudiera alcanzar el río Jordán. David envió hombres para llevarles ropa nueva en el sitio de la ciudad arruinada de Jericó. Se les dijo que permanecieran allí hasta que la barba les creciera de manera uniforme.

 

Mientras tanto, Hanun también recibió una noticia que le hizo llamar apresuradamente a los jefes amonitas que le habían hablado de maltratar a los hijos de Israel (1Samuel 10:3-5; 1Cronicas 19:3-5).

 

El rey Hanun de Amón; se enteró luego de que había sido muy imprudente al insultar a los hombres de David. Los informes llegaban a él diciendo que los israelitas estaban tan enojados que estaban casi seguros que atacarían a los amonitas en la región este del Mar Muerto.

 

El ejército de Hanun era muy pequeño en comparación con el ejército del rey David. Hanun se dio cuenta de que la única manera posible de hacer frente a su enemigo en algo parecido a una base de igualdad sería contratando tropas de las vecinas naciones Arameas y Mesopotámicas.

 

Hanun logró obtener 33.000 soldados - muchos de ellos gente de a caballo y jinetes - de cuatro de esos reyes vecinos (2Samuel 10:6; 1Cronicas 19:6-7.).

 

Cuando David oyó esto, estaba más decepcionado que preocupado. Había tenido la esperanza de que las guerras pudieran evitarse por muchos años más, pero ahora sabía que, dado que Israel no confiaba en Dios para su protección, el ejército de Israel tendría que ser enviado de nuevo. Aunque el pueblo de Israel, y sobre todo David, estaban enojados por lo que Hanun le había hecho a los hombres que habían ido a los hijos de Amón con un fin amistoso, David no había planeado librar una guerra importante con respecto a este asunto. Pero los amonitas habían invitado ahora al ataque sobre ellos mismos por segunda vez.

 

Los filisteos no representaban ninguna amenaza para Israel en ese momento, así que la mayoría del ejército de Israel fue enviado al encuentro del enemigo. David se quedó en Jerusalén, el envío a Joab como jefe de la fuerza de combate, y Abisai, hermano de Joab, como segundo al mando (2Samuel 10:7; 1Cronicas 19:8).

 

Los amonitas defendieron las puertas de su ciudad, mientras que los sirios lucharon en los campos. Cuando Joab se dio cuenta de que tendría que luchar en dos frentes, escogió los mejores soldados del ejército para ir contra los 33.000 sirios. El resto de las tropas israelitas fueron puestas bajo el mando de Abisai para ser utilizados contra los amonitas.

 

Joab le dijo entonces al ejército israelita: "Si los sirios son muy fuertes para mi, ven rápidamente con tus hombres para que me ayuden. Si los hijos de Amón resultan demasiado fuertes para ti, voy a volver rápidamente para ayudarte. No te preocupes acerca de ser derrotado. Si Dios lo cree conveniente, Él nos ayudará a ganar" (2Samuel 10:8-12; 1Cronicas 19:9-13).

 

Una trampa convertida en victoria

El último comentario de Joab se podría considerar un poco extraño para alguien que era un soldado experto y que creía en la fuerza y ​​la violencia para resolver los asuntos. Sin embargo, él creía en el gran poder de Dios, a pesar de que él no estaba usualmente inclinado a obedecer las leyes de Dios. Probablemente nunca se dio cuenta de hasta qué punto Dios lo estaba usando para entregar a los incrédulos, y pecadores israelitas a sus vecinos.

 

Bajo las órdenes de Joab, la parte más fuerte del ejército repentinamente reformo sus líneas para hacer frente a los sirios. Cuando los sirios se dieron cuenta de que, en lugar de los amonitas, fueron los primeros objetos de ataque, cayeron en un estado de pánico ruidoso. Ellos corrieron lejos de Medeba con una prisa frenética tal que Joab mandó a sus hombres que no cansaran en la búsqueda inútil.

 

Casi al mismo tiempo las tropas de Abisai cargaron contra los amonitas, que estaban tan desalentados por la retirada de los sirios que también corrieron y se retiraron a la ciudad. Después Joab regresó a Jerusalén (2Samuel 10:13-14; 1Cronicas 19:14-15).

 

Los sirios se dieron cuenta de que no podían competir con los israelitas. Así que los líderes conspiraron una represalia inmediata. El hombre que estaba dispuesto a defender su causa era Hadad-ezer. Él era el rey sirio que previamente había perdido miles de hombres y muchos caballos y carros de guerra con el ejército de Israel. Para entonces Hadad-ezer había reconstruido un ejército. En combinación con los hombres de otros reyes sirios, esto hizo una máquina de combate de tamaño considerable. Pero Hadad-ezer, no estaba satisfecho hasta que había reclutado a muchos más soldados arameos de Mesopotamia. Estas tropas llegaron a Helam bajo el mando de Sobac, el comandante en jefe de las fuerzas de Hadad-ezer (2Samuel 10:15-16; 1Cronicas 19:16).

 

Al oír esto, David decidió que él personalmente dirigiría el ejército a Helam donde los sirios atacaron. Pero una vez más los sirios huyeron de los israelitas. Dejaron 700 aurigas muertos en los campos, también cuarenta mil hombres de caballería, entre ellos el general Sobac.

 

Cuando todos los reyes que eran vasallos de Hadad-ezer vieron que habían sido derrotados por Israel, hicieron la paz con los israelitas y quedaron sujetos a ellos (2Samuel 10:17-19; 1Cronicas 19:17-19).

 

David y Betsabe

Al año siguiente, cuando el tiempo permitió más favorablemente el movimiento de las tropas, David envió a Joab con el ejército del rey y todo el ejército de Israel contra los hijos de Amón. David no estaba interesado en la venganza. Quería poner freno a los amantes de la guerra, los ambiciosos amonitas antes de que pudieran construir un ejército lo suficientemente fuerte como para molestar a Israel en el futuro.

 

Ellos destruyeron a los amonitas y tomaron la ciudad de Rabá. Pero David se quedó en Jerusalén (2Samuel 11:1; 1Cronicas 20:1).

 

Una noche David se levantó y caminó alrededor de la azotea de su palacio. Desde la azotea vio a una mujer joven bañándose y David vio que ella era muy hermosa. No había nada inusual en que una persona se bañara a la vista de los demás en ese tiempo. La privacidad era algo que no todo el mundo podía permitirse pero la modestia exigía que la persona estuviera vestida cuando se bañara en los ríos o de tal manera.

 

Al preguntar quién era la mujer, David supo que su nombre era Betsabé, y que ella era la esposa de un hombre llamado Urías, un heteo. (Los heteos vivían en la región de las cabeceras del río Jordán cuando los israelitas habían llegado a Canaán.) Urías era uno de los miles de soldados en el ejército de Israel que habían ido a atacar a los amonitas. También era uno de los treinta y siete grandes héroes militares de David, un general de Israel (2Samuel 23:39). A pesar de que David no la conocía, la posibilidad de tomarla por esposa estaba creciendo en su mente. Fue imprudente dejarse influir por la lujuria de la belleza física por sí sola.

 

A pesar de su capacidad habitual para la equidad y el buen juicio, David seguía pensando en Betsabé. Él impulsivamente decidió hacer algo al respecto. Entonces David envió mensajeros a buscarla. Así que ella vino a él y David durmió con ella. Entonces ella volvió a casa.

 

En lugar de eliminar los pensamientos tentadores de su mente, David había cedido a ellos. El resultado iba a ser el comienzo de la época más triste de su vida. Había roto el séptimo y el décimo mandamiento. Ahora era seguro que vendrían problemas (2Samuel 11:4).

 

El primer golpe vino a David, cuando recibió un mensaje de Betsabé varios meses más tarde donde le informaba que ella iba a tener un hijo. El único camino posible para salir de esta situación miserable, pensó para sí mismo, era conseguir que Urías regresara a su esposa de una vez. Si Urías se quedaba con su esposa unos días, pensaría que el bebé era suyo.

 

David no perdió tiempo en enviar un mensajero a Joab, pidiéndole que hiciera que el marido de Betsabé regresara a Jerusalén por el medio más rápido disponible para informar sobre el progreso de la guerra. Urías se apresuró a regresar y fue traído a David.

Cuando Urías vino a David, él le preguntó cómo estaban Joab y los soldados y le preguntó acerca de la guerra.

 

David al final dijo a Urías. "Baja a tu casa y lava tus pies" (2Samuel 11:2-8).

 

El esquema de David fracasa

El rey suspiró aliviado al ver a Urías caminar a grandes zancadas hacia la puerta. El interrogatorio fue sólo un acto para ocultar la verdadera razón de que el heteo regresara a Jerusalén.

 

Añadido a esto estaba la persistente sensación de culpabilidad, especialmente fuerte en presencia del oficial heroico y fiel al que le había hecho mal. Para tratar de disminuir la sensación incómoda, David envió un regalo a casa de Urías.

 

Al día siguiente, David fue recibido con una sorpresa desagradable. Se le informó que Urías no había ido a su casa. En su lugar, había pasado el tiempo durmiendo en las habitaciones de los sirvientes de la casa del rey.

 

"¿Por qué no pasaste la noche en tu casa con tu esposa?" el rey le preguntó cuando Urías fue llevado ante él.

 

"¿No estabas ansioso de verla después de haber estado alejado de ella durante tanto tiempo?"

 

"Yo tenía muchas ganas de estar con mi esposa". Urías explicó, "pero sentí que mientras mi jefe y compañeros soldados tenían que dormir en el suelo y las rocas, yo no debería tomar ventaja de algo mejor. ¿Cómo iba a ir a mi casa a comer y beber y estar con mi esposa? yo nunca haría tal cosa "(v. 9-11).

 

"Bueno, quédate aquí esta noche", dijo David, "y mañana te enviaré de vuelta a reunirte con el ejército".

 

Urías se quedó alrededor del palacio. Comió y bebió con David y David lo emborrachó. Pero en la noche Urías no fue a su casa como David había esperado, sino que otra vez se fue a dormir en las dependencias del servicio (v. 12-13).

 

Otro esquema

Causar que Urías se emborrachara había sido una pérdida de tiempo. Incluso en esas condiciones  Urías se abstuvo de visitar a su esposa, que estaba tan cerca. Sentía que no debía disfrutar ninguna parte de la vida en el hogar mientras sus compañeros estaban soportando penurias en la campaña contra los amonitas.

 

David estaba muy preocupado pensando en lo que ocurriría si el público se daba cuenta que él iba a ser el padre de un niño con la esposa de otro hombre. En un intento desesperado por escapar de la situación, David decidió hacer una cosa terrible. Envió una carta sellada a Joab, jefe de su ejército, con Urías como portador. Urías volvió apresuradamente, tal como él deseaba, donde las fuerzas israelitas estaban acampadas.

 

Al abrir la carta, incluso el cruel de Joab estuvo un poco conmocionado. Él se encargó de poner a Urías en las primeras filas en la batalla contra los amonitas. Luego mando retirar a sus soldados de repente y no dejo que rescataran o ayudaran a Urías de ninguna manera. Este soldado leal había recibido su propia sentencia de muerte de David, y la había dado, sin saberlo, al hombre que tenía el poder para llevar a cabo la orden (v. 14-15).

 

Mientras Joab tenía la ciudad en estado de sitio, puso a Urías en el lugar donde sabía que estaban los defensores más fuertes. Cuando los hombres de la ciudad salieron y combatieron contra Joab algunos de los hombres en el ejército de David cayeron. Por otra parte, Urías estaba entre ellos. Algún amonita se llevó la vida de Urías, pero fue David el responsable de la muerte del heteo (v.16-17).

 

Joab envió un mensajero a David para darle un informe completo de la batalla.

 

"El enemigo salió contra nosotros", dijo, "y a medida que los perseguimos de regreso a las puertas de la ciudad, los hombres en el muro nos atacaron y algunos de nuestros hombres murieron. Urías el heteo ha muerto."

 

"Sé que Joab debe estar preocupado por cómo los hijos de Amón lo engañaron", comentó David al mensajero. "Cuando regreses, dile que no se preocupe demasiado. Recuérdale que para mí ciertas personas tienen que morir en la batalla. Dile que es mi deseo que olvide los incidentes del pasado y que ponga su mente en tomar la ciudad de Rabá, aunque le tome meses puede que sea necesario hacerlo "(v. 18-25).

 

Cuando Betsabé se enteró de que su marido había muerto, hizo duelo por él. Después de haber pasado por el período habitual de luto, David la llevo al palacio y la convirtió en una de sus esposas.

 

Bajo estas circunstancias adversas David agregó otra mujer, y eventualmente otro hijo.

 

Si Dios hubiera estado dormido, David pudo haber vivido este episodio desastroso sin su pueblo aprendiendo de sus malos deseos, esquemas escandalosos, y actos infames. La verdad puede ser retenida de naciones enteras, así como de particulares.

 

Pero Dios no duerme. Él no puede ser engañado. Y Dios estaba disgustado por lo que David había hecho. Incluso el rey de Israel, al igual que cualquier otra persona, ciertamente caería en desgracia por romper algunos de los Mandamientos de Dios (v. 26-27).

 

Natán reprende a David

Dios comenzó el castigo de David dando instrucciones a Natán, uno de los profetas de Dios, en lo que debía decir al rey.

 

Cuando vino al rey, Natán le habló de dos hombres que eran vecinos. Uno de ellos era rico y el otro pobre. El rico tenía numerosas ovejas y manadas de ganado. La posesión del pobre constaba de un solo cordero que se había criado en su casa. Había sido una mascota de los niños, y era casi como de la familia.

 

"El problema surgió cuando un amigo vino a visitar al hombre rico", continuó Natán. "En lugar de decir a sus siervos que mataran a uno de sus propios animales para la alimentación de su invitado, el fue a la casa de su vecino pobre y tomó y luego sacrifico a su único animal, su oveja mascota. El cordero fue servido al invitado del hombre rico "(2Samuel 12:1-4).

 

David exclamó con enojo: "Ese hombre debe darle a su vecino cuatro corderos para sustituir al que tomó. Además, porque él fue tan miserablemente egoísta y no tuvo compasión por su prójimo pobre, merece morir" (v. 5-6).

 

"No tienes que salir de tu casa para encontrar al hombre que ha sido tan desconsiderado y cruel", dijo Natán. "Tú eres ese hombre"

 

Entonces Natán le dijo: "Has hecho enojar a Dios por tu conducta vil. Él te ha protegido muchas veces de Saúl y sus soldados. Él hizo posible que tuvieras poder en Israel, hogar y la riqueza que quieras y todas las esposas que has elegido. Si hubieras necesitado algo más, Dios te lo habría dado. Considerando las cosas maravillosas que tu Creador ha hecho por ti, ¿por qué has roto sus mandamientos? Planeaste la muerte de un hombre leal y de confianza con cuya esposa has cometido adulterio. Urías el heteo murió por tu mano a través de tus enemigos, los amonitas. Luego tomaste a la viuda de Urías como tu esposa para que tu adulterio no fuera descubierto" (v. 7-9).

 

"Dios me instruyó además que te dijera lo que va a suceder, ya que has caído en un pecado tan grave", continuó Natán. "A partir de ahora la muerte se cernirá sobre tu casa. Y golpeara en momentos inesperados. Otras cosas malas se llevarán a cabo en tu casa. Un vecino tomara tus esposas. Hiciste algunas cosas básicas en secreto, pero el que tomara a tus esposas, hará descaradamente las mismas cosas a la luz del día y a la vista del público" (v. 10-12).

 

"Reconozco mi pecado. He actuado de una manera perversa y cruel", confesó David después de un corto tiempo. "Yo he hecho estas cosas a los ojos de Dios sin considerar a los demás. Merezco morir" (Salmo 51 es una oración de arrepentimiento de David.)

 

“Ahora que usted realiza cómo es incorrecto usted ha sido y se ha arrepentido, Dios le perdonará,” Natán aconsejó. “Él no tardará su vida. Sin embargo, porque su acción proveerá de los enemigos de Dios razón para señalarle como un playboy favorecido y asesino, el hijo nacido a usted morirá seguramente.”

 

"Ahora que te das cuenta de lo equivocado que estabas y te has arrepentido, Dios te perdonara", recomendó Natán. "No va a tomar tu vida. Sin embargo, debido a que tu acción proveerá a los enemigos de Dios con la razón para señalarte como un playboy favorito y un asesino, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá. "

 

Por lo tanto hubo una época de gran sufrimiento por delante. Comenzó a tener lugar poco después de que naciera su hijo con Betsabé. El bebé de repente se puso muy enfermo. A pesar de la predicción de Natán que el niño moriría, David oró y ayunó frenéticamente para que pudiera vivir. Pasaba las noches tirado en el suelo de piedra (v. 13-16).

 

Los ancianos de la casa trataban de convencerlo de ir a la cama, pero él se negaba y no quería comer ningún alimento.

 

El bebé murió a los siete días de su enfermedad. Los siervos temían decirle al rey. Pensaron que si su comportamiento había sido tan extremo mientras que el bebé estaba vivo, entonces él haría algo muy desesperado si le decían que el bebé estaba muerto. Cuando David notó que ellos estaban susurrando entre sí, sabía lo que había pasado.

 

"¿El bebé ha muerto?", preguntó.

 

"Sí", contestaron, "está muerto".

 

Entonces David se levantó del suelo, se lavó, se peinó, se cambió de ropa y se fue al Tabernáculo, y adoro a Dios. Luego volvió al palacio y comió (v. 17-20).

 

"¿Cómo es que te sientes mejor ahora que tu hijo está muerto?", preguntó alguien.

 

David explicó: "Ahora que el niño ha muerto, no hay razón para continuar ayunando y orando por él. Tenía la esperanza de que viviera, pero ahora que él se ha ido, no hay nada que pueda hacer para traerlo de vuelta."

 

Después de recuperar su fuerza, David fue a consolar a Betsabé a causa de la pérdida de su hijo. Más tarde, otro hijo les nació a David y Betsabé. Debido a que ahora eran libres para casarse, Dios miró con agrado su matrimonio al darles este segundo hijo. El Señor lo amaba y le envió un mensaje por medio de Natán el profeta, para que lo llamara Jedidias, que significa amado de Dios (Yah [o]). David le había llamado Salomón, que significaba Pasible (v. 21-25). Salmo 127:2, escrito por Salomón, lleva el nombre Yedid o amado, que era el nombre que Dios le dio a Salomón a través de Natán.

 

Mientras tanto, desde el momento en que Urías el heteo había muerto hasta después de que David se arrepintió, Joab y el ejército israelita había peleado contra Rabá de los hijos de Amón y tomaron la ciudadela real.

 

Más tarde, Joab envió mensajeros a Jerusalén para decir a David que habían combatido contra Rabá y tomado posesión del suministro de agua. El mensaje era también una sugerencia de que David llegara a Rabá con tropas adicionales para sitiar la ciudad y capturarla. De lo contrario, si Joab tomaba la ciudad, sería nombrado por él (v. 26-28).

 

Los amonitas finalmente derrotados

David aceptó y se fue con todo el ejército para unirse a Joab. Atacaron Rabá y la tomaron. David tomó la corona de su rey, que era la corona de Milcom, el nombre de su dios, y la colocó sobre su propia cabeza (v. 29-30).

 

1 Crónicas 20:1-3 dice que Joab fue a Rabá, y la sitió, pero David se quedó en Jerusalén. Después de haber sido sitiada David fue allá. El removió la corona de la cabeza, que es asumido que es la cabeza del rey-ídolo Milcom, el dios de los amonitas. David puso a la gente a trabajar reduciendo la ciudad a escombros con sierras y herramientas de hierro. Al igual que con todas las ciudades amonitas, las personas fueron trasladadas y consignadas a hacer trabajos domésticos para los israelitas.

 

La Biblia no dice qué pasó con el rey de los amonitas, pero él probablemente murió. La corona mencionada aquí, como la corona del rey, pesaba más de cien kilos. Tenía muchas piedras preciosas en ella, y solo el oro era digno de una enorme cantidad de dinero. Se entiende que corona había sido colocada en la cabeza del ídolo y la colocación de la corona sobre la cabeza de David fue un traspaso de autoridad de su falsa adoración al rey de la nación de Israel bajo el Único Dios Verdadero.

 

La corona fue sólo una pequeña parte de la riqueza tomada por los israelitas de Rabá. También se llevaron una gran cantidad de botín de la ciudad. Esto, junto con el gran despojo de otras ciudades de allí, todo fue llevado de vuelta a Jerusalén, cuando David y sus tropas regresaron.

 

Continuaremos la historia de la biblia en el papel Problemas en la Familia de David (No. CB 94).

 

 

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